MARTES 7 DE NOVIEMBRE DE 2000

 

Ť Alberto Aziz Nassif Ť

ƑSeguirá el corporativismo?

Un mes antes de que entre en funciones el próximo gobierno, los líderes del sindicalismo oficial --el corporativismo en pleno-- fueron a presentar sus cartas credenciales al presidente electo, Vicente Fox, para ofrecerle sus mercancías: control y estabilidad, a cambio de ser los interlocutores privilegiados del nuevo gobierno para regular las relaciones laborales.

Con un discurso institucional que quiere superar la vieja "alianza" histórica del movimiento obrero con los gobiernos del PRI, los líderes sindicales --popularmente conocidos como charros-- asumen ahora que el próximo gobierno fue electo de forma democrática, situación que ellos no conocen ni en sueños, y que esa condición es suficiente para ser aliados. Sin embargo, si el gobierno de Fox quiere un cambio realmente democrático en el mundo laboral no puede desconocer que el corporativismo y la simulación de ese sector social son opuestos a sus objetivos.

ƑSe puede acomodar en un mismo jarrito al viejo sindicalismo corporativo y al gobierno panista con sus banderas democráticas sin quebrarlo? ƑSon compatibles la simulación y el control con la democracia y el cambio de régimen? Después de la democracia electoral puede venir la democracia sindical, pero también puede ser que no pase nada y que el panismo gobernante simplemente se acomode al corporativismo. La reunión entre Fox, Carlos Abascal y los líderes del Congreso del Trabajo (CT) deja claro que los cambios en el mundo laboral no sólo no están garantizados de forma automática, sino que tendrán que pasar por una larga y desgastante lucha. El CT ofrece al nuevo gobierno una estabilidad que es en realidad pura ficción, porque actualmente se han suprimido los derechos laborales; ya no sólo se trata de control, sino de máscaras, contratos que sólo conocen los líderes y los empresarios; son documentos secretos que permanecen encerrados en un cajón para que los inversionistas se sientan cómodos al traer su dinero a México. ƑA quién le interesa la democracia sindical cuando hay contratos de protección que evitan todos los problemas?

ƑEstamos frente al inicio de otra relación perversa entre el gobierno y los sindicatos? Los gobiernos del PRI pervirtieron la relación con el movimiento obrero y éste se acomodó a los favores y privilegios; la mediación se hizo a través de una casta de líderes eternos que terminaron por representar sólo sus propios intereses sin dar cuentas a nadie.

La historia es larga: después de varios fracasos para hacer una alianza entre sindicatos y gobierno en la década de los años veinte, durante el cardenismo la alianza llegó a su punto culminante, después evolucionó hacia una relación de subordinación, y durante el alemanismo quedó instalada la maquinaria que puso en práctica los métodos de represión y de control que siguen vigentes. Más tarde, en el neoliberalismo, esa maquinaria fue muy útil porque sirvió para contener el malestar de los trabajadores frente a la restructuración económica. Después del 2 de julio, el CT considera que llegó la hora de ajustarse y hacer los cambios necesarios: donde decía "revolucionario", hay que ponerle "institucional", y donde decía "conquistas históricas", hay que decir "desafíos democráticos".

Pero es necesario tener un poco más de cuidado, porque no se trata sólo de cambiar de socios en torno de una mesa de café, hay graves problemas que el esquema actual no resuelve. El discurso de la calidad y la competitividad, la famosa "nueva cultura laboral", ha mostrado en los hechos que no cambia las relaciones laborales, que se trata de adjetivos para reuniones y seminarios, pero que la mayoría del sindicalismo vive dentro de una simulación, desconoce sus contratos de trabajo y a sus líderes nunca los ha votado. La crisis de representación es grave. Además, según diversas mediciones, la productividad ha crecido y los salarios no. Si el gobierno de Fox se ha planteado una lucha frontal en contra de la corrupción, no puede dejar de tocar el mundo laboral.

No se trata de hacer una guerra en contra del corporativismo. En estos días la burocracia federal ha mostrado lo que puede hacerle a un gobierno en su demanda por el bono sexenal. Pero si hay que plantear con toda claridad que es necesario hacer cambios, lo mínimo que puede hacer el gobierno de Fox es empezar a respetar la ley y romper el monopolio de representación de intereses corporativizados. Por más pragmatismo que se necesite para gobernar, no se puede asumir sin más como interlocutor privilegiado al viejo corporativismo que hoy busca un reacomodo para mantener sus privilegios.

Si el PRI se va de Los Pinos el próximo primero de diciembre, todo indica que el corporativismo tardará más en irse del mundo sindical.