JUEVES 16 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Olga Harmony Ť

Interrogantes

Muchos mexicanos entendimos que el voto útil se refería al dictado de nuestra conciencia, porque no vimos -y seguimos sin ver- utilidad a votar por todo lo que se opone a nuestros principios. Fuimos derrotados. En los medios de cultura artística, algunos -lo que incluye a sedicentes miembros de la izquierda- no han dudado en firmar a favor de alguno de los candidatos a los altos puestos de la burocracia cultural. Por supuesto, todos gustamos de alguno de los mencionados, por diversas razones, pero nos negamos a participar en la siempre innoble cargada (más ahora que se cambia de partido en el poder), aunque los que somos meros espectadores bien podemos hacer reflexiones ante los inminentes cambios.

No todo estuvo tan podrido en nuestra Dinamarca cultural, aunque es muy necesario que se hagan ciertos ajustes. Las becas, por ejemplo, tan cuestionadas por quienes las denostan en el ámbito nacional, aunque las soliciten y detenten instituciones extranjeras. Es verdad que algunas, otorgadas a artistas muy mediocres (y en la última entrega alguna no escapa a la picaresca mexicana) enturbian el Sistema de Creadores Artísticos. Pero es injusto que se diga que se otorgaron a los burócratas priístas, porque me gustaría que se impugnara al poeta Víctor Sandoval, promotor de la cultura como nadie en este país, por ejemplo. Otros hacen ridículas impugnaciones a teatristas de gran talento, como Martín Acosta o Philippe Amand en virtud de su edad.

Es un hecho que en ese sistema se debe ser más selectivo, como también se debería tener más rigor en los apoyos a proyectos y coinversiones, dicho esto sin el deseo de hacer leña de ningún funcionario caído. Aunque el hecho de que los artistas sean juzgados por sus pares resulta el modo más convincente de otorgar los estímulos, no se puede soslayar la sospecha de que existe una cierta discrecionalidad en los altos mandos. De otro modo no se puede explicar algún galardonado cuya beca resulta, por decir lo menos, escandalosa.

También las becas de jóvenes creadores, a mi parecer; deben revisarse. Es muy injusto que no haya niveles y que muchachitos de apenas 20 años deban competir con adultos de treinta y tantos; el mismo creador veinteañero, casi adolescente, al madurar no sólo tendrá mayor curriculum, sino obra más importante a menos de que estemos llenos de Rimbaud mexicanos. Pero con los defectos que tenga el sistema, cancelarlo nos privaría de muchas importantes obras que se hacen a su amparo.

Si éste fuera un país de recias instituciones, no cabrían los temores, pero ''el estilo personal de gobernar" se extiende a muchos estratos. Me limitaré a hablar de teatro. En esta gestión que termina se hicieron grandes esfuerzos por profesionalizar el teatro de los estados, hasta hace muy poco en una engañosa situación de amateurismo muy autocomplaciente y plagado de todos los vicios y defectos que la falta de conocimiento de la técnica y la teoría de este arte escénico. En dos líneas se enfrentó el problema. Una, fueron los comodatos que con el apoyo del IMSS se dieron para los edificios teatrales de dicho instituto y que permitieron a muchos grupos repensar su quehacer y asumirse profesionales. Hablo de la provincia, porque en el DF no resultaron tan efectivos.

La otra línea fue el Teatro Escolar en los Estados que se llevó a cabo con asesorías, sobre todo de los miembros de Casa del Teatro. Se logró que los escolares vieran un teatro muy digno, con producciones adecuadas y también, gracias a esas asesorías, que los teatristas de los estados conocieran de las precariedades de su formación y en los mejores casos, tuvieran el impulso de la superación profesional. No se trató de que hubiera más teatro, sino mejor teatro. Ojalá los programas no sean echados a pique por la administración que viene.

Está Otto Minera al frente del Centro Cultural Helénico que en alguno de sus espacios, como La Gruta, alternó a artistas teatrales de larga trayectoria con otros incipientes, formando un venero de nuevos talentos. No me imagino quién pueda remplazar a este generoso teatrista, pero esperemos que quien llegue no pretenda cerrar la veta. Está también otro programa más reciente el de la Comedia Mexicana y La Comedia Internacional que dirigió Germán Castillo con el apoyo del ISSSTE, que se despide, y que resultó de gran atractivo para formar nuevos públicos jóvenes y permitió disfrutar de buen teatro a muchos jubilados a pesar de su falta de promoción.

A todos los grandes interrogantes acerca del futuro -que se vislumbra confuso y lúgubre- del país sumamos los interrogantes en el ámbito de la cultura artística. Esperemos que las respuestas den un mentís a nuestros justificados temores.