JUEVES 2 DE NOVIEMBRE DE 2000

 

Ť Sergio Zermeño Ť

Nos desean buena suerte

Ahora que al presidente electo se le ha ocurrido viajar a tantos lugares, no está por demás indagar cómo nos ven en el extranjero, cómo creen que somos, cómo desearían que fuéramos. No cabe duda, quienes siempre han comprometido sus juicios de manera más valiente, hablando de nuestro país y de Latinoamérica, han sido los intelectuales europeos (los estadunidenses han sobrepuesto las buenas relaciones a la buena crítica; la diplomacia al relato desnudo).

El sociólogo francés Alain Touraine coincidió con Vicente Fox en un momento de su gira por Europa y hoy se encuentra en México. Nos relata que en las primeras imágenes "el foxismo se asociaba a las tendencias católicas y fundamentalistas, y recordaba el regreso de los populismos de derecha que habían ya fracasado en toda la América Latina".

Así las cosas, agrega, muchos en Europa pensamos que más valía la continuidad de un PRI transitando paulatinamente hacia una institucionalidad más moderna, pero luego entendimos que Fox "estaba de acuerdo con una política más favorable a la economía de mercado que con el clientelismo, y sus primeras declaraciones demuestran que quiere crear en México las condiciones tanto políticas como económicas de una democracia moderna, lo que establece una diferencia sustancial con los regímenes del pasado". (El País, 26/10/00)

Touraine abunda en la explicación de lo que el mundo europeo esperaría de un líder pospopulista y posliberal:

A nivel del liderazgo estatal, secularización y pragmatismo (un líder despojado de atavismos); en lo que hace a las instituciones políticas, un régimen abierto, incluyente de todas las posiciones y en consolidación: "no es un simple detalle que el presidente electo se haya comprometido a que el Parlamento adopte de inmediato los acuerdos preparados con los zapatistas, a retirar el ejército de las comunidades indígenas y a reconocer sus derechos"; en este punto, Touraine se lamenta del debilitamiento del PRD y del acoso al zapatismo y su fatiga, del silencio de Marcos, en quien no deja de ver al líder de "un movimiento en el que la conciencia de los pueblos indios se refuerza y al mismo tiempo se liga a una voluntad democrática" o, como ha dicho Yvon Le Bot: "un esfuerzo por unir identidad cultural y democracia, todo lo contrario de un indianismo cerrado o un comunitarismo" (La Jornada, 16/10/00).

En el plano, en fin, de lo propiamente social considera que el triunfo de Fox y sus viajes nos ponen en relación con una de las temáticas que más preocupan a los europeos: cómo convertir el proceso de individuación acelerado que están viviendo las sociedades occidentales, en construcción de sujetos no individualistas ni guiados esencialmente por la ganancia, sino en sujetos creadores de una identidad que los relacione con el engrandecimiento de su entorno sin por ello, además, subordinarse a la masa o a la comunidad.

Touraine sabe perfectamente que "la sociedad tradicional en América Latina ha estallado en pedazos y la familia también, que los movimientos sociales y los colectivos se deshacen y toma fuerza la atomización urbana, la anomia, la marginalización y el fracaso" (La búsqueda de sí mismo, Fayard, septiembre 2000), pero tiene esperanza en que otros procesos como el nuevo papel central de las mujeres en el medio popular y su toma de conciencia de los problemas sociales y familiares, en detrimento del papel masculino, e incluso la proliferación de las sectas protestantes en este medio urbano despedazado, puedan contribuir a convertir individualismo y barbarie en procesos de subjetivación.

Cuando le recordamos que dos de los partidos más grandes de México parecen encontrarse más bien en un proceso de tribalización y pandillerismo, y que los vecinos están encontrando más práctico para hacer progresar sus demandas ligarse a un líder poderoso del barrio o de la región, cerrar una carretera o tomar un edificio público, antes que seguir los cauces institucionales de la administración donde no hay soluciones, nos contesta que "nada nos garantiza que Latinoamérica se vaya a recuperar social y políticamente, y el juicio más optimista que se puede hacer sobre Fox es que su obra, inspirada en un liberalismo exigente, creará unas condiciones más bien favorables para el renacimiento de la sociedad mexicana" (El País. cit). Como se ve, nos desean buena suerte.