Ť Sorprendió el discurso de Miguel Alemán
Homenajean veracruzanos a Gutiérrez Barrios,
su leyenda
Ť "Luchó contra fuerzas oscuras", expresó
el gobernador estatal
Ť La clase política local elogió la trayectoria del ex funcionario
Mireya Cuellar, enviada, Veracruz, Ver., 31 de octubre Ť Cuando los veracruzanos lo conocieron en 1986, su vida de militar y policía político formaba parte del pasado, así que se dispusieron a ser gobernados por una leyenda. "Don Fernando, Don Fer, Don viejo...". Se refieren siempre a él en tono reverencial. Atento pero distante, temido y respetado, logró que le trataran casi siempre como a un mito.
Ellos conocieron el otro rostro de Fernándo Gutiérrez Barrios, el que nada tuvo que ver con la leyenda negra del México de los setenta. En campaña por la gubernatura, siempre de guayabera blanca y paliacate rojo al cuello, nadie lo identificaba con el capitán que a los 27 años dejó el Ejército ?al que nunca volvió? para incorporarse al gobierno alemanista. Aunque todos conocían su historia.
Por eso algunos se preguntaron a cuenta de qué el gobernador Miguel Alemán hizo alusión a la lucha que el ex secretario de Gobernación dio en otros tiempos "ante fuerzas oscuras... intereses minoritarios que atentaban contra el de las mayorías", y a sus expresiones de confianza en que se callarán "las voces que desean apagar su memoria y que no tuvieron valor de enfrentarlo en vida". En el Recinto de la Reforma ?un edificio cercano al zócalo, donde Juárez se refugio con la República a cuestas? algunas miradas interrogantes se cruzaron. Era el homenaje-despedida que la clase política local le ofreció a la última de sus "figuras" nacionales, con toda la familia y amigos en primera fila.
Las guardias de honor
La despedida de los jarochos se había concebido como un acto popular, pero el lugar se llenó con políticos y familiares, así que las vallas traídas originalmente para organizar una fila que desembocaría frente al féretro sirvieron para contener a curiosos y señoras de las colonias que deseaban montar también una guardia de honor. Al final, cuando se habían ido la familia, los políticos y la mayoría de quienes esperaron infructuosamente desde la mañana el arribo del cuerpo, se permitió la entrada a los pocos que esperaban.
Con toda sobriedad, un vendedor de volovanes, una señora que se había trasladado hasta el lugar junto con el alcalde perredista de Alto Lucero, un agente de tránsito y más de un periodista ?de riguroso luto? hicieron la guardia con el mismo rictus de congoja que Dante Delgado Rannauro y la familia que aquí sigue siendo priísta. El dirigente de Convergencia por la Democracia fue el único ex gobernador que se apareció por el lugar. Nadie vio a Patricio Chirinos o a Agustín Acosta Lagunes.
Tampoco llegaron las multitudes. "No hubo tiempo para convocar a la gente", se quejó Luis Antonio Pérez Fraga, quien fue el coordinador de la campaña a senador de Gutiérrez Barrios y estuvo últimamente muy cerca del ex gobernador. El que acompañó a la familia Gutiérrez Morales hasta este puerto fue Juan Cristóbal Salinas Occelli, el hijo del ex presidente Carlos Salinas. Su solidaridad era especialmente para su compañero de banca en la universidad, Luis Eduardo Lara Gutiérrez, nieto de Don Fernando y a quien correspondió hacer la apología del abuelo a nombre de la familia.
Pero los pocos curiosos que tuvieron paciencia para esperar a que entraran y salieran quienes iban de traje y corbata oscuros o de guayabera blanca ?fue el luto oficial del evento? también guardaron aliento para gritar "¡Fernando! ¡Fernando!" cuando el féretro de caoba fue puesto en la carroza y se inició el recorrido al crematorio, en las afueras de la ciudad. Algunas señoras priístas mostraban el rostro enrojecido, recordaban que Gutiérrez Barrios era "un verdadero caballero".
La buena fama de Gutiérrez Barrios en Veracruz y lo ocurrido en torno a él durante los últimos meses fue el tema de las conversaciones durante las más de dos horas que duró la cremación. El Pollo Pérez Fraga recordó que durante dos semanas, en el transcurso de la campaña al Senado, el ex gobernador sufrió de un herpes producido por el estrés. Ordenó a todos guardar silencio sobre su mal y continuó con la campaña. Las heridas a la altura del estómago y parte del pecho fueron los únicos indicios de que algo andaba mal. Pero se hizo algunos estudios médicos y no se encontraron elementos para preocuparse. "Por eso su muerte nos sorprendió a todos".
Y es cierto. Cuando la mañana del lunes los veracruzanos empezaron a enterarse por la radio que había muerto Gutiérrez Barrios, los comentarios eran de incredulidad. La noticia corrió de boca en boca.
Los detalles del deceso los ofreció el propio Pérez Fraga: el jueves de la semana pasada había cumplido 73 años y la familia no pudo celebrar ese día, así que se programó una reunión para el domingo. Ya con todos sus hijos en casa, dijo que sentía dificultades para respirar. Lo llevaron a Médica Sur y un examen reveló que tenía cinco coronarias obstruidas. Fue intervenido esa misma tarde. La operación para instalarle cuatro puentes duró cuatro horas y a las once de la noche el médico informó a su familia que todo estaba bien; sin embargo, media hora más tarde tuvo que ser llevado nuevamente al quirófano. Desde las cinco de la mañana del lunes ya no tuvo signos vitales. Y cuatro horas después fue declarado muerto.
En la sala de espera del crematorio La Luz, uno de sus ex colaboradores narró cómo Gutiérrez Barrios "se ganó el respeto" de ciertas organizaciones sociales. Rememoró que una tarde de diciembre de 1986, cuando acababa de tomar posesión como gobernador, militantes de la Unión de Colonos e Inquilinos Solicitantes de Vivienda llegaron hasta el palacio de gobierno, cerraron la calle y empezaron a gritar consignas. No sólo demandaban vivienda, sino que coreaban "¡represor!, ¡represor!", al tiempo que golpeaban la puerta de palacio. El escándalo llegó hasta los oídos del gobernador, que dejó su despacho y sin escolta se encaminó hasta los manifestantes y los encaró. Estos permanecieron mudos mientras el gobernador escogía una comisión para que subiera a su oficina a hablar. Al resto le ordenó que abriera la calle para que pudieran circular los vehículos. Nadie chistó.
Las historias de cómo mantuvo un halo de misterio y respeto en torno a su persona van y vienen. Gobernó con mano firme pero siempre bien cubierta con guante blanco, fue la frase recurrente. Su trato atento, el copete siempre bien peinado, su discreción... Los últimos días dedicaba algunas horas a redactar textos sobre el pasado. No precisamente unas memorias, pero sí "algunos apuntes".
Pero cómo era Gutiérrez Barrios. "Mira ?comenta uno de los ex colaboradores?, si alguien le hubiera ido a tirar la basura frente al palacio de gobierno, como se lo hizo hace algunos meses el alcalde de Jalapa al gobernador Miguel Alemán, a ese alguien ya lo habría atropellado algún taxi que ostentara un pegote con las siglas del PRD."
Ese también era Fernando Gutiérrez Barrios.