VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DE 2000

 

Ť Jaime Martínez Veloz Ť

Las enseñanzas de Jalisco

En altos círculos del panismo se analizaban posibles escenarios de la geopolítica nacional en una suerte de radiografía estratégica para la toma de decisiones ejecutivas, muy al estilo de los tiempos de supuesta bienaventuranza a los que pretenden acostumbrar al país nuestros nuevos mandarines. Un punto de partida para su pretendido análisis de sensibilidad partidista lo constituía un modelo aplicado en otros tiempos a la geopolítica a escala mundial.

La llamada "teoría del dominó" establecía la propagación de efectos similares en países próximos donde tenía lugar un suceso, generalmente de orden político. De esa forma, por ejemplo, la estrategia estadunidense para la destrucción de la sociedad rural de Vietnam, se basó en el temor paranoico de que el ejemplo exitoso de organización popular del gobierno pudiese cundir hacia las naciones vecinas. Así, pensaban los agudos estrategas estadunidenses, después de "perdido" Vietnam para la causa del mundo "libre", seguirían ese destino Laos, Camboya, Tailandia, Filipinas, amenazando la provisión de materias primas baratas hacia Estados Unidos. La analogía era establecida por la similitud con fichas de dominó colocadas verticalmente en fila, y que caían una tras otra con sólo hacer caer la primera sobre la segunda, ésta sobre la tercera, y así sucesivamente.

Pues bien, esta teoría aplicada a la realidad mexicana tuvo sus momentos de invocación orgiástica luego del triunfo electoral de Vicente Fox el 2 de julio pasado.

La adecuación de la teoría del dominó al caso mexicano se conoció como "efecto Fox", y vino a significar el "arrastre" que la mercadotecnia asociada al empresario ocasionaba a candidatos colgados a su figura. De esa manera, el "(d)efecto Fox" favoreció a otros contendientes blanquiazules en las senadurías y diputaciones. Un caso claro fue el arrastre "al alza", como en la bolsa de valores, de Santiago Creel en la capital mexicana, donde el PRD tuvo dificultades para preservar una aparentemente holgada ventaja que mantuvo mucho tiempo en encuestas preliminares sobre la preferencia electoral.

Muchos analistas supusieron que la victoria panista en la contienda presidencial generaría un "efecto dominó" en las disputas gubernativas en Chiapas, Tabasco y Jalisco. De esa forma, la derrota priísta por la Presidencia tendría, supuestamente, una secuela en esas entidades. Sin embargo, cada caso tenía una particularidad.

En Chiapas, el PRI careció de las facultades para disasociarse de una injusta distribución del poder en la entidad, factor fundamental que explica el triunfo de Pablo Salazar.

En Tabasco, un PRI dividido resultó dañado por la intromisión del gobernador, que intentó una auténtica demostración de fuerza con miras al proceso selectivo de la próxima dirigencia nacional del tricolor. Ahí, es preciso señalar que aun con toda la fuerza del aparato estatal en su favor, Manuel Andrade a duras penas pudo superar a su contendiente ex priísta en un proceso del cual se continúa debatiendo.

En Jalisco tiene lugar un fenómeno interesante. Durante meses, todas las encuestas preliminares "demostraban" una ventaja avasalladora, contundente e inobjetable, del candidato panista sobre su contendiente del Revolucionario Institucional. En los momentos más críticos para el PRI, el panista alcanzó una ventaja de hasta 20 puntos porcentuales en las preferencias electorales. En Jalisco estuvo a punto de reeditarse la historia que en Baja California hemos padecido con dos sucesivas administraciones panistas en la gubernatura.

El PRI jalisciense debió afrontar el proceso en condiciones de suma desventaja. Con la enorme presión ejercida en su contra por los recientes descalabros partidistas, lógicamente sin el apoyo del "centro", con un panismo ensoberbecido a semejanza del Goliath de la tradición bíblica, los militantes del tricolor han dado una muestra palpable de fortaleza y convicción en condiciones sumamente adversas. De esa forma, el David priísta de Jalisco está cerrando el paso al avance de la extrema derecha en el país. Los priístas de todo el país, y los de Baja California en particular, tenemos mucho que aprender y agradecer del trabajo político de nuestros compañeros. Jalisco puede ser la punta de lanza que nos permita retomar la iniciativa política y sirva de contención al riesgoso proceso de derechización nacional.

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