VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Carlos Martínez García Ť

Discriminados entre los discriminados

Los indios de México y de toda América Latina han padecido una discriminación histórica. Esta afirmación es una verdad sólo rechazada por unos cuantos que se niegan a reconocer la devastación y miseria en que sumió el régimen colonial a los pobladores originales de nuestras tierras. Ese lastre histórico, y otros que se sumaron, en el desarrollo de la sociedad mexicana se conjuntaron para hacer más aguda hoy la pobreza extrema -y sus secuelas en salud, educación, familia y un largo etcétera- que inunda las zonas predominantemente indígenas de nuestro país.

Los pueblos indios son una rica muestra de la diversidad que cruza a la nación mexicana. Dentro de ellos también hay diversidad, no son espacios monoculturales ajenos a la pluralidad que es propia de sociedades que establecen negociaciones cognoscitivas con su entorno. Por distintas vías, la pluralidad religiosa se fue asentando en las comunidades indígenas, frecuentemente los portadores fueron indios migrantes, como los trabajadores guatemaltecos en las fincas cafetaleras del Soconusco, que transmitieron a los mayas chiapanecos el protestantismo evangélico. Esta modalidad evangelizadora ha sido poco estudiada, y hasta encubierta por la interpretación favorita de muchos antropólogos y sociólogos que optan por subrayar la preponderancia de los misioneros extranjeros en la difusión del evangelicalismo.

La hermenéutica citada disminuye, Ƒincurriendo en racismo?, el activo papel que han tenido los(as) mismos(as) indios(as) en la construcción de una alternativa religiosa dentro de las comunidades que eran confesionalmente más o menos homogéneas. No cabe duda que los misioneros estadunidneses fueron uno de los canales de inserción del protestantismo en tierras indígenas, pero no el único ni el más importante y eficaz. Incluso donde los misioneros rubios han logrado implantarse exitosamente, han debido contar con la anuencia y hasta bienvenida de la cultura anfitriona. Cualquiera que haya tenido una mínima experiencia con las comunidades indígenas sabe bien que sin la hospitalidad de las instancias internas es imposible asentarse en esos espacios. Con este conocimiento es un reduccionismo tratar de explicar las conversiones indias al cristianismo evangélico como consecuencia de las acciones de un grupo de güeritos que manipulan a unos inditos inermes y crédulos ante las propuestas de sus nuevos conquistadores. ƑCómo llamarle a esto? ƑRacismo que considera incapaces de discernimiento a los indígenas? ƑPaternalismo criollo o mestizo que quiere seguir decidiendo qué deben creer los herederos de los habitantes originarios de lo que hoy es México? ƑNegación tajante del derecho humano a elegir una práctica religiosa? Los indios e indias protestantes en nuestro país, además de sufrir las condiciones de vida que flagelan a los indígenas en general, tienen que cargar con el estigma que los señala como ajenos a su cultura y, en tiempos recientes en que desde distintos sectores se enarbola una sola indianidad excluyente de otras que no comparten la adscripción religiosa mayoritaria, ven crecer a su alrededor consignas que claman por desarraigarlos debido a que tienen costumbres extrañas. Son discriminados entre los discriminados, y a este hecho se une un coro formado por expertos en culturas indígenas, funcionarios públicos que en lugar de proteger la libertad de creencias buscan arreglos violatorios a los derechos humanos, clérigos reacios a reconocer que la pluralidad religiosa tiene una dinámica interna en los pueblos indios y algunos líderes indígenas que buscan monopolizar la definición de un canon de lo que sí es indio y de lo que no lo es.

En Brasil causó profunda inconformidad entre organizaciones y líderes evangélicos la decisión del procurador de Justicia de ese país, según la cual es una violación al artículo 231 de la Constitución brasileña la predicación del Evangelio a los(as) indios(as). El artículo aludido reconoce a los pueblos indígenas el derecho a preservar su cultura y tradiciones. Esto implicaría, según el procurador, que nadie puede predicar sus creencias a quien ya profesa una religión. Para el pastor Ariovaldo Ramos, presidente de la Asociación Evangélica Brasileña, tal medida es ilegal y violatoria de los derechos humanos. Ilegal porque la Constitución de su país reconoce la libertad religiosa y violatoria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la que Brasil es firmante. Además de las consideraciones de Ramos, con las que coincido, el procurador es ignorante de la realidad religiosa brasileña porque la diversidad de credos ya está presente en las poblaciones indias. Por lo tanto, la cuestión no es fortalecer las reservaciones mentales, que deterioran la vitalidad de toda cultura, ni construir cotos tutelados desde afuera.

Intenciones parecidas a la del burócrata brasileño se están dando en México. Un líder yaqui a nombre -sostiene él- de ocho pueblos busca prohibir en su territorio los "asentamientos religioso y de sectas" ya que ocasionan divisionismo al dejar sus integrantes de guardar los usos y costumbres ancestrales. Considera "...necesario que exista una modificación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, ya que ésta en su artículo 9, fracción III, determina y da libre expresión de propagar la doctrina de las asociaciones religiosas. Por tal motivo, los pueblos yaquis demandan que las asociaciones religiosas distintas a las nuestras (católicas, por cierto, CMG) respeten usos y costumbres, absteniéndose de propagar sus doctrinas dentro de territorios indígenas, ya que, lejos de beneficiar, provocan confusiones y desorientación a las familias de los ocho pueblos yaquis". ƑY los derechos de los indios que en esas tierras son evangélicos o de otro credo?