LUNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2000

ƑLA FIESTA EN PAZ?

šPaso a la impunidad!

Leonardo Páez Ť Los miembros de la Asociación Mexicana de Agrupaciones Taurinas (AMAT), ganaderos, empresarios, matadores y subalternos, es decir, las fuerzas vivas de la tauromaquia mexicana, los que saben, los verdaderos profesionales, y "los más preocupados por preservar (sic) la calidad de los espectáculos taurinos", a su modo pusieron una vez más los puntos sobre las íes.

En conmovedora carta enviada el 8 de noviembre pasado a la titular del Gobierno capitalino, Rosario Robles Berlanga, a través de su coordinador de asesores, Enrique Flota, además de solicitar la desregulación inmediata del mal regulado espectáculo taurino, sostienen lo siguiente: "encontrará usted que en nuestra propuesta no se encuentra -redactan con valentía los amatos- incluida la regulación de la organización y el funcionamiento de la Comisión Taurina, en vista de que confirmamos a usted nuestro planteamiento en el sentido de que dicho órgano colegiado (sic) es una instancia inadecuada e innecesaria para dirigir con la autoridad gubernamental las actividades taurinas en el Distrito Federal.

"Comprendemos (sic) que no todas las autoridades (sic) pueden ser conocedoras de la materia taurina y que, por consiguiente, pueden tener la necesidad de asesorarse por expertos en esta materia. Sin embargo, la creación, ampliación de facultades y estructuración de la comisión ha sido un error de lamentables consecuencias para la actividad taurina en el Distrito Federal, con repercusión negativa en todo el país (sic)".

Esa misma tarde, la delegación Benito Juárez envió un boletín con las declaraciones del nuevo delegado José Espina, quien considera que "la fiesta brava se encuentra en un excelente momento para que mejore (sic) y pueda ser el espectáculo que la afición merece, pero para ello es necesario que todos los involucrados cumplan con su responsabilidad, con la observación al Reglamento Taurino y a la Ley de Espectáculos Públicos del Distrito Federal".

Agregó que "es la Comisión Taurina, bajo la conducción del Gobierno del Distrito Federal... quien debe actuar aportando elementos de convicción que sirvan al gobierno del DF para determinar si es procedente o no alguna sanción".

Sin embargo, al final Espina se curó en salud al afirmar que "en México todos los procesos administrativos o judiciales exigen sigilo que resguarde la honra, el prestigio y la integridad de las personas que son sujetos a los mismos, de tal manera que no se condene a priori a los procesados como si hubieran sido ya condenados".

Entonces, como diría un escritor moderno, no se hagan bolas, despidan a los dos veterinarios que la misma delegación nombró, quédense con el veterinario usurpador al servicio de la empresa que aún no ha sido sancionado por la autoridad, que éste apruebe cuanta basura manden los honorables ganaderos que por obvias razones se niegan a que sus reses sean examinadas, y disuelvan para siempre la nefasta Comisión Taurina del DF, única responsable de que la fiesta de toros esté donde está.

En descargo de tan perverso órgano de consulta, se dice que fue precisamente la delegación Benito Juárez la que prohibió a la Comisión Taurina hacer públicos los exámenes post mortem de las dos primeras corridas, y que en caso de que lo hiciera "podría ser sancionada". Ni para donde hacerse.