LUNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2000

TUMBANDO CAÑA

Limón, historia de un pueblo negro II

Ernesto Márquez/II y última Ť La literatura es otro campo en donde se destacan figuras de la cultura afrocostarricense como Quince Duncan, Eulalia Bernard y Shirley Campbell, quienes han publicado libros tanto de poesía, cuento y otros géneros, con gran impacto en la zona.

Limón cuenta también con una compañía teatral integrada por actores aficionados de todas las edades, quienes viajan a lo largo y ancho del territorio costarricense para hacer saber sus costumbres y tradiciones a través de puestas en escena plenas de ritmo y alegría.

El aporte del elemento negro anglófono se observa hoy día en Costa Rica, en prácticamente todos los ámbitos de la cultura y el quehacer social. Lentamente, y gracias a su entereza y perseverancia, la población negra va insertándose en la sociedad costarricense para darle más vida, más riqueza espiritual y más alma a ese pequeño país.

La historia de la población negra de Costa Rica, especificamente de la región de El Limón, comienza a inicios de 1870, cuando llegan los primeros trabajadores negros a esa zona a construir la línea de ferrocarril que comunicará San José con el naciente Puerto Limón.

Con procedencia de Jamaica, Belice, Curazao, Barbados, Honduras, Trinidad y otros puntos del Caribe, estos trabajadores tenían elementos comunes que los hermanaban: su ancestral raíz africana, su historia de desarraigo y esclavitud y su idioma colonial, el cual, en la mayoría de los casos, era distinto del español hablado en Costa Rica.

La compañía de ferrocarriles y el gobierno costarricense los recibieron con desconfianza y menosprecio que genera la ignorancia y el visceral sentimiento racista. Con la promesa de que serían repatriados conforme se concluyeran los trabajos de la línea.

El sueño de volver a la patria, llámese Jamaica, Trinidad o Curazao, se fue esfumando entre las duras condiciones de trabajo y las violaciones de los contratos laborales por parte de la compañía.

Sin la posibilidad de regreso y en situación de indefinición de estatus migratorio, la población negra angloparlante de Limón comenzó a perfilar su nueva morada en donde vería nacer nuevos hijos, cuya relación con las islas antillanas serían aún menos que la de ellos y con derechos ciudadanos escasos o inexistentes.

Dentro de este marco, los pobladores negros de Limón, permanecieron sin tener la ciudadanía costarricense por medio siglo. La lucha por tener educación correspondiente a sus raíces culturales, hizo que los tempranos pobladores negros de Costa Rica gestionaran algunas soluciones al problema.

El régimen de Costa Rica, en un afán de integración superficial y poco analítico, propuso programas educativos diseñados en el valle central y para el valle central. De esta manera, la población negra anglófona se vió obligada a estudiar en un idioma que no era su lengua materna, una historia que no era la suya y además con maestros poco preparados para entender las diferencias culturales del caso y adaptar los programas o integrar enseñanzas propias de esa cultura.

Paralelamente a la inmigración provocada por las compañías ferrocarrileras, se produjeron otras migraciones espontáneas, principalmente en las zonas ubicadas al sur de Puerto Limón, en lo que hoy se conoce como el cantón de Talamanca.

En virtud de la tradicional movilización en busca de empleo o de mejores condiciones de vida, incentivada por las haciendas azucareras en Cuba, Jamaica y otras de las Antillas mayores, era usual para el habitante del Caribe trasladarse a otra latitudes. De esta manera, llegan pescadores y viajeros que se instalan lentamente en el litoral limonense y fundan poblaciones como Cahuita, Old Harbor (hoy Puerto Viejo) o Manzanillo.

La costumbre de movilizarse a lo largo de la costa, genera una especie de "nación afrocaribeña centroamericana", la cual no reconoce las fronteras de los países, determinadas desde las ciudades capitales de los mismos, por lo general ubicadas en las zonas centrales u occidentales, las cuales mantenían muy poca relación con la costa atlántica debido a la ausencia de carreteras y otros medios de comunicación.

Por otra parte, la ausente participación en los asuntos culturales y políticos de Costa Rica, dirigieron la atención de esta población hacia los movimientos sociopolíticos de la gran región caribe, que atañen directamente a las condiciones de los negros, en pleno proceso de construir su nueva vida pos-esclavitud. Así, figuras como la de Marcus Garvey cobran relevancia en la provincia negra. El gran líder de la negritud en el Caribe, visita Limón y organiza su filial de la Asociación Universal para el Mejoramiento del Negro (UNIA por sus siglas en ingles) y de Black Star Line.

Pobladores de Limón, como John Edward Ivey, participan como uno de los muchos delegados centroamericanos a la convención de la UNIA en 1920 y fue uno de los firmantes de la declaración de derechos.

Tan intensa es esta lucha que han han llegado a desarrollar un idioma propio, una especie de inglés criollo limonense denominado mekatelyu. Asimismo conservan en sus manifestaciones culturales, tradiciones y leyendas, mucho del legado africano. Hay que anotar que si bien el reggae es el ritmo más arraigado entre la etnia negra limonense, el calipso es la música más popular y junto con el carnaval son dos de sus principales expresiones festivas.

Otras son los cantos spirituals en los que el negro patentiza su nostalgia y su fe; por los cuales muestran toda su capacidad de improvisación; y baladas soul acompañadas o bien del piano, de un acordeón diatónico o de un órgano electrónico.

De la población negra de Costa Rica aún hay mucho por decir.

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