MIERCOLES 8 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Bernardo Bátiz Vázquez Ť
Fox y su palabra
De alguna manera la política se hace con palabras; en política, hablar es actuar, aun cuando se requieran además, y después de hablar, acciones concretas que hagan realidad las palabras. Un político se mide por lo que dice y por la congruencia entre sus declaraciones y sus decisiones posteriores.
El presidente electo, Vicente Fox, gusta de hablar y de hablar en demasía, en lo cual tiene relativamente la razón, puesto que un hombre público es en buena medida un comunicador.
Las declaraciones políticas, como todo, no podemos olvidarlo, tienen forma y fondo, y no es cierto, como decía don Jesús Reyes Heroles, que en esta materia la forma es fondo; la forma es el revestimiento exterior del contenido y debe ser, en un estado de derecho, apegada a la ley, y en un sistema republicano, expresada en un lenguaje accesible, sencillo y al alcance de todos.
En cuanto al fondo, la política debe buscar bienes socialmente valiosos, esto es, que favorezcan a la colectividad en su conjunto y no a sectores de ella o a grupos particulares.
Un buen político requiere para su discurso de una forma adecuada, que a su vez exige la asesoría de buenos abogados y de buenos comunicadores sociales, pero debe, por encima de todo, buscar fines sociales congruentes con su propio pensamiento, con la doctrina del partido que lo propuso y con los grandes principios que se encuentran en nuestra Constitución.
El presidente electo ha sido muy hábil en un aspecto formal de su discurso, en el que se vale de un lenguaje popular que toca a veces los linderos de lo populachero y superficial, pero que ha gustado, especialmente para efectos de campaña.
Ahora, ya con el cargo sobre sus espaldas, ha tratado de modificar su forma de expresarse y es natural, puesto que se enfrenta ahora a un hecho diferente. En campaña sus palabras estaban dirigidas a potenciales votantes y, por tanto, debían ser convincentes y provocativas, su contenido tenía que destacar los puntos de quiebre con el sistema del que los ciudadanos estaban ya hartos.
Hoy sus palabras son más comprometedoras que antes y lo que dice le obliga; el tiempo del jugueteo superficial y la esgrima verbal de sus publicistas ha terminado, ahora viene el momento de la verdad.
Por ello tiene que ser más preciso y certero; por ejemplo, si dice que la imposición del IVA a medicinas y alimentos no perjudicará a 4 millones de familias pobres, tiene que agregar cómo; para establecer el nuevo impuesto ya sabemos que basta que lo apruebe el Congreso, para ser una excepción a los más pobres hay muchas cosas que deben ser definidas de antemano, entre ellas, cómo se van a identificar esos pobres, cómo van a sobrevivir pagando medicinas caras en tanto se les devuelve en servicios lo que pagaron, y de qué manera va a incluirse en el presupuesto el ingreso extra que se obtenga de ese aumento a la citada carga social.
El recordado panista José Angel Conchello decía que un peso que no se cobra de impuestos, es un peso que gasta el pueblo y muchos pesos así gastados renuevan la economía y a la larga benefician también al sistema impositivo. Fox debe ser muy preciso en lo que diga, principalmente en esta materia, y no puede olvidar lo que un economista sincero de su partido afirmó; debe definir si está realmente a favor del pueblo o pidió su voto tan sólo para llegar al poder y ahora hará lo contrario a lo que este pueblo espera.