Lunes en la Ciencia, 30 de octubre del 2000



Hoy, la ciencia entiende a la mente como una computadora


Una analogía digital

Gabriel Ramos Fernández

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Entendemos nuestro mundo mediante metáforas, analogías que captan algún aspecto antes incomprensible del mundo por su semejanza con algo que ya entendíamos. El sistema solar como un juego de pelota, el planeta como un ser vivo, el ojo como una cámara fotográfica.

Hoy, la ciencia entiende a la mente como una computadora. Aunque aún utilizamos metáforas más bien mecánicas, como "Todavía no me cae el veinte" o "Se le chispó un tornillo", para referirnos a nuestras mentes; desde hace unos veinte años, sicólogos, lingüistas, neurofisiólogos, ingenieros de la computación, filósofos y etólogos han convergido en un discurso común acerca de la mente: esta es un procesador de información, que manipula símbolos y genera respuestas apropiadas de acuerdo con programas o algoritmos muy similares a los que pudiéramos comprar en una tienda de software.

ƑPor qué hemos recurrido a la imagen de una computadora para entender nuestras propias mentes? Si en los tiempos de Descartes la metáfora más utilizada para describir el cuerpo humano era una máquina con mecanismos como los de un reloj, el papel del cerebro quedó circunscrito a regular funciones básicas del cuerpo, como la temperatura, la digestión o la reproducción. No había manera de que un reloj pudiera ser el mecanismo responsable de los pensamientos, los sueños, la imaginación o la conciencia. La metáfora del mecanismo relojero era insuficiente.

Máquina pensante

Pero, en algún momento de nuestro desarrollo tecnológico, construimos una máquina que podía llevar cuenta de algo más que el tiempo: manejaba muchos datos al mismo tiempo, los guardaba en una memoria infalible y, en esencia, pensaba por nosotros. Las primeras computadoras fueron utilizadas para calcular las trayectorias de los proyectiles durante las guerras. La Eniac (siglas de Electronic Numerical Integrator and Computer) de los años cuarenta ocupaba un cuarto entero en el que tres o cuatro personas introducían información en tarjetas perforadas y recibían sus respuestas impresas en tiras de papel sin fin, una computadora muy diferente a la que utilizo ahora, que cabe en un portafolios. Sin embargo, todas las computadoras tienen en común una red de elementos conectados entre sí que guardan información por el hecho de poder estar en uno de dos estados posibles, es decir, son digitales. Esta red es el hardware. La información que guardan, así como las reglas que siguen para procesarla, son el software. De manera que los técnicos que utilizaban la Eniac para calcular una trayectoria, debían perforar una secuencia de agujeros en una tarjeta que representara las operaciones que necesitaban que realizara, de la misma manera que la clave morse, mediante líneas y puntos, representa las letras del alfabeto. En las entrañas de la Eniac, elementos también digitales harían sumas y restas a gran velocidad para finalmente imprimir el resultado en una tarjeta: con las condiciones iniciales X, Y, Z, la trayectoria del misil será del punto A al B.

Representación del mundo

La única diferencia funcional entre la Eniac y las computadoras actuales es la rapidez con que se pueden hacer las operaciones. En realidad, cualquier sistema de apagadores conectados entre sí se podría llamar una computadora, siempre y cuando pudieran funcionar de acuerdo con un programa. Alan Turing, uno de los teóricos que ayudó a desarrollar las primeras computadoras, utilizaba el ejemplo de una computadora formada por una tira de papel dividida en cuadros y algunas piedras para marcar cada cuadro como lleno o vacío. Turing demostró que cualquier operación matemática podía representarse en esta "máquina universal", siempre y cuando se establecieran las reglas por las cuales cada cuadro pasara de un estado a otro, así como el significado de cada secuencia de cuadros.

El aspecto crucial de una computadora es que sus estados internos representan aspectos del mundo externo. En la Eniac, secuencias particulares de agujeros en las tarjetas perforadas, así como distintos bulbos que podían estar prendidos o apagados, formaban en su conjunto un sistema que correspondía a la trayectoria de un misil. De la misma manera, en mi computadora, las tarjetas de silicón, formadas por miles de "puertas" por las que puede circular una corriente eléctrica, junto con una secuencia digital escrita permanentemente en el disco duro, son lo que en este momento, gracias a un programa procesador de texto que especifica cómo debe circular esa corriente eléctrica, representa un artículo sobre las computadoras y la mente.

La tesis central de la ciencia cognitiva es que una mente puede estar implementada en cualquier material, incluyendo papel y piedras, tubos de luz, tarjetas de silicón o neuronas. Mientras se desarrollaban las primeras computadoras, los estudios del cerebro arrojaban un resultado que volvería irresistible la metáfora sobre la mente y la computadora: las neuronas eran células especializadas en disparar impulsos eléctricos a otras neuronas, dependiendo de la cantidad de impulsos que ellas mismas recibían. šEl cerebro era entonces una inmensa red de elementos digitales!

Inteligencia artificial

Conocido coloquialmente en la ciencia cognitiva como el wetware, el cerebro de todos los seres vivos es visto como el hardware de una computadora. Por la gran dificultad que implica "mojarse" en este sistema y estudiarlo para descubrir cómo funciona, la ciencia cognitiva se ha dedicado con más éxito a dilucidar el software, las representaciones que esta red digital estaría formando. Es así como nace la inteligencia artificial, cuyos productos son ya programas que juegan ajedrez, máquinas que pueden reconocer palabras particulares, robots que pueden podar el pasto sin chocar con las paredes de la casa ni repetir secciones ya podadas. En este enfoque se trata de imitar habilidades humanas por medio de programas que no sólo puedan solucionar un problema en particular, sino que, al guardar información sobre soluciones anteriores, aprendan y cada vez muestren una conducta más refinada.

Descartes descartó la posibilidad de que nuestra mente estuviera en nuestro cuerpo, pensando en éste como una máquina hecha de tubos, cuerdas y bolsas dedicadas cada una a funciones claramente tangibles y aisladas. Hoy utilizamos una máquina fundamentalmente distinta a las que Descartes conocía, que manipula información sin que exista un límite teórico a la complejidad de las operaciones que puede realizar. ƑPodemos hoy decir lo mismo que Descartes? Quizá en unos años, en vez de "caernos el veinte" nos "instalarán otro programa".

El autor es candidato a doctor en la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos.

Feggo-Analog’as

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