JUEVES 16 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Dueños de medios de comunicación críticos 


Se exilian dos magnates rusos ante acoso del gobierno de Putin

Ť Gusinski y Berezovsky fueron citados a declarar; amenazan con detenerlos Ť La medida, por la recomposición de la elite gobernante

Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 15 de noviembre Ť A seis meses de la toma de posesión del presidente Vladimir Putin, la recomposición de la elite gobernante, que implica un reajuste en el selecto grupo de los magnates que detentan el poder económico, apoyados desde el Kremlin, comienza a ser una de las prioridades del mandatario ruso.

RUSSIAAl margen de la muy cuestionable forma en que amasaron sus fortunas la mayoría de los grandes potentados rusos, al amparo de la red de complicidades establecida por Boris Yeltsin y su entorno, la fuerza de procuración de justicia del Estado se ha volcado sólo sobre aquellos que poseen fuertes intereses en medios de comunicación, hostiles a la política de Putin.

Cada nueva arremetida contra los magnates enfrentados al Kremlin se produce cuando Putin está fuera del país, ahora de visita en Brunei.

Pocos creen, aquí en Rusia, que el acoso a los favoritos caídos en desgracia se dé sin el consentimiento expreso de Putin. A la vez, parece claro que, al menos por ahora, el propósito del presidente no es un combate frontal a la corrupción que hizo posible el surgimiento de dichas fortunas, impensables sin las turbias privatizaciones ?una auténtica venta de la propiedad pública a precio de ganga?, sino eliminar de la escena política a los magnates que no comulgan con sus ideas y, de paso, poner bajo control del Estado sus imperios mediáticos.

Primero le tocó al dueño del consorcio de prensa Media-Most, Vladimir Gusinski, conocer las delicias de estar unos días en la cárcel de Butyrka, por negarse a vender sus acciones. Fue liberado sin cargo alguno, sólo después de que firmó un acuerdo para vender sus acciones a Gazprom, el monopolio estatal del gas, del cual se desdijo ?ya en el extranjero? al argumentar que se le forzó a suscribir dicho documento a cambio de cesar la persecución en su contra.

El compromiso, rubricado por un cercano emisario de Putin, el ministro de Información y Prensa, Mijail Lesin, quedó debidamente registrado en un protocolo adicional al frustrado acuerdo de compraventa.

Estalló todo un escándalo que ?sin incidir negativamente en la carrera política de Lesin, quien recibió apenas una tibia amonestación de su jefe? echó por tierra la intención del Kremlin de hacerse, ya entonces, con el control de Media-Most.

Putin consideró "inadmisible" que funcionarios públicos se entrometieran en disputas de orden económico entre empresas. El Kremlin dejó que los abogados de unos y otros ultimaran los detalles de un nuevo acuerdo para saldar sus diferencias en torno a la deuda del grupo de prensa con Gazprom.

Cuando se llegó a un entendimiento ?que hacía factible recuperar el dinero, pero no establecer el control sobre los medios del grupo?, Gazprom repentinamente dio marcha atrás, el pasado martes.

Acusaciones contra el mandatario

En una repetición de hechos, siempre negada por los voceros oficiales que alegan simples coincidencias, poco antes había entrado al quite el negociador emergente del Kremlin: la procuraduría general.

El subprocurador, Vasili Kolmogorov, hizo un anuncio poco ortodoxo para un funcionario de su nivel. Dijo, y sus palabras se interpretaron como una clara amenaza, que Vladimir Gusinski y Boris Berezovsky, el otro magnate distanciado de Putin, serían citados a rendir declaración y que era muy probable que, ahí mismo, se les fincarían responsabilidades penales y serían detenidos.

Gusinski, desde algún lugar de Europa, mandó decir que con gusto respondería cualquier pregunta de la procuraduría, pero no en territorio ruso. Berezovsky tenía que rendir declaración este miércoles sobre el supuesto desvío de fondos de la compañía aérea Aeroflot, de la cual es copropietario. No lo hizo y, la víspera, también desde el exterior, difundió una declaración en la que da a conocer su decisión de no regresar a Rusia.

Berezovsky empieza por afirmar que no le dejan opción y que prefiere ser "exiliado político y no prisionero político".

Y, por primera vez, lanza serias acusaciones contra el mandatario ruso: "Cuando Putin era candidato no le importaba en lo mínimo que las ganancias de las empresas suizas, asociadas con Aeroflot, se usaran para financiar la coalición política (pro gubernamental) Edintsvo y su propia campaña presidencial".

Continúa: "Ahora ya como presidente, Putin, sin el menor remordimiento de conciencia, da instrucciones para que de testigo me conviertan en acusado en el casoAeroflot, y amenaza públicamente con darme un garrotazo en la cabeza tan sólo por el hecho de que ORT (canal de televisión que controlaba Berezovsky) contó la verdad sobre la tragedia del submarino Kursk y también por mi iniciativa de crear un fondo de ayuda no gubernamental a los deudos de los marinos".

Tras hacer un recuento de "los graves errores de Putin", Berezovsky concluye así: "Me he equivocado muchas veces respecto a la gente, pero nunca me he equivocado al evaluar los procesos políticos en Rusia. Estoy convencido de que Putin, si continúa su política destructiva para el país, no llegará al final de su periodo presidencial".