LUNES 30 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Elba Esther Gordillo Ť

La educación a debate

Países desarrollados o en vías de serlo, naciones prósperas o con altos índices de marginación... en la actualidad ningún Estado puede sustraerse o eludir el compromiso educativo como estrategia de crecimiento y mecanismo de igualdad social.

Ora como instrumento cultural y de identidad, ora como principio rector de todo proyecto nacional de desarrollo, la educación, la enseñanza y trasmisión de saberes, conocimientos y habilidades se han convertido en una exigencia del mundo globalizado.

De nada sirve cerrar los ojos ante realidades tan contundentes como la competencia internacional, la preminencia del uso de la computadora, el acceso a Internet, el manejo de tecnologías aplicadas a los medios de comunicación, al comercio, e incluso como formas de aprendizaje. En la aldea global, todo proyecto educativo que prescinda de ciertas "herramientas" -como las mencionadas- está condenado al fracaso.

La educación, por tanto, no es sólo un asunto de aulas. Es una cuestión de interés nacional, que a todos los sectores de la sociedad concierne y que a todos interpela, porque a esos "todos" beneficia o perjudica.

En materia educativa, lo sabemos, tan importantes son los métodos y la calidad de enseñanza como los contenidos, la pedagogía, la currícula, los recursos y formas de financiamiento. Del mismo modo y desde un punto de vista humanista, no se puede soslayar que la educación de un país es mucho más que un asunto de capacitación; la tarea educativa, en un país como el nuestro, concita los valores y la cultura de una nación, en cuya definición, por tanto, debe participar toda la sociedad.

En México, la instrucción pública ha sido factor para la superación personal y para el desarrollo social, político y económico de la nación. A lo largo del siglo xx, la educación pública, como proceso, y la escuela, como instrumento, se definieron como las instituciones encargadas de conformar la identidad nacional, construir una nueva cultura y procurar la igualdad de oportunidades y posibilidades de mejores condiciones de vida.

De cara al siglo que se abre, los logros educativos alcanzados son interpelados por rezagos acumulados, por desigualdades en materia de oportunidades educativas, y por los nuevos reclamos que imponen el desarrollo y la modernización del país en el marco de la globalización, todo lo cual -en conjunto- plantea serios desafíos al sistema educativo mexicano.

Destacan, entre otros, los siguientes retos estratégicos: a) equidad y calidad de la educación; b) responsabilidad compartida entre el poder público y la sociedad en el empeño educativo del país; c) una educación que acompañe la nueva realidad político-social de la República, esencialmente democrática -que reproduzca sus valores, que enarbole sus principios-; d) la educación como política de Estado en el marco del proceso de reforma institucional; e) el fortalecimiento de la escuela como espacio para bienestar de los estudiantes y para el desarrollo comunitarios.

En el siglo xxi, la educación que el Estado ofrezca a los mexicanos deberá ser más equitativa, porque tendrá que ofrecer más oportunidades de estudio y superación a un mayor número de niños, jóvenes y adultos; deberá ser de mejor calidad, porque tendrá que haber mejorado la formación de los alumnos como resultado de la descentralización de recursos y responsabilidades y de la reforma a los planes y programas de estudio, así como de la actualización de los docentes en servicio y de la renovación de contenidos educativos.

En suma, debemos -entre todos y desde distintas trincheras- mejorar el sistema educativo nacional, porque los saberes y el conocimiento cada vez tienen mayor impacto en la vida de las personas, en su bienestar, en su realización personal, en sus aspiraciones y reclamos, en el futuro de sus hijos.

Una educación de calidad no puede ser sino la mejor garantía de igualdad social. Incluso en la globalización, y sobre todo en ella, la educación continúa siendo la inversión más segura, más rentable, valiosa y estimable de un gobierno hacia los gobernados.

Son múltiples y muy diversos los temas a deliberar en la materia. La agenda educativa presenta distintos frentes de análisis, reflexión y discusión; por tanto, toda la sociedad tiene un lugar en ese gran debate nacional, plural e incluyente.

Como sea, debemos empezar ya a repensar la cuestión educativa, antes de que se vuelva impensable.

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