Ť Marco Rascón Ť

La huelga de hambre en Argentina

!Que se cumpla a rajatabla la Constitución!, demandan los doce presos políticos de La Tablada, Argentina, luego de 57 días en huelga de hambre y más de once años en prisión, ya que enfrentan un proceso de excepción que les ha impedido apelar a segundas instancias de las condenas, impuestas por el régimen de Saúl Menem, por la falta de carácter de Fernando de la Rúa. Y el Congreso argentino no mueve un dedo para legislar en torno a la aberración jurídica que los mantiene en la cárcel mientras siguen sin castigo los militares genocidas.

El caso de los presos de La Tablada adquiere relevancia continental en la medida que es el ejemplo de la falta de equidad y de complicidad de las nuevas oligarquías globalizadas con y a favor de torturadores, asesinos y genocidas que, en el caso argentino, se llamó Ley de Punto Final y Obediencia Debida, y que en México se impulsa sigilosamente para proteger a los responsables de los crímenes del 68, del 71, de los desaparecidos y de los perredistas asesinados por el régimen priísta a lo largo de los últimos 32 años.

De la Rúa se coloca a la vanguardia del nuevo modelo de democracia sin adjetivo, que podría inspirar al foxismo, porque muestra la nueva cara de una oligarquía que decidió un sistema de recambio político que debe proteger todos los secretos de Estado, hacer un manejo discrecional de las leyes, la corrupción entre empresarios y gobiernos, y los actos represivos violatorios de garantías individuales constitucionales.

En Argentina, este proceso va por delante y configura la certeza de que la hegemonía estadunidense domina América Latina a partir de modelos que va cambiando de acuerdo con las circunstancias. De esa manera se sirvió de las dictaduras militares e impuso las bases del neoliberalismo con Pinochet o Videla. Luego vinieron los esquemas de transición hacia la democracia electoral, perdonando a los antiguos genocidas y castigando implacablemente a quienes los combatieron en el lugar y en el tiempo correctos.

A los presos políticos de La Tablada no se les perdona que se hayan rebelado, una vez que desde la verdad global se había decretado que en Argentina ya había democracia. La desigualdad e inconstitucionalidad que mantiene presos a esos doce hombres es un mensaje contra cualquier intento de cuestionar a las nuevas democracias de la globalización que surgieron a cambio de ceder soberanía y rendirse frente al nuevo orden económico; es un mensaje para marcar que los caminos del neoliberalismo son indiscutibles y que las acciones contra la injusticia social y la pobreza sólo tienen como cauce los instrumentos de la globalización y la filantropía.

Paradójicamente, el Estado argentino protege a genocidas y criminales que salieron al exterior por negocios, caso ejemplar es el de Miguel Angel Cavallo, a quien lo defiende de la demanda de extradición a España argumentando "soberanía", pero con ese mismo argumento castiga, como en los mejores tiempos de la guerra sucia, a quienes fueron víctimas sistemáticas de la represión militar.

Con 57 días en huelga de hambre, los presos políticos de La Tablada han decidido continuar hasta el final su posición. El tiempo es escaso, ya que su salud se ha deteriorado y han pérdido más de 20 por ciento de su peso los doce huelgistas a los cuales De la Rúa y el Congreso argentino han respondido con indiferencia, pese a los llamados de todos los organismos internacionales con muchos de los cuales el gobierno argentino ha firmado pactos sobre la aplicación de la "igualdad de la ley", pero que en este caso son de excepción.

La respuesta gubernamental ha dejado a los huelguistas en una posición inflexible. La presión de los militares busca nuevas víctimas y el peligro es que en unos días la muerte sobrevenga en alguno de los presos políticos, que no han dejado de hacer llamados al mundo: han expuesto que la aplicación de las leyes es parcial no sólo en las dictaduras militares, sino en las nuevas democracias.

Para la izquierda mexicana, el caso de La Tablada debería ser, además de un acto de solidaridad, un punto para el análisis, pues revela que no hay disposición para cambios esenciales, sino que está en curso la invención de nuevas formas de intolerancia.

Entre esos presos se encuentra Enrique Gorriarán Merlo, quien fue extraditado de manera ilegal y cómplice por el gobierno mexicano; para él y el resto de los prisioneros no hay perdón ni amnistías ni puntos finales, sino el rencor extendido de la oligarquía local, la cual pretende ganar prestigio encabezando una posición que considera ejemplar.

Para expresar su solidaridad, escribir a [email protected] y seguir diariamente esta lucha que ha llegado a un punto crítico.

 

 

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