MARTES 14 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Jacquot, director de la cinta sobre el marqués


Ejercer la libertad en forma absoluta, enseñanza de Sade

Ť El personaje era menos cruel que el mundo que lo rodeaba

Ť No es lo mismo ser ''sádico" que ''sadiano", dice el realizador

Mónica Mateos, enviada, Acapulco, Gro. Ť La libertad se descubre al bordear el exceso.

Habla un hombre maduro, cuya expresión denota fatiga y esperanza; tiene 50 años y mira un perro muerto, agusanado, que es el ''reflejo directo", explícito, del estado de las cosas en que vive.

Es el marqués de Sade durante la ''época del terror", posterior a la Revolución francesa, hombre ''con un rostro más humano, alejado de la nomenclatura criminológica o siquiátrica en la que se le ha encasillado", explica Benoît Jacquot, director de la película que el martes pasado abrió en este puerto el quinto Festival de Cine Francés.

Es más cruel el ambiente que recrea el sade régimen de Robespierre (año 1794), en el cual se instauró un arbitrario culto al ''ser supremo", que las acciones de un marqués discreto, encarcelado por sus ideas políticas, fervoroso escribano antes que seductor, interpretado por el actor galo Daniel Auteuil.

Sade, la película, trata así ''de convertir un cliché en un personaje complejo, pues no hice la adaptación de una de sus obras", añade Jacquot.

ƑLíder de opinión?

''Hice una película acerca de aquel que dio nombre al sadismo, y podemos imaginar que si Sade viviera se sentiría muy molesto y extraordinariamente incómodo por la manera en que se entiende el sadismo. Por ello, traté de mostrar cómo, incluso cuando estaba vivo, el mundo que rodeaba a Sade era más cruel."

Este retrato imaginario que el director francés hace del autor de Justine o las desdichas de la virtud tiene como intención ofrecer al espectador ''un personaje vivo, que hable de nosotros. Por ejemplo, Francia encuentra su origen histórico y político en ese momento, el de la época de terror que condenó a Sade al considerarlo 'un agitador libertino y ateo', un hombre 'sumamente inmoral', e 'indigno de la sociedad'.

''El terror fue el momento histórico en que se inventó al mismo tiempo la libertad republicana y el terror del Estado, lo cual condensa la historia de los dos siglos posteriores. Esa es la lectura que pretendo se dé a mi película."

El cineasta confiesa que Sade es su alter ego, pero detalla que no es lo mismo ser ''sádico" que ''sadiano", término que mejor define el pensamiento legado por ''el divino marqués", y señala que ''Sade no podría vivir en esta época; en Francia un personaje así estaría condenado a estar en la televisión, en los debates, sería un líder de opinión.

''Los sádicos han existido desde antes de Sade y los sadianos a partir de su obra, cuyo principal valor es que enseña la libertad en el sentido más absoluto, como una cuestión de vida o de muerte."

Jacquot marca una diferencia entre el instinto y los deseos, pues desecha la idea que ha calificado al marqués como un ser que ''dio rienda suelta a sus instintos". Considera que la vida de Sade estuvo regida ''por intuiciones, no por instintos. Hubo una mezcla entre su intuición y la razón, algo que es muy francés. Por ello el marqués fue un poco como un director de escena, un maestro ante alumnos. Para madurar se necesita cruzar varios umbrales o puertas, a veces sólo una, y ese tránsito siempre se hace acompañado por alguien que, en ocasiones, sólo está a nuestro lado para empujarnos en ese camino, como Sade y su obra nos muestran la ruta hacia la libertad".