MIERCOLES 8 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Nueva novela del prosista chileno Manuel S. Garrido


Las horas de la eternidad, reflejo de la nostalgia y la desesperanza

Ť Proyectó en el personaje de Musante su ideal de la política

Ť Un intento por educar al lector en la muerte y la frustración

César Güemes Ť Hace casi 30 años salió de su natal Chile para refugiarse en Argentina donde el estado de cosas, se daría cuenta al llegar, estaba peor aún. Por ello pasó nueve meses en un convento en el que se fue encariñando de una monja de nombre María, relacionada con el grupo armado de los Montoneros, a la izquierda de la guerrilla y del propio Perón. Musante se llama hoy ese personaje que reconstruye lo que no supo ver en su momento, la pasión amorosa opacada por la pasión política. Habita en una novela de título Las horas de la eternidad (Mondadori), que acaba de dar a conocer su autor, el prosista chileno Manuel S. Garrido que hace 27 años llegó a México, luego de conocer y tratar en Argentina a lo largo de nueve meses, dentro de un convento que le sirvió de refugio, a una monja de nombre María, vinculada a los Montoneros.

-Parece que una historia de orden sentimental todavía puede plantearse si tiene el marco de un acontecimiento histórico como la violencia en Chile y Argentina de los años setenta.

-Ese es el problema central: la novela es esencialmente nostálgica. Y sin embargo, advierto que no está escrita desde la nostalgia pura. La hay, lo mismo que hay dolor. Acaso porque el sentimiento aquel es añoranza de algo que ha muerto en mí, algo que no tengo pero tuve. Musante, el protagonista, es un poco la representación de esa parte, por eso es tan desesperanzado, tan atormentado.

"Ha muerto en mí la idea gloriosa de la política que lo podía todo, la posibilidad de tener el destino en las manos para moldearlo. Nosotros fuimos una generación que venía del plantemiento que decía 'la historia la hacen los pueblos'. Lamentablemente hoy los pueblos están excluidos de toda decisión en torno al porvenir del mundo. Siento hasta cierto punto que ha muerto en mí la idea de las proezas políticas, lo que representa Musante, y quizá echo mucho de menos esa parte. Por eso la novela es nostálgica aunque está escrita desde el intento de educar al lector en la muerte y hasta en la frustración".

-Si Musante implica a esa parte desesperanzada socialmente, qué dices de María: Ƒes la posibilidad de la lucha individual?

-Ella es paradójicamente lo que él tuvo en el convento en esa mujer y no vio. Y acaso por eso no se rencuentra con ella cuando la mira a los ojos y piensa que van a compartir todos los recuerdos de entonces. Así que él no la miró sino desde donde quiso: desde el erotismo y la pasión. Sin saber si en la novela se da esta relación física entre ellos, el caso es que Musante estuvo perturbado entre dos pasiones, la política y la erótica.

Su encuentro con la monja 30 años después es cuando cree verla en Francfort y cuando comienza a contemplarla a través del recuerdo. El no vio que el convento y las monjas constituían el universo de lo femenino perseguido, violado y excluido.

Las monjas fuera de la iglesia que son el otro lado de la misma medalla de todos los excluidos del mundo.

-El hecho de que te remitieras a estos personajes que pierden o que no saben cuándo han ganado, Ƒtiene que ver con un estado de ánimo particular en tu escritura?

-No lo creo, me siento muy vital como autor. Si ya te dije qué murió en mí, te digo lo que vive: la idea de que el destino fue benévolo conmigo, porque estoy vivo y habito en México. Aquí encontré una de mis patrias, escribo, tengo amigos, opino de política aun sin ser mexicano. México me ha perdonado en ese sentido.

-A quien no has perdonado es a esa época de Chile que te correspondió. La prueba es esta novela.

-Pues a 27 años de entonces, es verdad. A lo mejor todavía no nos perdonamos. No sé si lo hagamos algún día. Sara Sefchovich se preguntaba sobre este libro cuántas novelas más cabría esperar de los exiliados chilenos, argentinos o de diversos países nuestros, para que se disipe el desgarro. Creo que esa pregunta puede tener una respuesta fuerte pero real: a lo mejor quedamos marcados para siempre. Fuimos una generación que quedó atrapada en la perversidad del bien y el mal histórico. A lo mejor por eso la monja María se esmeraba tanto en decirle a Musante que cuando le dolía dios era porque estaba demasiado presente en la historia y por eso prefería la eternidad.

-ƑDe dónde viene el nombre de Musante?

-De un personaje cinematográfico y de un juego de palabras con las iniciales del mío.

-ƑPodríamos pensar que en algún momento fuiste cercano a una monja como la de la novela?

-Podemos decirlo ahora: cuando salí de Chile me encontré con que en Argentina las cosas estaban peores. Por eso me refugié nueve meses en un convento y por eso conocí a María.

-ƑVive la mujer, la has visto?

-Creí verla en Francfort, hace poco. La seguí pero no pude hablarle. Pienso que murió en los años setenta por su relación con los Montoneros. Por eso no fue posible que se encontrara con Musante, ni siquiera en una novela.