LUNES 6 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť En solitario descubrió los secretos del piano


Agustín Lara: una existencia marcada por el amor a la mujer

Ť La obra Huérfano de besos retrata cómo padeció el yugo violento de su padre, un médico militar que lo golpeó y humilló

Judith Calderón Gómez Ť Agustín Lara, el artista que entre sus 700 u 800 canciones tuvo como eje la mujer, que veneró a su madre, quien siempre lo protegió, fue un desencanto para su padre, Joaquín Lara, el médico militar que hubiese deseado tener un hijo más fuerte y apuesto. Este episodio de su vida propició una obra de teatro: Huérfano de besos.

Puesta en escena por Adalberto Parra, retrata a un padre autoritario: don Joaquín, quien grita: "šTodo me sale mal desde que nació este maldito chamaco!", al tiempo que reclama a su esposa: "ƑCuándo vas a dejar de vestirlo así? Ya tiene bastante con ser tan feo". La escena presenta a Lara niño, con pantalón corto y de tirantes, corbata de moño mientras su padre, corpulento, se abrocha un saco militar.

Hay una escena en que la agresión al hijo se materializa cuando le dice: "Y tú, mocoso... Ƒqué no te ves en el espejo? Contéstame, animal. ƑNo me oyes?". El padre lo obliga a ponerse de espaldas y le pega con un sable en las nalgas y el niño se desploma.

La nana lo levanta y la madre, que intenta abrazarlo, es detenida por el padre quien continúa con los reclamos: "šAnda... apapáchalo tú también, a este escuincle hay que darle duro para que al menos crezca inteligente!".

Esta parte retratada en la obra es quizá poco conocida en las versiones que se han difundido sobre su vida. Una de sus esposas, Angelina Bruschetta asegura que Agustín Lara dominó el francés desde antes de visitar Francia, porque se educó en el Liceo Fournier. Relata que la mamá del pianista, María Aguirre del Pino, fue maestra.

El reportero de Contenido, Javier Ramos Malzárraga se refiere a Joaquín M. Lara como un médico próspero, muy apreciado en el círculo de las familias porfirianas elegantes y con una extendida clientela rica. Dice que el matrimonio Lara-Aguirre gustaba lucir a sus tres hijos bien vestidos y educados. Describe el ambiente de ese hogar como afrancesado, a la moda de la época, y sostiene que esa característica persistió en el compositor a lo largo de su vida como una influencia demoledora.

Describe a Agustín a sus 12 años como un niño popis y muy chocante al que insistían para que tocara el piano, que lo hacía con agilidad, pero escasa técnica. Ante la maestra de solfeo Luz Torres Torrija y el maestro Ricardo Castro, autor del vals Capricho, Agustín era un rebelde, además de perezoso que desdeñó la técnica y huyó de sus maestros para descubrir por sí mismo los secretos del piano. "Nací tocando el piano, sabía cómo sacarle melodías y por eso me rebelé a las torturas de un aprendizaje monótono y esclavizante", explicaría Lara años después.

Ramos relata que las fricciones entre padre e hijo se intensificaron. La madre había muerto y no había quién mediara. Don Joaquín intentó domar al muchacho. Agustín se dolería siempre de la inflexibilidad de "mi padre el médico".

Agustín abandonó las aulas de una escuela militarizada. Decidió irse a la bola, con los Dorados de Pancho Villa. El padre, porfirista, rompió definitivamente con él.

No soportó la vida de guerrillero. Poco después de haberse enlistado fue despedido y advertido de que ese oficio no era para él.

Se empleó en diversos lugares y fue famoso en casas de mala nota como El Cinco Negro, La Margarita, La Lola y La Francis.

Composición sin piano

Una de sus esposas -Angelina Bruschetta- relata que Mujer vio la luz, una noche de Reyes y que la compuso sin piano.

Estaban recién casados, se había cumplido el mes de alquiler. "No teníamos siquiera papel para escribir, y en una tapa de caja de zapatos empezó a escribir Mujer, pero con un procedimiento muy curioso: con la mano izquierda hacía como que tocaba el piano, con la derecha escribía la letra y con los pies llevaba el ritmo. No sé qué sombra LARA2.jpg 1 de misterio lo rodeaba y lo hacía atractivo al elemento femenino, tal vez su palabra fácil y acariciante o su mirada triste y angustiada" dijo.

Casado a los 20 años con Esther Rivas Elorriaga, dos años mayor que él, tuvieron un varón que murió horas después nacido. En 1943 -cuando tenía más de 40 años- se unió a Raquel Díaz de León, de 16 años, quien se embarazó de Agustín pero sabiendo que en ese tiempo, enamoraba también a María Félix. Raquel prefirió abortar, hecho que el poeta nunca perdonó.

En su sexto matrimonio, registró al hijo de Yolanda Santacruz Gasca, como Gerardo Agustín Lara Santacruz. Años después, durante su romance con la bailarina Vianey Lárraga, registró con su apellido al hijo de ella.

Cuentan que el Panteón Dolores, ha sido testigo de escenas de llanto y discusiones entre las mujeres que tuvieron amores con el poeta.

La verdad es que no acababa de enamorar a una, cuando ya estaba conquistando a otra. De diversas edades, clases sociales y estado civil. Lara las seducía, para después hacerles escenas de celos o ser víctima de los que en ellas inspiraba.

Relata Pepe, un primo de las hermanas Aguila, que conoció a Agustín Lara porque era copropietario de una flotilla de taxis y salvó al poeta de "un problema delicado". Agustín tenía relaciones amorosas con la esposa de un personaje influyente y éste, después de localizar el edificio donde estaban los tórtolos, sitió el lugar: cortó el agua y la luz e impidió que les llevaran alimentos. šUna operación militar para desalojarlos, y seguramente capturarlos! Pepe tuvo la idea de sacar al maestro disfrazado de mujer con las ropas de una sirvienta que se prestó a la maniobra, el plan fructificó y cuando quedó a salvo, el maestro le dijo: "ƑCómo puedo pagarle este favor?". Pidió que conociera a sus primas que deseaban cantar profesionalmente, Esperanza y María Paz.

Casado con María Félix en 1945, le hacía escenas de celos a pesar de que él conquistaba a una bailarina del Teatro Lírico, Clarita Martínez. Cuando La Doña se enteró hizo un envoltorio con los trajes del maestro y se los envió al camerino, no sin antes decirle en una nota que le devolviera las sábanas que había comprado en París.

Vivía con Clarita Martínez, cuando inició la conquista con uno de sus grandes y prolongados amores, Yolanda Gasca, su sexta esposa, 40 años más joven que él, con quien vivió nueve años y quien habla de su vida con el artista como una suerte.

"Mi vida con un genio" se títula el capítulo donde YiYi, como él le llamaba, narra su vida con el poeta. "Yo sabía que era mujer, pero él me enseñó lo que significa serlo y mi cuerpo cobró conciencia de sí mismo. Viví a su lado satisfecha y tranquila: lo admiraba, lo quería."

David Rodríguez Verdugillo, asistente personal durante 30 años de Agustín Lara asegura que es a la mujer que más amó. "Por fin tenía un matrimonio. Se le veía muy enamorado. Por fin tenía un hogar, un bebito y una vida tranquila: pasaba horas apacibles en su biblioteca, o en el banquillo de piano, inspirado, satisfecho... En una palabra, feliz."

Sin embargo, ella decidió marcharse, en el relato asegura que una noche se acostó pero no pudo dormir, se pasó la noche llorando " es que hay ocasiones en que no sabes lo que quieres, pero si lo que no quieres. Pensando así, concluyó mi duda. No quería seguir con Agustín".

Los dos últimos años de su vida los pasó solo, con sus recuerdos. Su ayudante platica que no recibió visitas. Las dos últimas Navidades las pasó con ellos "en compañía de mi esposa, mis hijos y mi madre, sin importarle nuestra humilde procedencia. Incontables personas pasaron por su vida, pero ninguna estuvo a su lado como yo, durante 30 años", concluye en su relato.

Según Raymundo Ramos, Agustín Lara decía: " No todas las mujeres reaccionan igual cuando están celosas: Unas lloran, otras esperan y otras atacan. Estrella me atacó". Mala estrella la de aquella noche: con el filo de una navaja o con la corona de vidrio de una botella rota lo dejó marcado para siempre, un mal cirujano acabó de consumar el atentado.