JUEVES 2 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť José Steinsleger Ť
Israel: del ensueño a la pesadilla
La doctrina nacionalista que recibe el nombre de "sionismo" (tomado de Sion, colina de Jerusalén), surgió a fines del siglo XIX en la cabeza de algunos pensadores judíos, durante el proceso que llevó a la delimitación territorial de los "Estados-nacionales" europeos. Pero si entre los países de la cristiandad esta idea tomó forma en espacios concretos, entre los judíos se aludía a un territorio hipotético con resonancia bíblica: la "tierra prometida".
En 1896, el periodista y banquero Teodoro Herzl (1860-1904), fundador del sionismo, publicó El Estado judío, folleto en el que planteó la necesidad de crear en Palestina "un hogar permanente para el pueblo judío". Sin embargo, Herzl empezó mal. Su visión colonial del mundo le hacía ver el territorio de sus sueños como uno más de la corona británica, subestimando que en Palestina, obvio, vivían los palestinos.
Ante los gobiernos de Europa, Herzl proponía hacer de Palestina "la muralla protectora contra Asia" y la "avanzada de la cultura contra la barbarie". Al principio no encontró mucho apoyo. Pero en 1899, tras la sangrientas persecuciones antisemitas de Bohemia, Prusia y Polonia, y de Kichinev, Bialystok y otras regiones de la Rusia zarista, las ideas de Herzl despertaron las simpatías de los movimientos progresistas de Europa. El sionismo fue asociado con la causa nacional del pueblo judío: el regreso a Israel.
En los movimientos nacionalistas del mundo colonial siempre hubo distintas corrientes ideológicas y políticas. Por ejemplo, el joven político y abogado polaco David Grin, de formación marxista, se hallaba entre los seguidores de Herzl. Y cuando en 1906 Grin visitó por primera vez la "tierra prometida", descubrió la realidad: la explotación de la mano de obra árabe y judía por colonos árabes y judíos. David Grin, que pasaría a la historia con el nombre de Ben Gurion (1886-1973), concluyó que el futuro Estado judío debía ser socialista.
En el opúsculo Ertz Israel, estudio histórico, geográfico, etnográfico de la tierra de Israel, escrito en Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial (1915, en coautoría con Ben Zvi), Ben Gurion planteó que el sionismo debía ser algo distinto de la "forma capitalista y explotadora".
El fin de la contienda bélica (1918) hizo que cuatro acontecimientos fundamentales influyeran entre el movimiento sionista: la disolución del imperio otomano, el nacionalismo anticolonial de los países árabes, la Revolución rusa y la producción de petróleo en gran escala. Londres, cuyo gobierno se había opuesto en 1905 a la inmigración de judíos a Gran Bretaña, vio que los sionistas podían suministrar a la corona un buen pretexto para retener el norte de Palestina. Y así, en 1918, los ingleses dieron su apoyo a la instalación de un "Hogar Nacional Judío" (Declaración Balfour).
En los años siguientes, las colectas de los sionistas en todo el mundo permitieron la compra a precio de remate de las tierras palestinas pertenecientes a sus ricos propietarios árabes o judíos de Beirut y París, a quienes poco importaba la suerte de sus arrendatarios: los fellahs (campesinos) palestinos.
Poco a poco, apoyada por milicias armadas sionistas, la inmigración judía expulsó de sus tierras a los palestinos, exhibiendo "títulos de propiedad". Y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, de estas formaciones surgieron los pilares del futuro ejército de Israel: la Haganá (ejército secreto judío), el Irgún y el grupo terrorista Stern.
El 29 de noviembre de 1947, la ONU aprobó la partición de Palestina en dos Estados, el uno judío y el otro árabe. En los primeros días de 1948, con el fin de presionar la retirada de los ingleses del territorio, la Haganá voló el hotel Semiramis de Jerusalén y el 8 de abril las milicias del Irgún y de Stern masacraron a 254 niños y mujeres en la aldea árabe de Deir Yassin. El Estado de Israel fue proclamado pocas semanas después, el 14 de mayo de 1948.
Menahem Beguin, jefe del Irgún que con el tiempo llegaría a ser premier de Israel y responsable directo junto a Ariel Sharon de las matanzas de Sabra y Chatila en los campos de refugiados del sur del Líbano (7 mil palestinos degollados, incluyendo ancianos, mujeres y niños), diría años más tarde: "No sólo la masacre fue justificada sino que no hubiera habido Estado de Israel sin la victoria de Deir Yassin".
Israel, potencia militar y nuclear, puede acabar con varios países vecinos. ƑMas podrá sobrevivir a la indignación de las piedras palestinas? No es "el derecho de Israel a existir" lo que está en discusión. Lo que se discute es si las fuerzas democráticas de Israel pueden acabar con la idea de que el judío es el "pueblo elegido de Dios", olvidar que los judíos están llamados a convertirse en el ángel exterminador del pueblo palestino y luchar para que sus gobernantes dejen de ser peones de la geopolítica de Estados Unidos en Medio Oriente.
"Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre". Lo dijo el inca Yupanqui por estas tierras y nadie más entrenado que el judío para entender a qué se refiere la sentencia.