MARTES 7 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Letreros, primera expresión del decreto expropiatorio
La ocupación de tierras alteró la vida en Amador Hernández
Ť "Esa es su reforma agraria", dice un indígena encapuchado
Ť Desde octubre de 99 los plantones zapatistas no han cesado
Hermann Bellinghausen, enviado, Amador Hernández, Chis., 6 de noviembre Ť "Esa es su reforma agraria", dice un hombre encapuchado a la vista del letrero que plantaron hace apenas dos días los soldados dentro del campamento en tierras de este ejido selvático. Sobre tablas pintadas de blanco se lee en letra de molde: "Propiedad de la Secretaría de la Defensa Nacional", que es la primera expresión material del decreto expropiatorio con cuya firma el presidente Ernesto Zedillo conmemoró este año el 12 de octubre, aunque se publicó en el Diario Oficial de la Federación hasta el día 18.
"Por aquí es donde sacan la madera", indica enseguida otro indígena de pasamontañas señalando en dirección a un brecha que sube directamente a los Montes Azules, que allí empiezan. "Cada tarde, bajan mucha", agrega.
El nuevo letrero está atrás de la maraña de cinta cortante que sirve de muralla a la finalmente propiedad castrense, después de un año y dos meses exactos de ocupación extralegal, que ha alterado drásticamente la vida de Amador Hernández y varias comunidades circundantes. El alambre que ata las espirales cortantísimas ya luce herrumboso. La humedad de esta selva en uno de los últimos rincones del mundo no perdona y todo lo toca.
El decreto de la Secretaría de la Reforma Agraria obedece a que el 13 de octubre de 1999 la Sedena solicitó la expropiación de los terrenos ocupados la noche del 11 de agosto del mismo año por 500 soldados, en una operación que se justificó como de "protección" de un camino que uniría la ciudadela militar de San Quintín con este ejido, habitado por bases de apoyo del EZLN y miembros de la ARIC Independiente. Ante el escándalo que siguió a la ocupación de esas tierras, y las movilizaciones de indígenas zapatistas a partir del mismo momento y aquí mismo, el secretario de Gobernación anunció pocos días después que el camino no se construiría.
No obstante, el Ejército federal no se movió; al contrario, expandió el terreno ocupado. Y desde entonces, el plantón de protesta de los zapatistas no ha cesado un sólo día. "Aquí estamos, seguimos caminando" comenta don Jorge, un hombre de edad, también bajo un pasamomontañas, mientras camina bajo el sol del mediodía alr
ededor de la base militar.
Sedena solicitó 3-06-07 hectáreas "para destinarlos a la construcción de instalaciones militares para el adiestramiento de destacamentos del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos y el desarrollo de actividades castrenses en general". Finalmente recibió 3-51-55 hectáreas, que desde antes de serles enajenadas a los ejidatarios ya había desmontado para costruir las mencionadas instalaciones.
Cuando La Jornada llega al sitio, los zapatistas (hombres y mujeres de todas las edades) ya terminaron su ronda diaria y se dirigen a descansar en el campamento de casamatas que han levantado a medio camino entre la comunidad y el cuartel. Así, sólo unas cuantas decenas de hombres conducen a este enviado hacia el predio militarizado, y esta vez no gritan su protesta, sólo acompañan y muestran.
En el helipuerto mayor del cuartel, unos 60 soldados en traje deportivo practican futbol y atletismo, en la cancha y la pista olímpica allí instaladas. Se oyen consignas marciales e incomprensibles, que se intrerrumpen a nuestra llegada. Como no les gusta mostrarse a los visitantes, los soldados y sus mando se ocultan rápidamente tras los muros de plástico y costal de yute que rodean el asentamiento castrense. En pocos minutos la gran explanada queda desierta. Se escuchan por el lado del monte numerosas voces de soldados, seguramente trabajando como leñadores en las inmediaciones.
Cicatriz irreparable en la selva
El segundo helipuerto, en un terreno ahora visiblemente erosionado al otro lado del camino real, resulta una cicatriz irreparable en el verdor de la selva. Dentro del cuartel, la tropa prosigue sus actividades de adiestramiento, a la sombra de una arboleda. Varios soldados se bañan en el río, que ya es de ellos (al menos en ese tramo). Pasando bajo la malla cortante, las aguas del río siguen su curso hacia el Perla, unos cien metros más abajo. Al menos el agua no se deja expropiar.
"El camino lo cierran cuando vienen sus helicópteros con mercancias y material de construcción", indica don Jorge con mirada de cansancio, o más bien tristeza. El calor del mediodía empapa de sudor su rostro cubierto, y ofrece mejor, con insistencia, volver al campamento indígena a beber pozol.
La precariedad del campamento ya luce más organizada. Han construido un comedor con mesas sencillas, nuevas casamatas y "techos" de "náilon" para recibir los plantonistas que se rotan de decenas de comunidades. "Ha llovido harto estas noches", dice don Jorge, "pero no nos estamos mojando, porque las palmas están muy bien puestas", y la señala sin ocultar su orgullo.
Para acompañar el pozol fresco, don Jorge ofrece unos pequeños chiles preparados en limón que pican como el diablo. Seguramente no sabe que ya tampoco el pozol es suyo, pues la patente les fue expropiada por la compañía holandesa Quest International en unos laboratorios de Estados Unidos hace pocos meses, muy interesada en las propiedad alimenticias de es bebida a base de maís. De momento pues, bebe tranquilo el refresco energético y milenario, que es, junto con arroz hervido y tostadas, la totalidad de su dieta realmente existente. Pero lo ofrece como si fuera champaña, y así lo disfruta.
Esta vez no hubo megáfonos vomitando ópera, muzak o marchas, ni hubo policías militares vigilando detras de la alambrada con escudos de acrílico y gases lacrimógenos a la mano. "Hace rato si estaban, pero ahora les dieron permiso de irse a bañar" explica un joven indígena.
Hoy y mañana, la ARIC Independiente realizará en el centro de Amador Hernández el foro Desmilitarización, Pueblos Indios, Desarrollo y Biodiversidad, donde dicha organización fija su postura de rechazo a la expropiación de las tierras ejidales. Mañana, los cientos de ariqueros realizarán también un platón de protesta aquí en torno al cuartel, con la presencia de un representante del gobernador electo Pablo Salazar Mendiguchía, varios diputados del PRD y otros invitados de organismos no gubernamentales de Chiapas y Oaxaca.
Esta historia aún no termina de escribirse, pero mientras, ha trascendido que la Sedena instala en las tierras expropiadas una Compañía de Infantería No Encuadrada (CINE), similar a la no muy distante de Rizo de Oro, y la de Maravilla Tenejapa en la región fronteriza.
De mientras, así se ve el extraño objeto de la expropiación en la selva Lacandona estos días, de acuerdo con un decreto a cuyo calce se la para la historia: "Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión en México Distrito Federal, a los 12 días del mes de octubre de dos mil", seguido de a firma del presidente de la República, y tras el "cúmplase" de rigor, van las rúbricas de los secretarios de la Reforma Agraria, Contraloría, Hacienda y Defensa, respectivamente el fugaz ex gobernador de Chiapas en 1995 Eduardo Robledo Rincón, Arsenio Farell Cubillas, José Angel Gurría Treviño y Enrique Cervantes Aguirre.