LUNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Rude Boys, eskarceros, lumpen y fresas convergieron en el Vive Latino
La banda se cimbró con magistral interpretación de El Gran Silencio
Ť Los regiomontanos minimizaron a The Wailers, Bunbury, Resorte, La Gusana Ciega y Jaguares
Jorge Caballero Ť En el segundo día del Vive Latino, la juventud desenfrenada volvió a desbordar el Foro Sol y en distintos escenarios se vivió un verdadero ambiente festivo.
El personal era variado: primerizos modernos, rude boys, eskaceros, lumpen, y Condesa y Coyoacán way of life. El concierto comenzó puntual con los ganadores del concurso La Resistencia, a los que ni pelaron, pero al salir a escena Chuletita Venegas, con su bellísima indefensión, provocó con sus rolas una lluvia de botellas de plástico y un dulce slam. Regaló playeras con el nombre de su nuevo disco Bueninvento.
La pantalla, al lado de la pizarra, anunciaba la retirada de la Venegas y muchos, al ver su partida, se dirigieron al otro escenario, donde actuaría el grupo chileno Los Tetas, que por más zalamería y procacidades, su hip hop hardcorero nunca prendió a la banda. Su sonido era sucio y descuadrado.
Seguía el grupo puertorriqueño Puya, pero por fortuna canceló. Jumbo fue la banda que resultó una revelación, pues su sonido hizo vibrar con su rock clásico de una vibra melancólica/mística/mágica. Entre el público se respiraba una gran emoción, aunque sus últimas rolas resultaron menos vibrantes, lo que causó que algunos mozalbetes se fueran a buscar cobijo en los escenarios donde se presentaron diversas expresiones artísticas, como performances, mimos, se jugaba al haki, los bolos, diying, danza, que seguro enriquecieron el festival. Había además, zanqueros y graffiteros, que ex profeso lucieron su arte alterno en unas paredes efímeras.
Pero la chiquillada llegó al escenario para escuchar y celebrar a la primera gran banda de la tarde: Sekta Core. Los rude kids enardecieron con el ska-light del grupo haciendo un exquisito/creciente/desbordante slam dance e incesantes head banning. A las cuatro de la tarde, el hambre comenzó a hacer estragos y las inmensas filas se concentraron en las hamburguesas, pizzas, hot dogs, gorditas tacos, tortas y donas; algunos precavidos llevaron sus tortas y sandwiches. Lo que fue cierto es que la afluencia del público disminuyó, pero igual todos estaban dispuestos a festejar.
Como a las seis y media, el escenario de la danza contemporánea premió a sus finalistas. Después llegaron los argentinos de Los Pericos que recibieron una gran ovación, pero su reggae resultó tibio y los chicos se dedicaron de nuevo a deambular. Salieron, entonces, los chúntaros del Gran Silencio, inaugurando su presentación con un poco de revival rascuache con Lo que no fue no será , de José José, en versión cumbia-power.
Ahora sí, el marco era inmejorable, el slam dance se extendía a toda la plancha. La segunda rola, Kano la dedicó a esos que andan fumando haciendo un arrumaco específico (que no se refería precisamente al tabaco). El público comenzó a aventar sus sombreros y una pertinaz lluvia de objetos, playeras, botellas y bolsas, volaron sobre el mosh pit al que todo mundo quería integrarse, aunque era impenetrable. El Gran Silencio dio una ejecución maestra y su emotivo sonido hizo que la gente cimbrara el campo con su baile.
A la cuarta rola, Chúntaro del barrio, Kano Z y Tony bailaron de a gavilán; Vulgar, secundaba en la voz, y absolutamente todos copiaban los pasos de los músicos, además se dieron el lujo de inyectar el virus de su nuevo concepto naco cuando entonaron Dormir soñando con arreglos de una balada-polka. El nivel que tomó el slam era apocalíptico; con Chúntaro style el concierto alcanzó su nivel óptimo y todos lo compartían. El Gran Silencio fue al único grupo que se le pidió el regreso, que sólo fue de una rola.
Siguieron Desorden Público y Los Divididos, cuya actuación se minimizó por la vibrota que dejaron los regios. Faltaba The Wailers, Enrique Bunbury, Resorte, La Gusana Ciega y Jaguares, según el plato fuerte, pero después de la soberbia interpretación de los de Monterrey, quedó en veremos.
En la sala de prensa, algunos niu yurnalist seguían en su lugar, esperando la comida mientras se preocupaban por mandar su nota "a las 8 de la noche", lo que puntualmente hicieron con el único testimonio subjetivo de la pantalla ubicada a un lado de la pizarra. También los fotógrafos mostraron su malestar, porque sólo se les permitió clichar dos rolas por banda, pero no retratar al público.
Denuncian nueva censura contra performanceros
Una tercera denuncia se sumó a la acusación de censura en el festival Vive Latino. Se trata del performance de Ricardo Ortiz, quien proponía "utilizar tres piñatas, 2 con la figura de Mickey Mouse y una de Mimí, perforadas en los genitales, con las cuales desarrollaría algunas acciones para simbolizar distintas actitudes frente a diversas preferencias sexuales". Luis Orozco, de Ocesa, aseguró al artista que no podía usar dichas imágenes por su contenido sexual. "Yo no te censuro, es la gente de arriba". El caso se suma al de Ema Villanueva y Eduardo Flores, quienes se unieron a Ortiz para señalar también que en el acto sí se permitió un performance en el que "los artistas mordieron gallinas vivas en el cuello... arrojándolas después al público, que las pateaba y arrojaba de regreso, hasta que éstas morían. Igualmente un hombre penetró sexualmente a un borrego".