VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Astillero Ť
Ť Julio Hernández López Ť
El PRI está pagando los costos de aprender, a tan avanzada edad, a ser oposición. Y, como sucede a todo novato, habrá de ir ajustando sus aptitudes en un proceso, a veces penoso, de ensayo y error, de avance y retroceso.
Los primeros pasos de este septuagenario en el arte de la oposición han sido llamativos en cuanto a su apresuramiento y audacia pero, como suele acontecer, todavía negativos o insuficientes. Allí está, por ejemplo, la grave voz de la dirigente nacional del PRI, Dulce María Sauri Riancho, amenazando al presidente electo, Vicente Fox, con no asistir a su toma de posesión si no se recuentan voto por voto los resultados de la elección jalisciense de gobernador. A tan sombríos anuncios se han sumado de inmediato los senadores del partido de los tres colores, coordinados como es sabido por otro personaje de ecos graves y sombríos, Enrique Jackson Ramírez.
Calma, niños (de setenta años), calma...
Ha sido Luis Felipe Bravo Mena, presidente nacional del PAN, quien con tono paternal ha reconvenido a los priístas alebrestados: gran daño les haría ausentarse de la ceremonia republicana del 1 de diciembre. Tiene razón el hombre que preside el partido que ganó la Presidencia pero no gobierna: muy mal se habrían de ver quienes todavía se dicen, en sus siglas, institucionales, si tratan de agraviar la asunción del guanajuatense; jovenzuelos caprichosos o adolescentes inestables podrían regalarse tal gusto, pero no un partido que durante siete décadas exigió a sus adversarios respeto a un sistema hecho para ganar siempre, de todas todas, y dejar migajas a esos opositores a los que sin embargo se les exigía apego a rituales y protocolos como los de las tomas de posesión.
Le asiste ciertamente, al PRI, una buena dosis de razón política cuando reclama transparencia en los comicios occidentales, y cuando demanda a todo pulmón que se recuenten los sufragios uno por uno (exigencia miles de veces planteada por la oposición, sobre todo la panista, a la que el priísmo hecho poder contestaba de la misma manera que hoy lo hacen los blanquiazules: no se puede hacer el recuento porque las leyes no lo permiten). Pero no le conviene en absoluto trasladar un conflicto regional, estatal, al escenario institucional nacional, y convertir una reyerta partidista en un pretexto para tratar de hacer deslucir una ceremonia republicana, del Estado mexicano, en la que los primeros obligados a actuar con la difícil dignidad del derrotado son los priístas.
Los estertores del gabinetazo
Es natural que abunden las especulaciones respecto a los posibles integrantes del gabinete presidencial de Vicente Fox, sobre todo a partir del marcado retraso de éste en cumplir sus promesas de anunciar con mucha anticipación lo que ha sido llamado el "gabinetazo".
De entre el mar de suposiciones hay algunas que van ganando terreno. Una de ellas asegura que Santiago Levy, el hombre tijereteador de presupuestos que funge como subsecretario de Hacienda, no será el secretario de ese despacho, pues se irá al BID, sino Francisco Gil Díaz, quien también fue subsecretario y emigró hacia la iniciativa privada (a Avantel, la telefónica de Roberto Hernández, de Banamex) cuando supo que el nuevo gobernador del Banco de México sería Guillermo Ortiz y no él. Otra versión habla de que Pedro Cerisola (quien era parte de la cúpula de Telmex, con Carlos Slim) será el secretario de Comunicaciones y Transportes. También se da por descontado que Isaac Chertorivski, ex presidente de Bacardí en México, quien anunció un par de semanas atrás en comentada fiesta su retiro de la vida empresarial, será el secretario de Turismo. Otro presuntamente amarrado sería Carlos Abascal, el emblemático hombre de derechas que establecería el pensamiento patronal en la Secretaría del Trabajo. A Santiago Creel también se le da por seguro en la Secretaría de Gobernación a la que Martha (pronúnciese en diminutivo cariñoso) Sahagún quería arrebatar las funciones de comunicación social para llevarlas a los paseos escolares de Los Pinos. Adolfo Aguilar Zinser quedaría en la copia local del estadunidense Consejo Nacional de Seguridad. Francisco Barrio Terrazas sería el secretario de la Contraloría, aunque su figura sería elevada informalmente a la categoría extranjerizada de zar anticorrupción. Luis Ernesto Derbez no iría a Hacienda, como al principio se decía, sino a una secretaría de asuntos económicos que supliría a la de Comercio. De Jorge G. Castañeda se sigue asegurando que irá a Relaciones Exteriores. Quedarían en las peculiares funciones de coordinadores, presuntamente por encima de los propios secretarios de Estado, algunos otros miembros del primer equipo de Fox.
Los priístas
Sin embargo, lo que más ruido ha hecho es el rubro correspondiente a las alianzas partidistas, reales o presuntas, que Fox estaría tejiendo en aras de ganar gobernabilidad. Del lado priísta, según eso, estaría firme Carlos Jarque para la Secretaría de Desarrollo Social a la que el foxismo quiere convertir en Desarrollo Humano. También se habla de que Mario Luis Fuentes repetiría en el Seguro Social, donde ha debido librar una guerra de sobrevivencia con los grupos que le heredaron las administraciones de Emilio Gamboa y Genaro Borrego. Alguien que formalmente ya no es priísta, Alfonso Durazo Montaño, iría a la Lotería Nacional.
Los perredistas
Ha llamado la atención el juicio positivo que al parecer tendría Fox de las gestiones de Rosario Robles, la jefa del gobierno capitalino, y de Alejandro Encinas, quien fue secretario capitalino de Medio Ambiente y luego perdió frente a un panista, en tiempos extras, una delegación del Distrito Federal; y de Amalia García, la controvertida presidenta nacional del PRD, pues les invitó a ocupar delicadas secretarías como son las de la Contraloría, de Medio Ambiente y de Desarrollo Social. Aun cuando los perredistas declinaron la invitación, por estar en contra del proyecto político del guanajuatense, no deja de ser reconfortante para ellos la buena valoración que de su trabajo ha hecho el presidente electo y que, de pasada, ha provocado grave indignación entre los propios panistas, según dijo José Luis Luege, presidente panista en el Distrito Federal.
Otra más de Miguel Alemán
El primer viajero de Veracruz, Miguel Alemán, tuvo a bien obsequiar a los habitantes de esa bella entidad con una distinción modernísima: su segundo informe de gobierno buscó y obtuvo la certificación de calidad ISO 9002 que, como se sabe, da testimonio de las bondades de una empresa o servicio.
Lorenzo Lazo Margáin, a quien los irreverentes veracruzanos consideran parte del clan de "yupis" que asesoran al gobernador turista, hubo de anunciar, dos días antes de que don Miguel entregara el susodicho informe que había recibido tan especiosa distinción que, según las muy serias palabras del asesor, "lo hace un documento serio, con altos índices de calidad, y refleja que el Programa de Gobierno se cumple al pie de la letra".
No comparten tan emocionadas consideraciones todos los veracruzanos, pues hay muchos que estiman que con tales presunciones de certificación de calidad se busca hacer a un lado el sentido juicio popular que un gobernante y su obra merecen. Pareciera incluso que a la luz de ese faro tecnocrático del ISO 9002 quedasen opacados los diputados locales que deben revisar el tal documento, y que de nada sirvieran las glosas o comparecencias que el ritual político acostumbra.
El "yupi" asesor, sin embargo, les ha zampado a los veracruzanos la tesis de que, con la mencionada certificación de calidad, Miguel Alemán está haciendo historia y poniendo ejemplo nacional, pues nunca antes a otro mandatario se le había ocurrido tan industriosa idea, producto, tal vez, de la ilustración que producen los viajes a los que tan afecto es el Marco Polo del Golfo.
Astillas: Cambie con rapidez sus quinielas sobre el Gobierno del Distrito Federal: Bernardo Bátiz amaneció encaminado hacia la Procuraduría de Justicia, mientras que a la Secretaría de Gobierno se enfila, firme, José Agustín Ortiz Pinchetti.
Fax: 55 45 04 73 Correo electrónico: