VIERNES 10 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Horacio Labastida Ť
Juárez en La Habana
El pasado lunes 6, en la Avenida de los Presidentes de la bellísima capital de Cuba, ante Fidel Castro sin guardias ni personal de protección, fue develada la bella escultura del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, donada por legisladores mexicanos. El acto, lleno de emoción y respeto sin límites, fue sin duda símbolo de la más pura y noble conciencia latinoamericana. A cierta distancia luce la estremecedora figura del libertador Simón Bolívar y su inmarcesible sueño de unidad panamericana. ƑCómo evitar que la opresión de los encumbrados sobre los débiles impida el florecimiento de la soberanía de los pueblos? Bolívar dio una respuesta clara y utópica: propuso que las jóvenes naciones del continente descubierto por Colón, incluido Estados Unidos de Norteamérica y los principios de su célebre Declaración de 1776, acordaran solidaridad y reconocimiento mutuos en un congreso ecuménico, limpio, representativo y guiado por los más altos valores de la moral social, propuesta que al fin fracasó en Panamá (1826), en medio de diferencias, revueltas y guerras irreconciliables.
La tragedia del homo sapiens fue dolorosamente escenificada en el mundo clásico. Esparta, bien disciplinada y dueña de un poder militar invencible, hizo pedazos el espíritu ateniense, planteándose desde entonces el aperplejante problema de la lucha entre la razón liberadora y la fuerza opresora del hombre. Lo entendió Bolívar al final de su vida: la inteligencia es incapaz de purgar las luchas de intereses clasistas mientras no logre excluir las causas que los enfrentan en batallas donde casi siempre triunfa el más rico y mejor armado.
Y esa lección estuvo presente aquel lunes, en La Habana. ƑEs acaso, preguntábanse muchos de los asistentes, una necesidad histórica que la libertad de los más sea mancillada por la arbitrariedad y los cañonazos de las minorías acaudaladas? La enseñanza de Benito Juárez es múltiple y señera. Nunca México se halló tan menguado en sus apuntalamientos materiales como lo estuvo al concluir la Guerra de Tres Años, en el ocaso de 1860, cuando huyeron en desbandada los conservadores Miramón, Márquez, Zuloaga y los soldados que los acompañaban luego de la victoria de Calpulalpan; y esta aguda pobreza obligó la suspensión del servicio de la deuda, en 17 de julio de 1861, decreto que sirvió de pretexto al en ese tiempo ínclito Napoleón III y su pelele Maximiliano para invadir México y propiciar la coronación del sombrío emperador extranjero. Cargado de sus hartas escaseces, el pobre defendió la dignidad de México hasta con armas de madera y encapuchadas agrupaciones rebeldes que detenían el avance de los ejércitos galos. Probó el 5 de mayo de 1862, en las poblanas colinas de Loreto y Guadalupe, que el espíritu se impone sobre las bayonetas si connota los sentimientos y la voluntad del pueblo; y esta admirable experiencia repetiríase casi un lustro después, hacia 1867, en el momento en que los abatidos y golpeados militares franceses por las guerrillas mexicanas, regresaron a su país para enfrentar al amenazante conquistador prusiano. El ejemplo está vivo en la historia: los débiles derrotan a los fuertes cuando izan las banderas de la civilización contra la barbarie. En el siglo XX los regimientos del vietnamita general Giap pusieron en fuga la ira desatada por el gobierno de Richard Nixon, en 1973. Y en este gran marco de ventura humana, al restaurar Juárez la República gravó para siempre un principio superior en las relaciones internacionales: el respeto al derecho ajeno es la paz; es decir, no puede prevalecer una vida próspera y progresista si de algún modo las elites del dinero y de las bombas atómicas y no atómicas violan el derecho de autodeterminación de las naciones; la única manera de garantizar el bienestar común es el respeto a la soberanía de los hombres.
ƑNo es trascendental en los principios del siglo XXI que El Benemérito esté junto y al lado del pueblo cubano, perseguido, bloqueado, combatido por los personeros en Washington del capitalismo trasnacional, únicamente porque aceptando las enseñanzas del heroico José Martí exigen respeto al decoro que les corresponde como ciudadanos de una república independiente? Consta desde 1959 que Cuba no está dispuesta a someterse a los designios dominantes de la Casa Blanca, y por esto Benito Juárez la acompaña desde su nueva residencia en la Avenida de los Presidentes.