LUNES 30 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú abren la fiesta
Con música popular se realiza un homenaje al barro en Tlayacapan
Ť Son de Madera, presente en la inauguración; cerrarán Oscar Chávez y el trío Los Morales
Arturo Jiménez, enviado, Tlayacapan, Mor., 29 de octubre Ť El huapango arribeño de Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú y la música jarocha de Son de Madera inauguraron este fin de semana, con una multitudinaria asistencia, los ocho días de que constará el primer Festival Cultural de Tlayacapan. Feria Nacional del Barro.
Se trata de una festividad que ya se hacía necesaria ante la profunda raíz cultural de esta población, su apertura a otras manifestaciones creativas y su demostrada vocación alegórica. Tan sólo la noche del sábado, por ejemplo, convivieron tres fiestas en escenarios distintos pero contiguos:
El tradicional "cambio de banderas", realizado en la plaza cívica con chinelos adultos y pequeños que se perdían en un mar de jóvenes frenéticos ante el poder metálico de la Banda Municipal; los preparativos para un baile que más tarde animaría la Sonora Santanera, en la explanada mayor.
Y el arranque del festival cultural en un foro instalado frente a la Casa de Cultura Popular La Cerería. Allí, los nuevos tiempos políticos se evidenciaron con la presencia del priísta alcalde saliente, el perredista entrante y el nuevo gobernador panista.
Los cuatro elementos
Un amplio programa de música popular, tradicional y antigua se confeccionó para este festival alrededor del barro, el cual se organiza como un homenaje a los artesanos locales y del país, quienes con la tierra, el agua, el fuego y, de algún modo, el aire crean formas y texturas que vienen desde el principio de los tiempos.
Los otros artistas y grupos son Oscar Chávez, Juan Reynoso, Mono Blanco, Chuchumbé, Trío Chicontepec, Grupo Anáhuac, Marimba Nandayapa, Banda Costa Chica, Banda de Tlayacapan y Voce in Tempore. Además, hasta el sábado 4 de noviembre habrá danza, teatro, videos y exposición y venta de artesanías de barro.
Es un programa fundamentado en una real capacidad de convocatoria, pues sólo uno de los artistas cobró por su participación, mientras los demás, trovadores al fin, asisten sólo "por el placer de compartir". Pareciera que la fuerte identidad cultural de Tlayacapan, venida de la época prehispánica y colonial, cuenta con un imán que apenas comienza a explorarse.
"Ni el CNCA había reunido en un solo lugar a esa cantidad y calidad de artistas", comenta Cornelio Santa María, integrante de la Banda de Tlayacapan y principal impulsor de este proyecto. Pero aclara que uno de los objetivos fundamentales es que esta fiesta eche raíces en el pueblo y se convierta en un "proyecto de la comunidad".
De hecho, alfareros, artesanos-comerciantes y prestadores de servicios locales participan cada vez más en la organización e, incluso, como dijeron hace unas semanas en una de sus reuniones preparatorias, prefieren la ya probada lógica de la "mayordomía" a la del "patronato".
Pero el sábado los alfareros parecían más afanados en sacar la producción para los días de Todos Santos que en participar en la fiesta en su honor. Sin embargo, don Juan Tlacomulco, inmediatamente después de sacar del horno decenas de jarros, ollas, incensarios y otros objetos para las ofrendas de muertos, aclara que en uno o dos días entrarán de lleno a la exposición montada en el claustro del ex convento de San Juan Bautista.
Este domingo las actividades comenzaron al mediodía con una exposición fotográfica de Alberto Ríos Szalay, en el mencionado ex convento. En ese monumental edificio se presentó después el videodocumental Tlayacapan, su barro, sus artesanos, sus músicos, su gente, que podrá verse durante toda la semana. Por la tarde estuvieron Sonaranda, de Joaquín Velasco, y Chuchumbé, otra de las cabezas del son jarocho.
Este lunes por la tarde y noche se presentan don Zeferino Nandayapa y su Marimba, seguido por Mono Blanco, grupo fundamental del son jarocho. Todos los días de la semana continuarán las presentaciones de artistas y otras actividades, incluidas ofrendas de muertos el miércoles primero y el jueves 2 de noviembre. Y el sábado 4 habrá un concierto coral de Voce in Tempore, otro de la famosa Banda de Tlayacapan y cierran con broche de oro Oscar Chávez y el trío Los Morales.
Las bendiciones de la tierra
Arturo Jiménez, enviado, Tlayacapan, Mor., 29 de octubre Ť Tlayacapan no era un pueblo sino una gran ciudad, asegura Francisco Pérez, artesano-comerciante. Si no, cómo explicar la existencia de 26 iglesias y ermitas construidas durante la Colonia y ahora casi ocultas en el monte, argumenta.
En esas zonas vivía mucha gente porque era un lugar estratégico en las rutas comerciales de México-Tenochtitlán, señala el también representante de su gremio ante el patronato-mayordomía de la Feria Nacional del Barro.
El legendario barrio de Texcalpan tiene su origen en esa época prehispánica. Este lugar también es conocido como "de los Cazueleros" o "de los Brujos".
Y la designación no es gratuita, pues el barrio, donde viven y trabajan unas 50 familias de artesanos, es famoso por sus historias de nahuales. Así lo avala Juan Tlacomulco, representante de los alfareros.
Don Francisco y don Juan tejen muchas historias alrededor del lugar y de su oficio. Aquí las cazuelas, señalan, "son la tradición". Antes sólo se vendían a los poblados cercanos, pero con la apertura de la carretera a Xochimilco, en los años setenta, la gente comenzó a "bajar" a Tlayacapan.
Con ello, reconocen, ha mejorado el nivel de vida de la población. Pero también comenzó la llegada de "los ricos", quienes pusieron sus comercios y empezaron a vender además artesanías de otras partes del país.
Ahora los alfareros locales manejan los nuevos diseños. Han absorbido otras influencias y diversificado sus creaciones sin dejar de producir la "tradición".
Aclaran: "En Tepoztlán los ricos se adueñaron del centro y echaron al pueblo a las orillas, pero aquí en Tlayacapan la gente de dinero está a las afueras".
Del barro surgen muchas cosas, como connotaciones fundamentales de su vida cotidiana: "El jarro es el hombre y la olla es la mujer", comenta, alegre, Francisco Pérez.
La casa y el patio de Juan Tlacomulco se encuentran copados de artesanías de formas y utilidades diversas. Y por las banquetas y calles de la zona cientos de objetos recién moldeados, húmedos, se "orean" al aire, pues el sol directo los cuartea.
Confía: "Para nosotros el barro es lo máximo, nuestra base familiar, la materia prima. Es todo. Sin el barro no habría nada. Y aquí en Tlayacapan hay mucho barro".