MARTES 14 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Teresa del Conde Ť

La vanguardia cubana

Como lo saben bien todos los escritores, ensayistas y especialistas en arte y literatura latinoamericana, los años treinta y cuarenta acusaron gran efervescencia en la literatura cubana, asentada en la revista Orígenes, ''iluminada (anota Gerardo Estrada) por el espíritu de José Lezama Lima". La curadora de la exposición que comento es Aimée Labarere Servitje, nativa de la isla y pasante de la maestría en historia del arte en nuestro país, donde obtuvo el apoyo de coinversión del Fonca para la realización de la que sin duda es una de las mejores exposiciones (con seguridad la más importante mostrada fuera de Cuba), de pintura cubana, principalmente de la primera mitad del siglo. Fue inaugurada el pasado 9 de noviembre en la Sala Pellicer del Museo de Arte Moderno y estará vigente hasta el próximo marzo.

No sé si sea del todo correcto hablar de ''vanguardia cubana". Lo que pienso es que ese término tiene sus asegunes. Pero resulta indudable que las obras reunidas caben todas dentro del amplio rubro de las modernidades latinoamericanas. Se exhiben 82 pinturas y dibujos, más documentos, fotografías, recortes periodísticos, que provienen en su mayoría de la Biblioteca José Martí, complementados con la colección de Orígenes facilitada por el dueño de una impecable biblioteca privada de nuestro país. El grueso del acervo es patrimonio del Museo de Bellas Artes de La Habana, que se encuentra en etapa de remodelación.

Como sucedió en otros países, en Cuba los despuntes del modernismo en las artes plásticas ocurrieron inicialmente mediante reacciones antiacadémicas. A la vez, varios de los protagonistas de la muestra fueron profesores que formaron a generaciones sucesivas de pintores, dentro o fuera de contextos académicos, pero evitando siempre las referencias a modelos europeos de vertiente neoclásica. En la muestra ocupa un lugar distinguido la gran pintora Amelia Peláez (1896-1973), con una obra suya que abre la exhibición.

Para Amelia se acuñó el término ''cubismo tropical", referido a sus inicios pictóricos; el calificativo cae como anillo en el dedo al cuadro Las dos hermanas, de 1945. Son una positiva delicia sus naturalezas muertas de los años treinta que contrastan con su posterior evolución, marcada por un barroquismo en parte inspirado en visiones urbanas, herrerías, ventanales de La Habana Vieja.

Otro pintor con amplia representación es René Portocarrero (1912-1985) y se exhiben 23 obras representativas del abanico total de sus inquietudes y sistemas formales. El también fue amante de retomar la ornamentación arquitectónica o aun las fachadas de edificios, entregando el sentido criollo y mestizo del mundo que lo rodeó. Portocarrero y Wifredo Lam (1902-1982) son quizá los pintores cubanos mejor conocidos en México, el primero gracias a las exposiciones individuales que se le dedicaron en nuestro país y el segundo porque es figura internacional, del mismo nivel que Tamayo o el chileno-francés Roberto Matta.

Por su parte, Mariano González (se exhibe una retrospectiva suya en el Museo Dolores Olmedo) nos fue siempre cercano, toda vez que en 1936 vino a trabajar con Manuel Rodríguez Lozano (de quien acusa influencia a través de sus composiciones tocadas de picassianismo). Otro artista que vivió largo tiempo aquí fue Marcello Pogolotti (1902-1982), de él se exhibe un solo cuadro, que a mi parecer está entre las maesterpieces del conjunto.

Arístides Fernández pudo llegar a ser otro de los pintores excepcionales, lo digo por la excelencia de sus obras, realizadas todas antes de los 30 años de edad, puesto que su vida fue muy corta, nació en 1904 y murió en 1934. Como otros colegas suyos de ese mismo periodo y de etapas posteriores, Arístides fue también escritor. Pintó sobre todo escenas rurales, urbanas e interiores en acuarela como al óleo, pero imagino que debe haber sido a la vez un retratista espléndido a juzgar por el retrato de su madre, vista de perfil y por el de una muchacha mulata que captó con pocos trazos al carbón.

De Lam se exponen 12 obras. En 1978 una individual suya se exhibió en el mismo museo que ahora lo acoge junto con sus colegas. Su participación incluye varias obras sobre papel más interesantes y atractivas, a mi parecer, que sus telas. Lam no sólo conoció de cerca a Picasso, sino que trabó profunda amistad con él, tanto como la que mantuvo con André Breton. Otro pintor cubano reconocido ahora internacionalmente es Víctor Manuel (1897-1969).