DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť México, "sin reservas" contra ETA, dijo el presidente Ernesto Zedillo
Polémica en la cumbre entre Castro y Flores sobre terrorismo
Ť El tema de la guerrilla enfrentó a los mandatarios de Cuba y El Salvador; acusaciones mutuas
Ť José María Aznar consideró inapropiado que Cuba no haya apoyado la resolución contra etarras
David Aponte, enviado, y Fernando Martínez, corresponsal, Panamá, 18 de noviembre Ť Los jefes de Estado de Iberoamérica perdieron hoy, por un momento, la típica compostura diplomática. Solo en su postura de no suscribir una condena formal de la cumbre en pleno contra el terrorismo de ETA en España, Fidel Castro abrió la polémica. "Aquí --dijo-- tenemos un problema de tipo ético".
Así, el tema del terrorismo relegó a un segundo plano la discusión por la que 21 mandatarios se habían congregado en esta capital por décima ocasión: la falta de futuro de 40 millones de niños de Iberoamérica que pasan los días y las noches en las calles de las grandes ciudades capoteando el hambre, la violencia y el abuso sexual.
La propuesta de condena a ETA, acogida con beneplácito por todos los demás mandatarios el día anterior, había sido presentada precisamente por el presidente salvadoreño, Francisco Flores.
Y ninguno había mostrado interés en la denuncia hecha por Castro sobre la presunta existencia de un plan terrorista para atentar contra él durante la cumbre panameña.
Ahora, ante sus homónimos y en una sesión plenaria que de manera inusual se transmitía por circuito cerrado de televisión, el mandatario cubano defendía, solitario, su posición.
Optó por el ataque, la mejor defensa: "Me extraña que esta proposición surgiera de El Salvador. Qué raro... de ahí donde reside el jefe principal de los terroristas contra el cual no se ha hecho nada".
Se refería al cubano anticastrista Luis Posada Carriles, a quien el día antes había citado como cabecilla del comando que pretendía liquidarlo.
Flores, que pertenece al partido anticomunista ARENA, pidió la palabra a la presidenta panameña, Mireya Moscoso.
Entre Cuba y El Salvador volvían a saltar chispas, como en aquella primera Cumbre Iberoamericana realizada en Guadalajara, cuando el entonces presidente Alfredo Cristiani intentó introducir, sin éxito, una condena por la falta de democracia en el gobierno de La Habana.
"Es absolutamente intolerable que usted, involucrado en la muerte de tantos salvadoreños, usted, que entrenó a muchísimas personas para matar salvadoreños, me acuse a mí de estar involucrado en el caso de Luis Posada Carriles", respondió Flores.
Al apoyo que Cuba brindó en los años 80 al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional con armas, entrenamiento, asilo y medicina, Flores lo llamó "una sangrienta e inaceptable responsabilidad" de Castro.
No quedaba rastro del tono políticamente correcto que se acostumbra usar en esas ocasiones: "Tenemos que tener paciencia con usted, señor Castro. El año pasado usted acusó a mi gobierno de estar involucrado en un asesinato que se iba a perpetrar contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Hemos tenido paciencia con sus declaraciones".
Diecinueve jefes de Estado, entre ellos el rey Juan Carlos de España y el jefe de gobierno José María Aznar, eran testigos del rudo intercambio entre Castro y Flores.
El presidente uruguayo, Jorge Battle, intentó poner fin a la disputa, pero el mandatario cubano ya estaba pidiendo la palabra nuevamente.
"Me han hecho una acusación y debo defenderme", dijo, y comenzó un largo recordatorio sobre las historias de las revoluciones latinoamericanas, africanas e incluso la guerra civil española y la solidaridad hemisférica con estos movimientos.
"Simpaticé con ellos (los rebeldes salvadoreños), no lo niego. Nosotros apoyamos el movimiento revolucionario... y no nos arrepentimos. Cuando los mexicanos estaban en su revolución, también ellos recibieron ayuda. Cuando nosotros estábamos en la Sierra Maestra, también recibimos ayuda. Nosotros teníamos derecho a pensar como latinoamericanos. Estamos, incluso, dispuestos a renunciar a nuestra bandera por América Latina", expuso.
Y sí, reconoció en público que el territorio cubano sirvió de base para el entrenamiento militar de varios grupos guerrilleros centroamericanos.
Sin embargo, expuso también que Cuba respaldó las negociaciones de paz para naciones de América Central y Colombia, incluso la paz que ahora disfrutan los salvadoreños, y añadió: "Ningún país ha sido más víctima del terrorismo que Cuba, de todas formas de terrorismo, incluso terrorismo de Estado".
Moderadora en la plenaria de hoy, la presidenta Moscoso sólo atinó a "lamentar" el duelo verbal, mientras algunos mandatarios ya empezaban a sugerir que La Habana y San Salvador saldaran su diferendo en un plano bilateral.
Fue el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el más cercano a Fidel Castro, el que aligeró el pesado ambiente que ya reinaba en la sesión.
"Tendríamos que prohibirnos esto. Si vamos a acusarnos del pasado habría que empezar por lo de España", la conquista de hace 500 años, dijo Chávez.
Risas y aplausos, incluso por parte del rey ahí presente, distensaron el crítico momento y la reunión pudo seguir su curso.
Por su parte, el presidente de México, Ernesto Zedillo, expresó en su discurso que su gobierno suscribe "sin reservas" la declaración de la Cumbre Iberoamericana contra ETA, "con gran convicción y compromiso, tanto por una cuestión de principios insoslayable como también en mínima correspondencia al trato solidario y respetuoso que la España democrática y unida ha brindado a cada uno de los países latinoamericanos en el ultimo cuarto de siglo".
En boca del canciller cubano, Felipe Pérez Roque, la delegación de la isla caribeña insistió en que la resolución debía aludir todas las formas de terrorismo existentes, incluidas las que se practican contra el gobierno y pueblo cubanos.
Y el mandatario mexicano cerró el tema en su tercera intervención: "No me resultan comprensibles las razones expuestas por Cuba. No creo que valga la pena insistir en la solicitud de que Cuba se adhiera a esta declaración, y mi propuesta simplemente es que aquellos países que se identifiquen con esta declaración la suscriba y que ahí se termine el problema".
Entonces el polémico párrafo fue sometido a votación y todos lo aprobaron, excepto, naturalmente, Castro.
A toro pasado el presidente del gobierno español, José María Aznar, consideró inapropiado que Cuba no haya apoyado la resolución contra ETA, y dijo que él sí conoce de las acciones terroristas porque "he sido víctima de ellas".
Polémicas aparte, los 21 mandatarios incluyeron, como lo han hecho cada año, un exhorto a Estados Unidos para que de conformidad con las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas levante el bloqueo comercial contra Cuba.
Acto seguido hablaron de las "frágiles democracias" del continente y de la necesidad de que éstas promuevan la democracia, el pluralismo político y la defensa de los derechos humanos.
Los jefes de Estado y de gobierno culminaron así la cumbre, con la aprobación de la Declaración de Panamá, que incluye 36 puntos relacionados con la democracia, el respeto a los derechos humanos y objetivos para mejorar las condiciones de los niños en Latinoamérica, España y Portugal.
La próxima reunión de los mandatarios iberoamericanos tendrá lugar en Perú, bajo el tema general de la identidad de los pueblos de la región.