MARTES 7 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Aún no decide si asistirá a la toma de posesión de Fox 


El apoyo de México, vital para la sobrevivencia de Cuba: Castro

Ť Confía en que el presidente electo mantenga la política exterior hacia la isla Ť Se reúne en La Habana con senadores del PRI

Andrea Becerril, enviada, La Habana, 6 de noviembre Ť Sorpresivamente, como él acostumbra, el comandante Fidel Castro se presentó a la develación de la estatua de Benito Juárez que donaron los senadores del PRI, y ahí, después de la emotiva ceremonia, en respuesta a la interrogante de reporteros y corresponsales sobre el futuro de la tradicional relación cubano-mexicana, sólo comentó: el presidente electo, Vicente Fox, "ha dicho que trabajará por el desarrollo de las relaciones, y yo le creo".

No habló más del asunto, tampoco lo hizo antes, durante la larga reunión que sostuvo con los legisladores priístas, prolongada hasta la madrugada y en la que el presidente de Cuba dijo a sus invitados que lo más importante en la actual coyuntura es preservar la unidad de los mexicanos, porque la patria, el país, están por encima de partidos y de ideologías.

En ese encuentro, unas horas antes de la ceremonia, Fidel Castro insistió ?según versión de los senadores del PRI? en lo vital que ha sido el apoyo del gobierno y del pueblo mexicano para la sobrevivencia de una Cuba permanentemente amenazada por el bloqueo estadunidense.

Les comentó también que tiene mucho interés por visitar otra vez México, pero que aún no ha decidido si asistirá a la toma de posesión de Fox, a la que ha sido invitado. La decisión final la tomará unas horas antes del próximo 30 de noviembre, dijo también a la delegación de senadores del PRI que encabezó Enrique Jackson.

Fue casi todo lo que el líder cubano comentó sobre el proceso de transición en México, aunque la plática se llevó más de seis horas. Tampoco lo hizo durante la ceremonia en que se develó la estatua de Juárez, pero su sola presencia en el acto fue significativa.

Escuchó primero, en voz del senador Enrique Jackson, y enseguida, del historiador de La Habana Eusebio Leal, que esa estatua del Benemérito de las Américas, que desde ayer se levanta en una de las principales avenidas de la capital de la isla, representa los lazos indestructibles entre ambas naciones, el reconocimiento a la vigencia de los principios juaristas retomados luego por la Doctrina Estrada.

Evocación de Juárez

Ahí, en la Avenida de los Presidentes, en el centro de La Habana, sin mayor despliegue de seguridad, Fidel Castro presenció la ceremonia flanqueado por el embajador de México, Heriberto Galindo, y por el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón.

Primero el embajador Galindo y después el coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Senado, Enrique Jackson Ramírez, agradecieron a Castro la deferencia. "Es una distinción que guardaremos de manera permanente", señaló el legislador.

Fue el historiador de La Habana y presidente de la Sociedad Cubano-Mexicano de Relaciones Culturales, Eusebio Leal, quien definió con mayor claridad el significado real del acto.

"Nos sentimos dichosos de estar aquí, evocando en este momento a Juárez, la firme determinación de México fundada en la Doctrina Estrada para no acceder a las presiones y romper sus relaciones diplomáticas con Cuba".

Recordó lo conscientes que estuvieron en la década de los setenta los políticos mexicanos y el embajador Sánchez Gabito al no levantar la mano "en aquella espuria reunión" de la OEA contra Cuba. Desde entonces, añadió Leal, los lazos entre las dos naciones son indestructibles.

Lo son, insistió, porque de las playas de Tuxpan, salió el Granma, porque también de tierras mexicanas "vendrían voces tan elevadas como la de Lázaro Cárdenas, el insigne presidente de México. Por eso, comandante en jefe, es que nos sentimos CUBA_MEXICO_1 tan dichosos de elevar este monumento en esta avenida, cerca de Simón Bolívar".

Por su parte, en una intervención improvisada, Jackson hizo notar que en el grupo de senadores que promovieron ese retorno de Juárez a La Habana faltó uno, Fernando Gutiérrez: "Si estuviera aquí, él hubiera refrendado su aprecio y respeto al pueblo cubano".

Agregó que "Juárez regresa una vez más a Cuba", a cuya lucha estuvo ligado desde hace más de 140 años, cuando reconoció y cobijó a los patriotas cubanos que declararon en ese entonces la independencia de la isla, encabezados por Carlos Manuel Céspedes.

En Cuba, insistió, se practican de manera sobresaliente los principios juaristas de gobernar para servir a los ciudadanos, de hacer de la educación un instrumento de desarrollo y de democracia.

Y, quizá de modo casual, la dorada estatua de Juárez, abrazando la bandera mexicana y con la corona rota a sus pies se erige frente a una oficina de la Alianza Francesa. Hasta esas oficinas se trasladó, después de la ceremonia, Fidel Castro a saludar a un grupo de trabajadores que lo reclamaba.

Antes saludó a los niños de la Escuela Benito Juárez y se tomó la foto del recuerdo con los senadores Enrique Jackson, Sadot Sánchez, Germán Sierra, Oscar Cantón Zetina, Carlos Cota Osuna, Antonio García Torres, Oscar Luebbert, Lauro Díaz Ortega, Araceli Escalante, Martha Tamayo y Yolanda Eugenia González.

 Los senadores, pese a la desvelada, estaban radiantes, subyugados por ese encuentro con "una leyenda viviente", como lo definiría Cantón Zetina. Todos comentaron por la mañana que les impresionó el conocimiento profundo de la historia de México y la memoria excepcional del líder del asalto al cuartel Moncada. Lo escucharon por más de seis horas hablar de la revolución de 1910, de la que, les aseguró, ha leído todos los libros escritos hasta el momento.

Aunque los recibió en el Palacio de la Revolución cerca de las diez de la noche, para ofrecerles una cena de gala, fue hasta dos horas después cuando se sirvieron los alimentos. "Nunca había cenado tan tarde, por lo menos no en mi casa", comentaría después Jackson a los reporteros.

Gutiérrez Barrios, "un caballero"

"No sentimos pasar el tiempo", agregó la sinaloense Araceli Escalante. Cenaron casi a la medianoche y hubo después una sobremesa de unas cuatro horas, terció el oaxaqueño Sadot Sánchez, en la que, como también es costumbre, el comandante Castro los mantuvo expectantes, con una charla amenísima, llena de anécdotas, de recuerdos de su mucho aprecio por Fernando Gutiérrez Barrios.

Para el veracruzano recién fallecido empleó muchas veces la frase "fue un caballero". Se refirió también al bloqueo estadunidense, al respaldo que Cuba nunca dejará de reconocer del pueblo y del gobierno de México, de su reunión de hace año y medio con Fox. Se dio tiempo para resaltar la labor diplomática de Heriberto Galindo en los últimos cinco meses.

Castro repitió también, en versión de los senadores, que su respeto y amor hacia México le impedían comentar asuntos internos y partidistas del país. Sin embargo, cuando los legisladores aludieron a la pluralidad en el Congreso, Castro les hizo notar que los principales partidos seguramente han de estar ya pensando en llegar a acuerdos para garantizar la gobernabilidad.

Lo más importantes para los mexicanos, recalcó, debe ser mantener la unidad, porque el país está por encima de los partidos y las ideologías. Luego pasó a otros temas, les habló del juego de beisbol en Venezuela, donde él mismo bateó.

Al final, dejó encantadas a las senadoras Yolanda González, Araceli Escalante y Martha Tamayo. A esta última le comentó: "qué lástima que largaran a tu muchacho, si había aquí tanta comida". Ello en referencia a que el hijo de la legisladora ?que la acompañó en el viaje? sólo saludó al comandante en la antesala del Palacio de la Revolución y luego tuvo que retirarse, porque la reunión era sólo con la delegación de legisladores.