JUEVES 16 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Orlando Delgado Ť

El corto y el mercado interno

Por sexta ocasión en este año, el Banco de México incrementó el corto, la última vez lo subió a 350 millones de pesos; en enero era de 180 millones, de modo que lo ha aumentado en 170 millones. El argumento del banco central para tomar esta medida es que se trata de "generar las condiciones necesarias en los mercados financieros y de bienes y servicios para alcanzar el objetivo inflacionario propuesto para 2001, es decir, 6.5 por ciento". En consecuencia, para el Banco de México el tema ya no es el logro de la meta para 2000, establecida en 10 por ciento, sino la del próximo año; se reduce la cantidad de dinero en circulación para mostrar que la política monetaria será crecientemente restrictiva si la evolución de los precios se aleja del propósito de alcanzar una inflación de 3 por ciento en 2003.

Esta posición es consistente con la idea de que su propósito único es conseguir la estabilidad, sin importar que otras variables económicas se afecten negativamente; conseguir la meta de inflación, en esta perspectiva, tiene mayor importancia que lograr un crecimiento adecuado a las necesidades de la población, o que mejoren los salarios tras muchos años de reducciones reales.

Esta postura contrasta con la que se ha impulsado en Europa: el Banco Central Europeo (BCE) ha replanteado la función de la política monetaria, abandonando la estrecha tarea de obtener la estabilidad para convertirse en un factor activo en la lucha contra el desempleo y por el crecimiento; esto tiene que ver con un argumento básico: la estabilización estará en el centro mientras no esté en contradicción con el objetivo central de la política económica: lograr un alto nivel de ocupación.

Esta diferencia se concentra en el papel de la tasa de interés: en la visión convencional se utiliza la restricción a la liquidez para elevar el costo del dinero, lo que se transmite inmediatamente a todas las operaciones activas de los bancos; así, no sólo aumenta el costo de los fondos prestables, también se incrementa el de los créditos; con esto se busca reducir el crecimiento del consumo y de la inversión y, se supone, se reduce la presión sobre los precios. La evolución de la tasa de los Cetes, activo financiero sin riesgo que lidera las tasas del mercado, ilustra el propósito restrictivo; esta semana alcanzó un rendimiento de 17.49 por ciento anual, en tanto que la inflación esperada es de 8.9 por ciento, lo que implica que el rendimiento real propuesto es prácticamente igual a la inflación, lo que constituye un verdadero dique a la inversión productiva y genera que los recursos se orienten a inversiones especulativas.

En cambio, en el Tratado de Maastricht se establece: "El fin primordial del BCE es garantizar la estabilidad de los precios. El BCE apoya, en la medida en que pueda hacerlo sin perjuicio de tal objetivo, la política económica general de la Comunidad... fijada en el artículo 2"; en éste se dice que la misión de la comunidad es "potenciar un alto nivel de ocupación y un elevado índice de protección social, la igualdad entre hombres y mujeres, un crecimiento constante y no inflacionario, un elevado grado de competitividad y convergencia de las economías, un elevado grado de protección del medio ambiente y la mejora de su calidad, el aumento del nivel y la calidad de vida, la cohesión económica y social, y la solidaridad entre los Estados miembros".

Esta manera de entender la función de la política monetaria corrige el uso de la tasa de interés como instrumento para desincentivar la demanda, para convertirse en una palanca de crecimiento y la generación de empleo, de modo que en lugar de elevarla para restringir, debe reducirse para alentar la dinámica económica. Los resultados están a la vista: la tasa de desempleo en Europa se redujo ligeramente en 1999 (de 9.3 a 9 por ciento) y se espera que en 2001 sea de 6 por ciento, con un crecimiento también al alza, mientras en México, frente a una dinámica económica interesante, se busca reducirla y evitar que los salarios reales mejoren.

En la perspectiva próxima, ante la reducción en el ritmo de crecimiento de la economía estadunidense, en lugar de reforzar el mercado interno para amortiguar estos efectos, se insiste en acomodar la evolución de las variables agregadas al ritmo de nuestros vecinos. Tiene razón Lawrence Klein, premio Nobel de Economía 1980: el gran reto de México es lograr que el desarrollo incluya al mercado interno; lo que no se logrará si las metas de inflación siguen gobernando la política económica.