MARTES 7 DE NOVIEMBRE DE 2000

 

Ť Luis Hernández Navarro Ť

Fox y Chiapas

Vicente Fox anunció que tan pronto asuma la Presidencia de la República enviará al Congreso de la Unión la propuesta de reformas constitucionales sobre derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa. Cumplirá así un compromiso asumido durante su campaña electoral.

ƑAyudará esta medida a crear condiciones favorables para el restablecimiento del diálogo con el EZLN? ƑSerá parte de un plan general para distender el estado o una medida publicitaria de la nueva administración?

El que el presidente electo presente la iniciativa "en seco", es decir, sin negociación con los partidos políticos, propiciará que sea más difícil que la propuesta de la Cocopa sea aprobada por esta legislatura. Ciertamente, ya terminaron los tiempos en que el Congreso acataba ciegamente una orientación del Ejecutivo, pero éste no es el caso. En las negociaciones de San Andrés el gobierno federal asumió la representación del Estado mexicano y no sólo de uno de sus poderes; las conclusiones del documento comprometen a todos ellos. La propuesta de la Cocopa --además de recoger lo pactado en San Andrés-- fue elaborada con la representación del conjunto de los partidos con representación parlamentaria. Sus integrantes actuaron a nombre del interés general de la nación y no de las posiciones particulares de sus institutos políticos. ƑRespetará Fox estos principios o tan sólo buscará pasar "el paquete" al Congreso?

Es un enigma lo que el futuro jefe del Ejecutivo piensa sobre los acuerdos de San Andrés. ƑPresenta la iniciativa de la Cocopa para salir del paso o porque piensa que es justa? Hasta el momento no ha solicitado a su partido --el PAN-- y su aliado --el PVEM-- que retiren sus propuestas de reforma constitucional. Estas se oponen en aspectos básicos a lo pactado el 16 de febrero de 1996 entre el gobierno federal y los zapatistas. Si de verdad quiere que el documento de la Cocopa sea aprobado, debería hacerlo.

A más de cuatro meses de su triunfo electoral, Fox no ha dicho una palabra de lo que piensa sobre el EZLN o acerca del conflicto en Chiapas. Ha señalado que quiere reunirse con los rebeldes, pero no ha señalado para qué. Ha nombrado al ex integrante de la Cocopa Luis H. Alvarez para atender el problema, pero no ha presentado una propuesta de solución.

Cualquier proceso de paz comienza por el reconocimiento del otro. Tanto Manuel Camacho, el primer comisionado de paz, como el presidente Zedillo durante su toma de posesión, hace casi seis años, dijeron cómo veían a los zapatistas: "fuerza política en formación" y "mexicanos inconformes" son algunos de los términos que utilizaron antes del reconocimiento del EZLN en la ley del 11 de marzo de 1995. El futuro presidente no ha dado un paso tan elemental como ése.

Queda, además, la incógnita de cuáles serán las medidas que tomará para resolver el conflicto.

El plan, que el día de hoy (7 de noviembre) anuncia en este diario, está plagado de generalidades y falta de precisión en los asuntos sustantivos. El desarme de las guardias blancas es plausible, pero insuficiente; el problema no son éstas --que evidentemente existen--sino los grupos paramilitares, a los que ni siquiera menciona.

Su pretensión de desarrollar el estado no se resuelve con maquiladoras, sino afectando a los grupos de poder en la entidad y cambiando los términos de relación con la Federación. ƑEstá dispuesto a hacerlo? ƑCómo piensa dar solución a las causas que originaron el conflicto? ƑQué hará el Ejército en la entidad? ƑQué sucederá con todas las mesas de trabajo de San Andrés que quedaron pendientes? ƑCómo enfrentará las reformas que demandan los zapatistas y sus aliados, y que van más allá de la cuestión indígena? ƑCuál es su punto de vista sobre la reinserción de los rebeldes? ƑQué opina de la declaratoria de guerra del EZLN? ƑQué cree que hay que hacer con las bases de apoyo zapatistas presas? ƑQué tipo de mediación supone que se requiere? A ninguna de estas interrogantes ha dado respuesta el futuro presidente.

Hasta ahora, el equipo de transición ha abordado la insurrección chiapaneca con poca prudencia y falta de profesionalismo. Sus integrantes se han contradicho en cosas tan elementales como si existen o no contactos con los zapatistas y qué hacer ante el posible retiro del ejército. Durante meses dedicaron sus esfuerzos a entablar relación con los rebeldes, en lugar de crear las condiciones para hacerlo. Construyeron una interlocución a modo dentro del movimiento indígena al margen de los sectores que han protagonizado las más importantes luchas en el país.

Si la presentación de la iniciativa de la Cocopa queda como un hecho aislado, desvinculado de una política de reconocimiento del zapatismo y de la creación de condiciones verdaderas para el restablecimiento del diálogo, pasará a la historia como un acto publicitario del nuevo gobierno, pero no como un genuino gesto de paz destinado a crear condiciones de credibilidad y confianza. Será una oportunidad única desperdiciada.