Ť Emilio Pradilla Cobos Ť
Presupuesto 2001 para el DF
Como en los dos años anteriores, la presentación por el Ejecutivo federal del Presupuesto del DF para el 2001 y su aprobación por la Cámara de Diputados está llena de interrogantes; del curso que siga el proceso dependerá la capacidad financiera del gobierno local para atender las necesidades y demandas de sus más de 8 millones de habitantes.
Muchos son los temas y las demandas pendientes que no resolvieron el gobierno federal que termina ni la pasada Cámara de Diputados con su mayoría PRI-PAN.
La falta de acuerdo entre estos partidos para concluir integralmente la reforma política para el DF, dándole soberanía plena como una más de las entidades federativas, hace que su presupuesto todavía sea presentado por el Ejecutivo federal a la Cámara, y no por su jefe de Gobierno; y que sea aprobado por el Congreso federal y no por un Congreso local elegido por sus ciudadanos.
Resalta como parte de esta situación, que la capacidad de endeudamiento del DF sea decidida por la Secretaría de Hacienda y el Congreso federal, y no por los poderes locales en función de su capacidad y necesidades; y sigue pendiente la solución a la demanda del GDF de que el gobierno federal absorba la deuda contraída hasta diciembre de 1997 por él y su dependencia administrativa, el DDF, para financiar obras de interés metropolitano.
El segundo tema es el de las transferencias federales. El DF es la entidad que aporta la mayor proporción de ingresos a la federación --cerca de una cuarta parte del total--; sin embargo, recibe aportes federales inferiores en más de 10 por ciento a lo que aporta. A diferencia del resto de los estados, el DF atiende sus gastos mayoritariamente a partir de sus ingresos propios, y en los últimos tres años ha hecho un gran esfuerzo para aumentarlos sin renunciar a aplicar criterios de equidad social. El gobierno federal y la mayoría PRI-PAN le negaron en años anteriores los recursos correspondientes a fortalecimiento municipal y combate a la pobreza, aduciendo que no tiene municipios --por culpa de la reforma política incompleta-- y que no hay pobres en el DF, lo cual está muy lejos de la realidad.
El tercer tema es el costo adicional que paga el DF por ser la capital de México: la gran cantidad de dependencias federales asentadas en él, que no pagan impuesto predial y, en ocasiones, servicios como el agua potable; la concentración en sus calles y plazas de conflictos originados en los estados (maestros, defraudados por cajas de ahorro, El Barzón, dueños de autos chocolate, etcétera), o de instituciones federales (UNAM), que repercuten en gastos para la seguridad pública local y en problemas para sus habitantes; y por las actividades de los funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la federación.
Finalmente, los costos adicionales derivados de la inversión y la operación de servicios públicos (transporte, agua potable, recolección de basura, educación, salud, etcétera) consumidos por cerca de 4 millones de personas que llegan diariamente al DF provenientes de los municipios conurbados del estado de México y otras localidades de la región centro y la gran ciudad-región en formación sobre ella.
Estos temas competen al Ejecutivo federal y a los partidos políticos, que hacen mayoría hoy en la Cámara de Diputados. Lo que está en la agenda no es sólo la aprobación del Presupuesto 2001 para el DF, sino el futuro mismo del DF como parte de la metrópolis: su transformación en Estado 32 y la municipalización de sus delegaciones; la formación de una autoridad y un Fondo Metropolitano para atender las inversiones y el gasto de interés para la Zona Metropolitana del Valle de México; la revisión de la Ley de Coordinación Fiscal, para garantizar la equidad distributiva del presupuesto federal, sin renunciar a criterios redistributivos claros; la fijación de reglas transparentes, no discrecionales ni coyunturales, de asignación de las transferencias federales; y el reconocimiento político y presupuestal del costo de la capitalidad, de las implicaciones que tiene el ser capital federal y la correspondiente transferencia federal para cubrirlo. Lo que ocurra con el presupuesto para el DF del 2001 mostrará cuál es la posición del nuevo gobierno federal y de su partido frente al gobierno entrante del DF y, sobre todo, ante los ciudadanos de la capital; sabremos así hasta dónde llega el discurso democrático y republicano de Vicente Fox y su equipo.