LUNES 6 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Rafael Tovar elogia el trabajo de la coreógrafa
Despiden a Amalia Hernández entre funciones en Bellas Artes
Ť El ballet de mi madre, más que una última voluntad, constituye "una primera voluntad que perdura", dice Norma López Hernández
Merry Mac Masters Ť Como un cuadro coreográfico de su propia inspiración, Amalia Hernández fue despedida ayer por su compañía, el Ballet Folklórico de México, así como amigos, admiradores, colaboradores y familia. "Entre funciones" fue como la bailarina fallecida el sábado pasado, a los 83 años, dijo adiós al mundo cultural y artístico de México en su escenario natural desde hace casi 50 años, el Teatro de Bellas Artes.
Al igual que todos los domingos, a las 9:30 horas la agrupación dio su acostumbraba función matutina. Al término de la misma, sin embargo, se invitó al público a quedarse para el homenaje póstumo de quien fuera Premio Nacional de Artes 1992. Algunos se quedaron, pero muchos más llegaron, sobre todo bailarines de todos los colores y sabores, porque como comentó la ex integrante de BFM, Angelina Velázquez, "todos los bailarines de este país pasamos por allí".
Unos minutos después del mediodía, y con un "lleno" en la luneta, de repente se corrió el telón. El aplauso prolongado de la concurrencia no se dejó esperar al co ntemplar el momento. A la mitad del escenario estaba el féretro de madera; al fondo se apreciaba un gran arreglo de alcatraces, y, a los lados estaban formados bailarines enfundados en sus diferentes trajes. Entre coronas y arreglos florales, al extremo derecho se había colocado una fotografía de doña Amalia. Remataban el cuadro dos cortinas rojas y en medio otra negra, recogida.
Sólo tomó la palabra Rafael Tovar, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, quien se refirió a la "mujer infatigable" que tuvo el enorme mérito de llevar "las danzas del México profundo y parte de nuestra historia", a las salas de concierto y a los teatros más prestigiados del mundo. En seguida Tovar realizó la primera guardia de honor, junto con José Luis Martínez Hernández, hijo de la coreógrafa y director del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, su padre el literato José Luis Martínez, Norma López Hernández, también hija de la fallecida y directora artística de BFN, y Salvador López, nieto y gerente de la compañía, entre otros. Mientras tanto uno de los conjuntos musicales de la agrupación tocó El corrido de Pancho Villa, de José Angel Espinoza Ferrusquilla. La música no faltó en ningún momento, tampoco los aplausos después de cada pieza.
Guillermina Bravo, directora de Ballet Nacional de México, recordó, "hicimos casi juntas la carrera en la Escuela Nacional de Danza de aquel tiempo. Fuimos compañeras y participamos de las mismas ideales y del mismo trabajo durante un gran tramo". Bravo consideró "muy bien fundado" el éxito cosechado por Hernández con BFN. El bailarín e investigador Felipe Segura anotó que la homenajeada era "apreciada, admirada y también envidiada". Respecto al interés de doña Amalia por el folklore, Josefina Lavalle señaló, "siempre nos decía, qué hacemos copiando a otras cosas. Vamos a hacer lo nuestro. Nunca vamos a poder ser iguales a los europeos en ballet clásico". Mario Barradas, del conjunto jarocho Tierra Blanca, mencionó el apoyo que la fallecida recibió por parte de los mandatarios Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. "Para las giras salíamos del hangar presidencial, en los aviones de las Fuerza Aérea", afirmó.
Para Gladiola Orozco, de Ballet Teatro del Espacio, Hernández fue una mujer "con mayúscula": una gran artista y amiga, muy generosa y sin rencores de ningún tipo, además, una permanente "enamorada del amor". Michel Descombey experimentó en carne propia la generosidad de esa "gran dama", ya que le prestó sus instalaciones para estrenar su primera obra en México. Rosa Reyna, quien estuvo "un montón de años" con BFN, rememoró que llegaron a tener diez funciones por semana.
Sin perder de vista ningún detalle, Norma López afirmó que la compañía seguirá con el proyecto original de su madre, consistente en un gran repertorio que "estamos remontando y renovando". Más que una última voluntad de su progenitora, dijo "hubo una primera voluntad que perdura".
Unos minutos antes de las dos de la tarde, se efectuó una última guardia, mientras sonó Paloma querida con su lamento "šay, Amalia!". La melodía se tornó en Las golondrinas, mientras el féretro fue bajado el escenario para salir del teatro por la puerta grande y subirse a una carroza que lo esperaba en frente del Palacio de Bellas Artes, para trasladarlo al Panteón Jardín. Por la noche se daría la última función del día.