DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Dice el INEA que son 6.5 millones de mexicanos
Desde hace 50 años, estable la cifra de analfabetas en el país
Ť Gran parte de los escolarizados pierde la habilidad por el desuso
Ť Necesario, cambiar condiciones socioeconómicas: especialistas
Claudia Herrera Beltrán Ť La cifra de 6.5 millones de mexicanos analfabetas permanece estable desde hace medio siglo, pues 10 millones de personas que han sido declaradas alfabetizadas en los últimos 20 años han perdido la habilidad de leer y escribir por "desuso", explica un balance de actividades del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos.
El director del INEA, José Antonio Carranza, así como el fundador de esa institución, Roger Díaz de Cossío, atribuyen estos retrocesos educativos a la pobreza y al ambiente cultural adverso en el que viven los mexicanos sin instrucción.
"La alfabetización no basta si no se cambia la condición socioeconómica o cultural de los adultos. Lo que se aprende en seis meses o menos, se olvida en los siguientes seis meses, si no se aplica", señalan en el libro La lucha por la educación de los adultos.
Para romper el círculo de pobreza-ignorancia, proponen una "educación de adultos productiva", es decir, que quienes reciban educación en el INEA puedan capacitarse y después recibir créditos para hacer un negocio productivo.
A unas semanas del cambio de gobierno, el INEA -cuya existencia está en duda luego de que la próxima administración creará el Instituto de Educación Permanente- asegura que en esta gestión la única meta que no cumplió fue la de reducir el analfabetismo a 7 por ciento de la población.
Este objetivo, dicen Carranza y Díaz de Cossío, era "demasiado optimista" y difícil de alcanzar por razones históricas y tradicionales; sin embargo, explican que el panorama es más optimista ahora que en 1970, cuando la cuarta parte de la población era analfabeta, y ahora equivale a 10 por ciento.
Explican que el número de iletrados que cada año se suma es ya pequeño con relación al total. La razón es que la cobertura de la primaria es de 94 por ciento y pocos niños la abandonan antes del cuarto grado.
Gran parte de los mexicanos que en la actualidad no saben leer ni escribir son de edad avanzada. En la Encuesta Nacional sobre el Rezago Educativo (1998) se estimó que 41 por ciento de los analfabetas eran discapacitados o mayores de 65 años; 35 por ciento tenían entre 45 y 65 años y el resto, 24 por ciento, indígenas, población dispersa y migrantes, estaban entre los 15 y los 44 años.
La buena noticia es que en México, por primera vez, el rezago de personas con primaria incompleta está disminuyendo paulatinamente, pues de los 11 millones 341 mil de 1998, este año se pasó a 11 millones 193 mil.
Para el INEA, el principal desafío a futuro no es tanto la alfabetización y la educación primaria, sino dar instrucción secundaria a casi 19 millones de mexicanos, que representan la mitad de los adultos con rezago educativo en todo el país y porque son el grupo más joven.
El logro más importante de la institución es en certificación de estudios, sobre todo de secundaria. En 1999 se expidieron 2.3 veces más documentos de este tipo que en 1996, mientras que a nivel primaria la cifra casi se dobló. Esto se hizo con una inversión baja, porque cada certificado de secundaria tuvo un costo 12 veces menor que uno otorgado en secundaria tradicional.
Los retos: una educación de adultos productiva
Carranza y Díaz de Cossío consideran que el reto del próximo gobierno será entender que la clave para combatir la pobreza está en una "educación de adultos productiva", es decir, darles capacitación y préstamos para adquirir equipos elementales.
El problema, aseguran, es que no ha sido posible implementar esta educación productiva, porque los programas gubernamentales están dispersos. Por un lado está el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), que ofrece un pequeño apoyo económico a las familias en beneficio de los niños y las niñas, "pero en general esto no saca de la pobreza a los padres, a los que ni educamos ni hacemos más productivos".
Por otro lado está el INEA, que ofrece educación básica y va a comenzar a aceptar capacitaciones dentro de esa misma educación, pero sin que sea de su competencia. Por eso, aseguran, es hora de reunir en un solo programa educación, capacitación y financiamientos "casi a la palabra".
Para poner en marcha este proyecto, proponen dar a los patronatos estatales del INEA fondos adicionales para apoyar a los adultos certificados. "Con los estímulos adecuados será fácil organizar a grupos de adultos en pequeñísimas empresas productivas, por ejemplo, talleres de costura, de carpintería, salones de belleza, panaderías o talleres mecánicos", consideran.
Ante el anuncio del equipo de Vicente Fox de que creará un instituto de educación permanente, Carranza recomienda seguir usando el nuevo modelo denominado "educación para la vida", porque es "abierto y el adulto tiene la libertad de escoger lo que quiere estudiar sin restricciones de tiempo o de orden".
Sugiere que a este modelo se le sigan sumando módulos (temas de estudio) según las necesidades de cada región y de cada grupo hasta que los adultos puedan acreditar su bachillerato. La ventaja de usar el método de educación para la vida, afirman, es que tiene costos muy bajos si se comparan con el del sector educativo.
Al recordar la frase del ex secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles: "Es más caro no educar a un mexicano, que hacerlo", los autores hacen votos porque los esfuerzos hechos en favor de la educación de los adultos marginados no hayan sido en vano.