LINES 13 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Irónica suerte la del Partido Revolucionario Institucional: hoy que está de capa caída --acaso herido de muerte-- varias de sus prendas básicas retoñan y florecen no sólo entre sus adversarios de corte nacional --en comicios como los de Jalisco; en algunas actitudes declarativas del presidente electo Fox, y no se diga en los pleitos internos de lo que queda del PRD-- sino inclusive más allá de las fronteras patrias, alcanzando grados de sublimación en terrenos como los estadunidenses. Setenta años de poder forman, necesariamente, una cultura política que alcanza inclusive a los opositores y que, en casos como la disputa entre Al Gore y George W. Bush, adquiere certifificado de exportación.

La política como "misión"

Véase el caso Jalisco: No sólo en esta ocasión electoral, sino en múltiples otras desde que ha llegado al poder, la derecha panista ha abusado de esa posición, empeñada como está en cumplir con la "misión" de "sanear" una sociedad largamente agravia- da por los gobiernos priístas siempre enredados en corruptelas simples y, sobre todo, en la protección bajo tarifa de operaciones de narcotráfico.

A las constantes acusaciones de que, al estilo priísta, el gobierno de Alberto Cárdenas ayudaba en cuanto podía a sus correligionarios panistas, se han añadido ayer chispazos que, si bien no parecen haber incidido de manera importante en el resultado final, sí permiten advertir la tozudez a la que están dispuestos a llegar los líderes del partido blanquiazul para mantenerse en el poder; exhibición que mucho deben atender los priístas que hoy sueñan desde las ruinas que quedaron luego del 2 de julio (Manuel Bartlett, por ejemplo, con sus acusaciones a destiempo contra Zedillo en el Proceso de esta semana), con una recuperación de la Presidencia de la República el 2006 y con la restauración nacional de su partido.

Al estilo Jalisco (priísta)

Ayer, en Jalisco, por ejemplo, se produjeron escenas típicas del priísmo que ha sido derrotado como partido pero que sigue presente en la cultura política del atropello y el abuso: despensas y recursos públicos fueron repartidos en diversos lugares, presuntamente por parte de autoridades municipales panistas; hubo inclusive una página de Internet que "por error" dio a conocer cifras municipales favorables al PAN antes de que se hubieran abierto las urnas electorales, en un "ensayo" de lo que informaría el programa de resultados preliminares.

Gran abstencionismo

A pesar de todo, es evidente que Francisco Ramírez Acuña ha ganado por mayoría (aun cuando Dulce María Sauri convocaba anoche a sus dirigidos a mantener la expectativa de la victoria, e inclusive el candidato tricolor, Jorge Arana Arana, esbozaba una especie de festejo presuntamente triunfador). Una mayoría, para empezar, de poca monta, pues el volumen de abstencionismo se estimaba anoche en 50 por ciento en todo el estado (en el municipio de Puerto Vallarta, por ejemplo, se calculaba un volumen de sufragios de apenas 40 por ciento del total posible). Un triunfo, por lo demás, que matizará los excesos del ala ultraderechista que ha acompañado a Cárdenas Jiménez a lo largo de su gobierno y que está fundamentalmente asociada a Desarrollo Humano Integral, AC. Como es sabido, Ramírez Acuña, virtual próximo gobernador de Jalisco, proviene de una corriente más apegada al panismo tradicional.

Mapaches del mundo, uníos

En otras elecciones, las estadunidenses, han aparecido ribetes que muestran naciente al mapachismo que acá se trata de sepultar. Conforme se escarba asoman más indicios de irregularidades hormiga. Conteos equívocos, presiones a votantes, ocultamiento de papeletas electorales para desalentar a electores y, desde luego, el diseño de boletas confusas como las usadas en el condado de Palm Beach, en Florida, diseño que, desde luego, podría haber hecho con los ojos cerrados cualquier alquimista de mediano pelo recién desempacado de Tabasco.

Apoyar y no apoyar

Y, a propósito de la citada entidad del sureste, el fantasma del priísmo también revolotea sobre el partido del sol azteca. No sólo en cuanto a la reproducción de varias de sus peores costumbres, entre otras justamente las de defraudación electoral, como ha sucedido en contiendas por la dirección nacional, sino también en la actitud de aparentar en público lo que no se comparte en privado. Dado que se vive una feroz pugna por el control de ese partido (y que pasa por la búsqueda de culpables del fracaso del 2 de julio), el caso Tabasco ha pasado a ser un punto más de la batalla interna. En declaraciones, e inclusive en presencias físicas, concurren casi todos los altos personajes de ese partido a apoyar a César Raúl Ojeda Zubieta, pero en corto, en privado, no todos en la elite perredista están a favor de que Andrés Manuel López Obrador ensanche su base social y fuerza institucional.

Policías en Chiapas

Pero mientras los especialistas en asuntos electorales se dan vuelo analizando los pormenores del obsoleto sistema estadunidense, o los enredos de los jueces federales del conflicto de Tabasco (encabezados por un magistrado, Fernando Ojesto, lo suficientemente torpe como para dar por adelantado su opinión personal sobre un expediente sujeto a su consideración), en otro punto del sureste se viven nuevas desgracias: centenares de policías federales han maltratado a indígenas en Chiapas, presuntamente en busca de desbaratar agrupaciones paramilitares. Sea cual sea la filiación política de los agredidos, resulta poco tranquilizante ver una acción policiaca de esa magnitud a contadas semanas de que tome posesión un nuevo presidente de México.

ƑProvocación, pretexto?

Vicente Fox, sin embargo, no ha acusado extrañeza por ese movimiento sospechoso sino que, al contrario, le ha dado su aprobación, al establecer que las instituciones deben actuar sin demora para conservar la paz, e inclusive ha usado un giro expresivo que hace pensar en que la mencionada acometida ha contado con su aprobación o inclusive que ha sido ordenada por él. Ha dicho el guanajuatense que para ese tipo de acciones nadie tiene por qué pedirle permiso. Habríamos de ver los mexicanos las bocanadas de fuego que estarían saliendo de esa misma fuente si a estas alturas hubiera un movimiento que no le consultaran, o que no ordenara él, en una zona estratégica como es Chiapas.

Retiro de tropas y envío de iniciativa

Pero, al estilo priísta, Fox dice una cosa y hace otra. En el caso de Chiapas ha insistido en su presunta disposición total a resolver el conflicto mediante acciones unilaterales como, por ejemplo, el retiro de las fuerzas armadas (retiro que podría verse dificultado, si no es que tal fuera la intención, por estos incidentes violentos en los que ha participado la policía federal militarizada). También ha ofrecido el presidente electo que enviará al Congreso federal la iniciativa de ley que incluya los acuerdos de San Andrés. Como golpe publicitario es bueno tal ofrecimiento pero, en la realidad (no olvidemos: el PRI, la cultura priísta) no es tan bondadosa esa acción pues, a diferencia de lo que parece, el simple hecho de enviar la citada iniciativa no significa más que un acto de buena fe (o de perverso engaño) si no va acompañado del compromiso político de la bancada blanquiazul de votarla de manera positiva. Ya varios destacados dirigentes legislativos panistas han adelantado su oposición a dicha iniciativa. Fox, sin embargo, podrá argumentar que ha cumplido con una de las condiciones zapatistas para la paz, aunque el PAN, en supuesto ejercicio de su absoluta libertad, haya votado en contra. En el régimen priísta los presidentes solían disfrazar sus decisiones usando al tricolor como presunto órgano autónomo: "lo que diga el partido", comentaban a sus interlo- cutores, en espera de que éstos se retiraran para, entonces, dar la orden precisa que el tal partido habría de asumir como propia.

El PRI, el viejo PRI, ƑQuién dijo que ha muerto?

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