DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť La semana política en Estados Unidos
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 4 de noviembre Ť No hay duda de que el vicepresidente Al Gore es técnicamente el candidato mejor calificado para ser jefe de la administración del país este año, pero las encuestas de esta semana sugieren que el gobernador texano, George Bush, es el preferido por más votantes porque es percibido como un tipo más "ameno", más "honesto" y con la disposición de realizar más cosas.
ƑSon estúpidos estos electores? ƑDe veras están dispuestos a elegir al gobernador sólo por su personalidad aun si no cuenta con un amplio historial profesional muy competente (con la excepción de ejecuciones)?
Bush, a fin de cuentas, es un candidato que ni siquiera puede manejar los detalles de su propia propuesta sobre impuestos, tiene una nula experiencia en la política nacional y casi ninguna en asuntos de relaciones exteriores (con excepción de su cercana vinculación con México).
No, los votantes no son tan tontos. Sí tienen una profunda, y legítima, desconfianza de las palabras de cualquier político y de cómo los medios informan sobre las mismas. De forma consistente, las encuestas en este país demuestran que el público entiende que las plataformas políticas de los dos principales partidos no tienen relación con lo que los políticos harán una vez electos.
Como un reloj, cada cuatro años los votantes escuchan promesas para reformar el sistema de financiamiento electoral, de mejoramiento del sistema de salud, de apoyo a las familias que trabajan duramente y para los ancianos, y con la misma precisión de un buen reloj, estas promesas son minadas por la inacción una vez electo el político.
Tal vez lo más notable es que las encuestas indican que la mayoría no se cree las propuestas de reducción de impuestos ofrecidas por los dos candidatos; por mayorías sustanciales los votantes opinan que dichas propuestas tributarias sólo beneficiarán a los ricos y no a ese mítico "hombre (o mujer) trabajador común".
Si los electores no pueden confiar en las propuestas de los políticos, tienen menos confianza en los medios de comunicación, que se obsesionaron primero por el legislador republicano Newt Gingrich y después con el escándalo de Monica Lewinsky a pesar de que una mayoría de los estadunidenses fuera de Washington ya había indicado su falta de interés en estos temas.
En esta realidad no es sorprendente, y tal vez demuestra cierta inteligencia entre el electorado, que los votantes estén más interesados en evaluar otras cualidades para determinar por cuál político votar. Un sondeo completamente no científico en esta capital y en varias partes del país realizada por La Jornada encontró que una mayoría no estaba evaluando a Bush y Gore sobre la base de sus posiciones políticas, sino por la impresión personal que dejaba cada uno, por su "idioma de cuerpo", por el tono de voz, por su comportamiento con personas.
"Al Gore se parece a ese chavo sabeloto
do en tu escuela con quien nadie se llevaba porque sólo le interesaba exhibirse", explicó una persona que se considera liberal. "Bush, por otro lado, parece un tipo relajado que no pretende saber todo y, como resultado, podría acabar diciendo la verdad".
Esta conclusión es apoyada por una sorprendente encuesta del Pew Center dada a conocer esta semana: aunque los votantes consideran que Al Gore está más calificado para abordar temas como el sistema de salud, la seguridad social y la economía, les cae mejor George Bush. "En forma creciente, los votantes ven al vicepresidente como el típico político y su personalidad es señalada como una razón por la cual oponerse a su candidatura", informó Pew Center.
En contraste, "una creciente pluralidad percibe a Bush como más ameno, más honesto, y con mayor habilidad de hacer cosas, y menos se muestran preocupados por sus calificaciones para ser presidente... La ventaja de George W. Bush ante los votantes por sus cualidades personales, le ganan al margen de Al Gore sobre su (manejo) de los temas", indicó Pew Center.
Irónicamente, la noticia a fines de esta semana de que Bush fue arrestado por manejar en estado de ebriedad podría no dañar al gobernador. Para muchos en este país, varios de los cuales han manejado en ese estado o conocen a muchos que lo han hecho, podrían percibir a un hombre que ha admitido que ha tenido problemas con el alcohol y que ahora no toma "una gota" como alguien mucho más humano, alguien que se parece más a ellos.
Gore, por su parte, parece casi demasiado perfecto, con su matrimonio perfecto, sus cuatro hijos perfectos y un tipo que durante toda su vida fue preparado para llegar a la Casa Blanca. Esa perfección podría costarle la elección, porque no cae bien a muchos.