VIERNES 3 DE NOVIEMBRE DE 2000

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Todos los toreros muertos...

Leonardo Páez Ť Escribió el poeta valenciano Rafael Duyos: Todos los toreros muertos bajan hasta las marismas/ y torean entre sombras sus propias sombras perdidas...

De entre todos los muertos, sin duda son los toreros los menos recordados y su memoria la peor honrada. De otra manera no se entiende que el espectáculo que tanto amaron y en el que algunos incluso perdieron la vida, sea hoy un racimo de componendas y un atajo de comparsas.

No se trata de que los aficionados -Ƒal conformismo?- lleven el Día de Muertos -nada de fieles difuntos- flores y arreglos a las tumbas de Gaona, Freg, Carmelo, Garza o Arruza, tan abandonadas como las de nuestros deudos, sino de honrar la memoria de esos señores de los ruedos con una cabeza y un corazón comprometidos.

Pero lejos de honrar su memoria, es decir, de emular sus hazañas, aproximarse a su fuerza de carácter o desarrollar una personalidad propia, los toreros mexicanos de hoy y los inefables taurinos en general, se debaten entre el chambismo, la comodidad y la sumisión.

El claro desprecio por el culto a los antepasados toreros, la irreverencia ante el espíritu ganadero de quienes criaron un toro de lidia mexicano bravo y noble, que daba espectáculo antes que facilidades, y la absoluta falta de devoción por la deidad táurica a cargo de los taurófilos, arrojan muy graves y crecientes consecuencias.

De entrada, una reducción de la edad y la bravura de las reses que ha propiciado que cualquiera con antojo, no con vocación, se enfunde en un traje de luces y haga como que se juega la vida. Abaratar al principal protagonista de la tauromaquia, el toro, ha abaratado la actitud de los individuos ante éste.

En seguida, una patética falta de celo y de sello por parte de estos incomprendidos héroes de seda y oro, carentes no sólo de verdadera hambre de ser, sino sobre todo de un misterio que decir. La expresión interior, convertida en posturitas, muletazos en serie y records anuales.

Más adelante, la estrecha mentalidad empresarial de dos monopolios, basada en la dependencia, el amiguismo y la diversión, no en la emoción, la competencia y la grandeza de miras a partir del potencial y la originalidad del espectáculo. Hoy aflora más pasión en un juego de futbol o en un partido de tenis que en un ruedo.

Por último, unas autoridades aleladas nuevas que ni hacen cumplir la ley a los involucrados en la función taurina, ni perciben la importancia histórica, económica, política y cultural del toreo en México, sino que prefieren alcahuetear y estorbarse en sus respectivas funciones.

Prueba de lo anterior es que la delegación Benito Juárez ya no hace públicos los resultados de los exámenes post mortem de las reses lidiadas, pero a cambio permite que la empresa de la Plaza México impida el acceso de las cámaras de Canal Once a las corridas, como represalia porque el director del programa Toros y toreros es también presidente de la Comisión Taurina del DF, causante, según la empresa, de todos los males que padece la fiesta.

Por todo ello los toreros muertos no iluminan a los vivos.