MIERCOLES 8 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Luis Linares Zapata Ť
Las tribulaciones del PRI
En el antiguo régimen, que a veces parece desmoronarse con el simple golpe del viento, la actualidad de la nación pasaba, casi por necesidad intrínseca, entre los corrillos y oficinas del PRI. Y el centro del escenario lo ocupaban, con cierta exclusividad, los priístas. Hoy han sido despojados, a golpes de votos, de ese cuasi monopolio de la realidad oficial que tantos gratos momentos les propició. Pero todavía el viejo partido es digno de análisis y atrae las miradas como ninguno otro, aunque su alma sufre por la inminente pérdida, el primero de diciembre, de su centro gravitacional; y sus guías sobrevivientes, dispersos y desorientados, se enfrascan en disputas periodísticas de detalle y en intentos por retener sus feudos, aunque sea a costa del escándalo y la maroma como en Tabasco.
Pero el PRI ciertamente ya no es el mismo de antes. Vaga extraviado y se ajusta con torpeza, rijosidad y vaivenes a un presente que todavía no aprehende a cabalidad, que en mucho le ha rechazado sus ofrecimientos y que ha castigado sus conductas desviadas. Es, sin duda, un organismo quebrantado pero aún vital y abigarrado en experiencia. El futuro lo tiene destemplado y busca en sus entrañas dónde colocar la primera piedra para una construcción acorde con los tiempos. Su pasado lo envuelve y no quiere abandonarlo en manos de los historiadores, sino que lo sigue arropando como si en ello le fuera algo más que la vestidura, le rasgaran la piel o le acuchillaran parte de las roídas entrañas. Varios de sus personajes, que lo atan al autoritarismo y a la corrupción cínica de épocas en algo idas, para bien de los mexicanos, siguen medrando con sus restos, son objeto de sentidos homenajes o los candidatean para ser dirigentes. Hoy mismo, un gobernador hablantín y torvo (Murat) se atreve a recatar la figura de Cervera Pacheco para cuando deje su gubernatura de once años y lo propone para ocupar un nuevo empleo, el mejor que el partido tiene disponible. šCuánta pérdida de contacto con los electores de hoy y más con los del mañana!
El PRI ya no es el invencible de otrora. Tampoco puede decirse que es el partido en el gobierno pero, aun así, mantiene una cuota de poder inmensa y ciertamente crucial para múltiples asuntos que aquejan o alegran a la República. Ya no es el receptáculo misterioso del quehacer público, donde se santificaban los rituales y el espacio en que habitaban y se nutrían los hombres y mujeres que mandaron en el país. Pero sigue reteniendo un cacho nada despreciable del talento político al que hay que auxiliar con crítica y apoyo para que asimile su derrota, reconozca sus yerros y se sitúe de cara a esta cultura ciudadana que lo ha enviado al semidestierro. Modernidad a la que tan penosamente se ajusta. No entiende a cabalidad su situación y menos todavía maneja los tiempos para su refundación, vuelta a la lucha por los puestos públicos y a los trabajos por la República de bienestar para todos. No ha podido definir tampoco una agenda actualizada y atractiva. Su recuperación la creen cercana y hasta inevitable en muchos sentidos y están equivocados en sus cálculos primerizos. Los confunden con sus deseos y afanes de revancha. Menosprecian a los recién llegados al firmamento de la fama y los botones de mando. Los ven improvisados, y en varios sentidos efectivamente lo son. Pero aprenderán con rapidez y cada día que pase los necesitarán menos si no logran plantarse de frente a las necesidades de los electores y si no tienden puentes, hacen amarres y los atraen, por millones, para que tachen sus boletas.
Al PRI le hace falta verse en el espejo de la oposición. Aquélla que debe asumirse y presentarse como una seria opción de gobierno en el plazo más corto posible. Pero hay que decirles que su ruta no está en el mapa del imaginario colectivo. Les hacen falta numerosos señalamientos para guiarse con ellos, puertos intermedios de llegada, preparación de nuevos liderazgos efectivos para la contienda, planes viables, programas que apuntalen sus objetivos, reglas claras del juego a su interior y cuadros de apoyo entusiastas e informados. Quieren los priístas dar saltos gigantescos y nombrar desde un inicio a sus candidatos a la presidencia del CEN en cenáculos de gobernadores, sin auscultar, con los debidos instrumentos a sus bases, a sus corrientes y a sus simpatizantes. No han reparado en el hecho de que, a lo mejor, la mitad de esos gobernadores no andará entre los predilectos dentro de un año.
Es imposible organizarse sin tantear el campo de batalla. Saber que un gran pedazo del pastel del poder ha quedado fuera de las fronteras de México. Es indispensable que se ajusten al inseparable dúo de poder y votos para la gobernación. Sí, los votos, esa especie que tanto ningunearon ahora les reclama su distancia y mal trato.
Llegó el momento de mirar al auditorio y sus necesidades y no siempre para arriba y a los lados. Percatarse del amplio, amplísimo segmento de la población necesitada que quiere insertarse, con dignidad local, en la actualidad del mundo en ardua competencia. Tratar, en fin, de convertirse en el partido de centro-izquierda más grande de los que hoy se conocen, pues se tiene la capacidad para ello y olvidarse, entonces, de los que les auguran sólo penurias, quiebres dramáticos y enfermedades terminales.