Ť FUSILERIAS
Trigueña. Brazos frágiles. Largas y esbeltas piernas, casi interminables. Un rostro que transmite una tranquilidad inalterable. No, no es la heroína de una película. Es la realizadora del largometraje The virgin suicides, opera prima basada en la novela de Jeffrey Eugenides. Su nombre: Sofia Coppola.
La joven cineasta asegura que no escribió ni dirigió esta cinta, definida ''obra bella y venenosa" por Nicolas Rey, crítico de Le Figaro Magazine, por nostalgia de adolescencia, sino porque quería precisamente ver esta historia en imágenes, algo que, por cierto, no le recomendó su célebre padre, Francis Ford. Es manifiesta la voluntad, casi profesional, de hacer un poema alrededor de esta etapa sensible, pesada y evanescente de la vida.
Después de todo, dice la directora, a los 13 años una es más inteligente que las leyes que se nos imponen. Es lo que podría haber dicho Cecilia, uno de los personajes del filme, primera en abrirse las venas al inicio de la historia de cinco iconos estudiantiles y su alter ego masculino, Trip Fontaine, interpretado por Josh Harnett. La intención, dice, no fue hacer un drama realista, más bien una serie de recuerdos.
El enorme flash black empleado concluye 15 años más tarde, con un Fontaine internado en una granja de desintoxicación. ''Me encanta la forma en que termina Trip. Representa el hecho de que nada dura en verdad". Eso es lo que quiso evocar la joven realizadora, esa ruta de las estrellas de nuestra adolescencia que se alejan de un campo a otro. Y la combinación de fotografía, música y escritura que es el cine le pareció el mejor lugar para transmitir este misterio.
Ex fotógrafa y ex estilista, la hija del autor de Apocalypse now se define como sarcástica y cínica, y declara su gusto por Lolita, la novela de Vladimir Nabokov que ella encuentra ''chistosa y patética". Resta esperar la exhibición de esas memorias de los 14 años que lleva por nombre The virgin suicides.