SABADO 18 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Balance del titular de esa compañía nacional
Devolver el carácter original de la ópera, mi premisa: Kleinburg
Ť Insuficiente, la programación de obras mexicanas, reconoce
Angel Vargas Ť Devolver su carácter original a la ópera en México, sostiene Gerardo Kleinburg, ha sido su premisa desde que asumió la titularidad de la Compañía Nacional de Opera, hace más de ocho años.
Ahora que su gestión está por terminar con el arribo de la nueva administración sexenal, y con más de 40 títulos y 250 funciones ofrecidos, se dice tranquilo por no escatimar esfuerzos para lograr ese propósito, que consiste en apreciar a ese espectáculo como teatral y dramático, y no sólo musical. Menciona que su legado es ''abordar el espectáculo operístico de una manera integral, que responda a los componentes que lo constituyen: vocal, visual, plástico, dramático; en fin, verlo como esa afortunadísima fusión de elementos".
Pero intenta también hacer un distanciamiento crítico y señala que deja dos ''grandes deudas". La primera, no haber desarrollado ni aplicado un plan de ópera para niños y, la segunda, programar de manera insuficiente títulos mexicanos.
Enfrentar problemas e inercias
Si bien advierte del peligro de fijar puntos específicos, Kleinburg habla del estado en que recibió a la compañía y de cómo la dejará a quien lo suceda en el cargo.
Cuenta que salvo aislados esfuerzos, como el del desaparecido Eduardo Mata y el de Ignacio Toscano, el espectáculo operístico en el país vivió momentos muy difíciles entre las décadas de los setenta y los noventa, con una tónica definida por la repetición de títulos, montajes y cantantes, lo cual trajo como consecuencia que el público comenzará a alejarse, luego de los llenos que registró el Palacio de Bellas Artes entre los años treinta y sesenta.
Otros problemas o inercias que debió enfrentar, explica, fueron la ausencia no sólo de las figuras internacionales del canto, sino de los grandes intérpretes mexicanos, la renovación del repertorio y ''hacer de los esfuerzos aislados en aras de la calidad operística un esfuerzo sistemático".
Comenta Kleinburg que debieron transcurrir dos años de trabajo para que su propuesta comenzara a ofrecer resultados. Aunque en ese inicio no fue inmune a los escándalos y las críticas, y aún recuerda los que suscitó el montaje que Juan José Gurrola hizo de Cavalleria rusticana.
Los lineamientos en los que el funcionario basó su propuesta contemplan la renovación de la plantilla de cantantes, dando oportunidad y apoyando a los jóvenes, de los cuales ''varios en la actualidad son figuras internacionales''; la instauración del supertitulaje electrónico, ''ya que es fundamental para el compromiso dramático que la gente entienda lo que se dice", y la vinculación con la iniciativa privada, así como sacar este arte a las calles mediante pantallas gigantes.
Durante gran parte de su gestión, Kleinburg fue cuestionado y criticado porque en las temporadas presuntamente aparecían tanto los mismos directores de escena y orquestas como elenco.
En su defensa, precisa que durante estos ocho años y medio de administración se contrataron 200 cantantes, más de 20 directores orquestales y la misma cantidad de escénicos. Sin embargo, acepta lo difícil que es vencer la tentación de no repetir un equipo cuando se obtienen resultados satisfactorios, además de que, subraya, se eligen siempre a los mejores en cada uno de los ámbitos que demanda este género.