DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Revela un estudio que la moral católica ha dejado de ser punto único de referencia
Pierde peso el factor religioso en el ejercicio sexual
Angeles Cruz Ť En México los jóvenes ejercen su sexualidad en medio de mensajes cruzados de la moral católica y la evidencia científica. Ninguno de ellos es definitorio y más bien coexisten en la mentalidad de las personas que actúan según su propios deseos, necesidades y su particular manera de ver el mundo, afirmó la investigadora Ana Amuchástegui.
Destacó que la diversidad cultural y social del país ha dejado de ser significativa cuando se trata del ejercicio de la sexualidad. El comportamiento de la sociedad en este aspecto está más bien condicionado al nivel educativo, a la cantidad de información que hayan recibido por los diferentes medios y a la experiencia migratoria que hayan tenido las personas (hombres y mujeres), fundamentalmente.
La investigadora, integrante del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, recién concluyó el estudio Virginidad e iniciación sexual: experiencias y significados, en el cual detectó que ha dejado de prevalecer el discurso religioso como condicionante de la actitud sexual de las personas.
Anteriormente, comentó, prevalecían discursos totales, algo era bueno o malo; ahora los jóvenes están tratando de encontrar un sentido propio en el mundo de significados que reciben de diferentes fuentes de información (radio, televisión, revistas).
La investigación consistió en entrevistas a personas de entre 15 y 30 años (12 hombres y 11 mujeres), habitantes de una comunidad zapoteca de Oaxaca, una comunidad rural de Guanajuato y una colonia popular del Distrito Federal. El objetivo, explicó Amuchástegui, es dar cuenta de lo que para este tipo de población significa la virginidad y la primera experiencia sexual, si es que ya la hubo.
Si bien los entrevistados reflejaron un código moral que pretendía regular el acceso sexual de los hombres a las mujeres y proscribía toda expresión sexual de parte de éstas fuera del matrimonio, en los hechos prácticamente todos justificaron el coito extramarital ante la presencia del amor y, en ocasiones, como un derecho de cada individuo, sea hombre o mujer.
La virginidad sigue siendo considerada indispensable para que una mujer sea merecedora de la promesa de matrimonio, señalaron las personas objeto de estudio, pero para los jóvenes no es fundamental esta condición para decidir si se casan o no con la mujer que ha tenido experiencias sexuales previas.
Con excepción de los participantes urbanos, quienes en el discurso otorgaron a la mujer un mayor derecho al deseo sexual, todos los demás hombres entrevistados sostuvieron que es prerrogativa del varón aceptar o repudiar a una joven de la que se sospecha que no es virgen.
Por el lado de las mujeres esta misma concepción se reflejó en las entrevistas, salvo en los casos de quienes viven en las ciudades o que han tenido experiencia de trabajo fuera del lugar de origen.
Las encuestas arrojaron información sobre dos tipos de saber respecto a la sexualidad: el conocimiento científico, provisto por las escuelas, y el saber sensual. Para ambos sexos es aceptado el primero. Consideraron necesario el conocimiento de los aparatos reproductivos y de los métodos de planificación familiar, entre otros; pero el conocimiento sobre el placer, el disfrute del acto sexual es prerrogativa de los hombres. Una mujer que demuestra tener este conocimiento indica que ha tenido experiencias previas y, por lo tanto, no es merecedora de respeto ni de una promesa de matrimonio.
Sin embargo, insistió Amuchástegui, aunque los entrevistados dijeron que las mujeres deberían mantenerse vírgenes hasta el matrimonio, prácticamente ninguno de ellos cumplió con esta condición. Incluso hubo mujeres que tuvieron relaciones sexuales con hombres que no terminaron siendo sus esposos.
Entre la población femenina también se detectaron diferencias significativas en su capacidad de placer, dependiendo de si su primera experiencia sexual fue hasta el matrimonio o si ocurrió antes de éste. En contraste con las que llegaron vírgenes al matrimonio, las que tuvieron una pareja casual o un novio informal evidenciaron un mayor sentido de su derecho al deseo sexual y no expresaron temor.
En las zonas urbanas las mujeres reclamaron su derecho a tener relaciones sexuales prematrimoniales justo como lo hacen los hombres.
La investigación de Amuchástegui fue editada en un libro con el apoyo de Population Council. La presentación de la obra tendrá lugar mañana, lunes, a las 18:30 horas en la Casa del Tiempo de la UAM, ubicada en Pedro Antonio de los Santos 84, colonia San Miguel Chapultepec.