DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Guillermo Almeyra Ť
EU: posibles consecuencias de la tormenta
En el caso Lewinsky, Estados Unidos perdió la credibilidad de la Presidencia de la República porque se comprobó que el primer mandatario podía mentir como un beduino, una y otra vez, sin que ni siquiera el "efecto Watergate", que había castigado a Nixon, pudiese sancionar esa befa constante a la opinión pública y a la justicia.
En el caso de las elecciones recientes, la víctima ha sido la confianza en las instituciones, en general, y en la solidez de la democracia (ya bastante puesta en duda por la conciencia general de que los principales candidatos en disputa representaban sendos grupos de trasnacionales).
Ahora bien, sobre la confianza en las instituciones y en la cordura de los dirigentes descansa el endeudamiento de los hogares y de las empresas, que es el principal factor en lo que respecta al mantenimiento de la burbuja especulativa que sostiene la bolsa, y la economía de Estados Unidos. Si la gente común comenzase a temer, y a adoptar una actitud más cauta, intentando ahorrar, o interpretase los terremotos empresariales -como la liquidación de todo el mando de la Chrysler y su sustitución por gente de la alemana Daimler- como señal de alerta, el enfriamiento de la economía podría ser notable. En tal caso el aflujo de capitales europeos y japoneses, que cubren el déficit estadunidense, sería mucho menor, el dólar sería menos fuerte, y la guerra económica con Europa, más aguda.
Ahora bien, un poco por el aumento del precio del petróleo -en el caso ruso y rumano-, y otro poco por las inversiones extranjeras, los países de Europa Oriental, candidatos a ingresar en la Unión Europea, tienen resultados económicos sin precedentes, cosa que, a su vez, podría alimentar las economías de Francia, Alemania y en parte Italia, en el mismo momento en que la de Estados Unidos perdería el paso actual y en que los clientes de Washington, como Argentina y Brasil, pasan por dificultades. La combinación entre una crisis de confianza política, una crisis de Estado y por lo menos en enfriamiento económico haría perder posiciones a Estados Unidos y podría estimular los conflictos sociales internos.
El establishment, por otra parte, está profundamente dividido a pesar de la identidad sustancial de clase que existe entre demócratas y republicanos, y eso podría alentar el desarrollo de la idea de una tercera opción, que se expresó en parte detrás de la candidatura de Ralph Nader, a pesar de la campana terrorista e idiota sobre el voto útil por uno de los inútiles.
De modo que el escándalo tabasqueño en lo electoral no sólo "sincera" la situación real, demostrando que la llamada democracia estadunidense no es tal, y también lo que puede hacer la oligarquía que gobierna ese país, sino que asimismo pone en movimiento un proceso que podría tener grandes consecuencias internas, en lo económico, y fuertes repercusiones internacionales, en lo que respecta a la disputa por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y la Unión Europea. No es necesario mencionar las consecuencias que podría tener, para los países demasiado dependientes de Estados Unidos, un enfriamiento de la economía de ese patrón enfermo, ya que la disminución de los consumos del mismo podría provocar la de las exportaciones de las maquiladoras y del sector agrícola de sus clientes. No estaría mal "una sana distancia"...