SABADO 18 DE NOVIEMBRE DE 2000

La fiesta en paz

De picar y de picarse

Leonardo Páez Ť Que se "pica" el maestro Charles Bonnafoux de la Universidad Libre de Bruselas porque la crítica especializada (?) no capacita al público con respecto al arte de picar adecuada y suficientemente a los toros, y propone "una campaña en contra de esos asesinos vestidos de toreros, así como que se certifique ante notario la integridad de las astas".

El problema, recordado maestro, es quién capacita a los ganaderos, picadores y capacitadores taurinos.

Es decir, Ƒquién va a persuadir a un ganadero, a un varilarguero y a un publicronista contemporáneo de la grandeza y conocimientos que entraña ser criador, picador y divulgador profesional de toros, habida cuenta de que sin bravura no puede haber emoción ni en la suerte de varas ni en ninguna otra?

ƑQuién convencerá a los enajenados piqueros mexicanos de la gallardía que implica, desde los lomos de una fortaleza empetada, citar, templar, castigar y detener una embestida de largo, no obstante que el mexicano Efrén Acosta fue declarado en España el mejor picador de la temporada 2000?

He buscado en tratados taurinos antiguos y modernos el término "descongestionar" con relación al puyazo, y no he encontrado nada. Sí, en cambio, todos concuerdan en que la suerte de picar es determinante en el juego que den las reses durante el resto dela lidia, y condición indispensable para que los toros demuestren su mayor o menor cantidad de bravura y fuerza, aunque luego jueces despistados premien con arrastre lento a reses mansas pero nobles.

Igualmente, todos los autores están de acuerdo en que "sea cualquiera la ocasión en que se dé y la clase de toros que lo reciban, el puyazo será siempre malo si está bajo o trasero".

Lo anterior se basa en que, de la cruz u hoyo de las agujas hacia atrás, la columna vertebral del toro sólo está cubierta por piel y algo de grasa, mientras que de la cruz hacia adelante la columna hace una curva, lo que evita que el puyazo lastime las vértebras.

La suerte de varas, pues, tiene como finalidad real, además de probar una bravura cada vez más escasa, hacer que el toro humille o baje la cabeza para poder torearlo si no mejor, más lenta y estéticamente, cosa que cada día es más rara.

Al herir el músculo trapecio, que va de la cerviz a la cruz, se logra, si el toro tiene calidad o buen estilo, que baje la cabeza, siempre y cuando sea picado atrasito del morillo, no en lo alto de éste, que es sólo una bola de músculo y grasa donde difícilmente se hace sangre al toro.

Ahora, la gente, conocedora o no, protesta cuando ve o intuye que un toro sin bravura ni fuerza recibe un multipuyazo (varios puyazos en uno) mientras se le tapa la salida. A la falta de bravura se añade la falta de honestidad profesional del picador y sobre todo de su matador, que es quien ordena cuanto castigar.

Tendrían los picadores que empezar a revaluar, en vez de seguir devaluándola, la gallarda suerte de picar toros bravos. Los matadores a hacer un sereno examen de conciencia y ver si lo que buscan es que el piquero les convierta un manso en toro de la ilusión, y los ganaderos revisar lo que entienden por bravura.

En cualquier caso, así haya obtenido en la cuna del toreo el reconocimiento como picador de gran clase, Efrén Acosta no puede lucir en su propio país esas cualidades toreras, ya que la bravura, condición sine qua non para lucirse como varilarguero, en México brilla por su ausencia.

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