Premio de Composición Coreográfica
Colombia Moya Ť Con la importante explosión de la danza independiente de 1980 en que surgieron numerosos grupos, recogidos en las memorables Temporadas de la Joven Danza Mexicana de la Sala Covarrubias, del flamante Centro Cultural Universitario; la Universidad Autónoma Metropolitana y el INBA, (no invitaron a la UNAM), establecieron el Premio anual a la Composición Coreográfica, hacia el cual, de inmediato, se volcaron toda suerte de aspirantes, ilusionados y con inmensas ganas de ganar, de ser alguien reconocido fuera de los afortunados grupos que alcanzaron subsidio de por vida en éste país. Aquella pléyade de nueva gente, con otras propuestas, iniciaba el duro camino de la danza independiente, de los cuales, muy pocos pudieron continuar por obvias razones.
Todo con lo que podían contar los competidores, en caso de ganar alguno de los tres premios principales, consistía en permitírseles presentarse en algunos recintos oficiales en funciones mal pagadas, el premio contante y sonante en pesos mexicanos, y un gran diploma que significa, al presente, un buen reconocimiento. A partir de entonces, muchos artistas hoy reconocidos, supieron utilizar dicho estímulo como un motor para el despegue de su carrera, lograda con los inherentes esfuerzos y dificultades que la vida de los bailarines independientes significa; pero no sólo han sobrevivido, sino, vivido de la danza, lo cual es una proeza así como una mayor atención de las instituciones oficiales de la cultura para su apoyo. De éste modo, en ésta edición número XXI del Premio INBA UAM, usted podrá apreciar a los ganadores en el Teatro de la Danza, los días, 17, 18 y 19 del presente, quienes después de pasar por controversiales juicios sobre los ocho grupos finalistas, lograron imponerse. Así el primer premio, como una de las extrañas categorías en que dicho concurso está dividido, lo ganó el brasileiro Henrique Rodovalho en la categoría "A", con 65 mil pesos, por tener más de diez años de haber presentado su primera obra; Pilar Gallegos, ganó la categoría B, con 35 mil pesos, y Mauricio Gallegos, apenas con tristes 5 mil pesos por ser el más joven, quizás para éste anquilosado y absurdo método de selección, el más inexperto. Con éste criterio, jamás habrá posibilidad de reconocer a cualquier joven o coreógrafo primerizo de notable talento, porque el reglamento obliga a la gente a ''formarse'', hay que trabajar años y hacerse ver y sentir por la elite del mundo de la danza. Nada de genios espontáneos, hay cola...
Así, el arte y el talento en las aterradoras manos de quienes han implantado anquilosados y convenientes criterios, significa una especie de escalafón en la pirámide de la disciplina, el tesón y los sacrificios de la sufrida danza para mostrar los merecimientos requeridos. Tampoco está planeado fuera de lo mencionado, un futuro menos incierto para rescatar a los talentos ganadores de la devoradora burbuja del olvido y de la falta de presupuesto para impulsarlos con mayor ímpetu, como a los grupos subsidiados de por vida. El premio INBA-UAM, es sólo un acicate, una vitrina, un empujoncito, después ... ¡ahhhhhh! la lucha por cada peso y centímetro de espacio para trabajar y mostrar lo que sigue.
¿Habrá algún día ''nuevos subsidios''? ¿algún cambio?