ANDANZAS
Si bien la danza parece ser una de las más explosivas
demostraciones de vitalidad en el mosaico de expresiones creativas del
ser humano ?cuyas manifestaciones se remontan más allá de
las fronteras del tiempo?, como una forma de comunión con los elementos
de la naturaleza, la vida, el cielo y la muerte, de igual modo, también
ha formado parte importante de ésta expresión danzada desde
que se tiene memoria. Si bien los golpes en la tierra con los pies en interminable
ritmo y en todas
sus formas, brincos, zapateados, y danzas aborígenes de las culturas
más primitivas, donde el contacto con los pies descalzos a la madre
tierra está revestido de las más profundas significaciones;
las danzas más antiguas sobre la muerte tienen un carácter
simbólico que abarca desde la más oscura edad media, una
celebración, un ritmo excitante y hasta un tanto morboso, que bajo
el nombre de danzas macabras se encuentra registrado en frisos de Iglesias,
tumbas, antiguas pinturas, esculturas y tanto más, que simplemente
resumen una antiquísima tradición de los vivos, por celebrar
la vida y la muerte. La fragilidad de nuestra existencia y la inevitabilidad
de la muerte.
Ya la peste bubónica que se llevó a media Europa en el siglo XII, hizo de la muerte un esqueleto bailarín y alocado, que diversos músicos han consignado en célebres partituras y que la danza ha perpetuado del mismo modo, aunque ya pinturas griegas y romanas, testimonios celtas y muchísimas expresiones en diversas culturas, registran las danzas fúnebres o de duelo con largas procesiones y círculos de plañideras que durante días manifestaban el ritual de la pena, la pérdida, y el ciclo infinito de la vida y de la muerte. También la imagen de la muerte se ha llevado al ballet y a la danza contemporánea, mientras aborígenes australianos, indios amazónicos o de la selva del Chocó en Colombia, realizan prácticamente todo un gran espectáculo en profundo contacto con las fuerzas telúricas de la naturaleza, en especial la tierra, el suelo, al que ya golpean, ya acarician con sus pies y cuerpos, fundiéndose con el polvo en que algún día todos habremos de convertirnos. En México, la profunda tradición del Día de Muertos, que bien vale un día de asueto, como en pocos lugares del mundo, no hace muchos años, los concheros solían bailar en algunos cementerios, según consignaron cronistas como Payno y Ramírez.
Mientras tanto, veamos flamenco, a los irlandeses, o al grupo Stomp, en el teatro Metropólitan, para descubrir en sus infinitos ritmos el ritual magnifico de la vida.