LUNES 30 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Astillero Ť
Ť Julio Hernández López Ť
El tema del bono sexenal sigue en todo lo alto. Según los insistentes anuncios hechos en los días previos, hoy deberán darse manifestaciones en todo el país y una autodenominada megamarcha en la capital.
Cúpulas, cópulas, crápulas... (el tecleador sufre feos extravíos lingüísticos)
La información disponible a la hora de cerrar esta columna (21 horas del domingo) no hablaba de ningún cambio esencial en el posicionamiento previo (Diódoro, Gurría y Joel Ayala negociando quién sabe qué cosas en quién sabe qué oficinas privadas con quién sabe qué resultados), de tal manera que parecería difícil que a última hora tan preclaros y cupulares personajes lograran sacar del sombrero presupuestal zedillista un bono con orejas de conejo (šOh, Santa Madre Real Academia de la Lengua, ilumina a este tecleador ignaro: Ƒse dice cupulares, copulares, cupuleros o crapulares?!)
Pero lo peor de todo para tales personajes tan cupulares (šGracias, milagrosa Madre, por el favor recibido: se dice cupulares!) es que, más allá de esos arreglos o enjuagues de elite, se ha alebrestado de tal manera el ente ese al que algunos nostálgicos llaman "las masas populares", o "las bases", que, independientemente de lo que ellos lleguen a anunciar en sus oficinas o en boletines oficiales de prensa, hoy habrá jaleo de parte de grupos y corrientes amplias que han tomado clara distancia de las maniobras de sus líderes formales.
De hecho, el punto del bono sexenal puede convertirse en una palanca de cambios reales al interior del órgano representativo de la burocracia federal sindacalizada, la llamada FSTSE (Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado) que, como es sabido, sólo ha sido fuente de riquezas para sus líderes y para el acallamiento de sus bocas mediante curules y prebendas corporativas.
No dije y sí dije
Por lo pronto, el asunto ha sido abordado por toda la gama posible de declarantes. Desde el irritado presidente Zedillo, en cuya casa oficial de Los Pinos estalló en días pasados el escándalo, hasta las radiofónicas alocuciones sabatinas foxistas de típico rechazo sin rechazar, de hablar a medias para así acomodar más delante los saldos de sus declaraciones a las nuevas circunstancias: sí dije o no dije, dependiendo de la manera como se vayan resolviendo las cosas y dejando en última instancia, para los ajustes públicos, la eventual descalificación a la prensa por haber entendido lo que él no dijo exactamente aunque sí pareciera que quiso decir.
Sabadazo desde Agualeguas del Rincón
Léase la postura oficial del presidente electo de México, dada en su gustado sabadazo radiofónico difundido para el país entero desde Agualeguas del Rincón: "A veces se piensa que el gobierno tiene dinero para dar bonos, jubilaciones y pensiones, pero quiero recordar a todo mundo que el dinero del gobierno, es el dinero de todos ustedes; es el dinero que con tanto esfuerzo y tanto trabajo pagan millones y millones de mexicanas y mexicanos en impuestos. Ese es el único dinero que tiene el gobierno. Por eso, el Presidente, el Congreso, los diputados, debemos ser muy cuidadosos para administrar bien ese dinero, que es de ustedes, de los ciudadanos, y que sólo lo demos donde realmente se justifique".
La esencia de tales palabras podría servir para un bonito prólogo de una tesis de licenciatura en administración pública, por ejemplo, pero no constituye una definición política clara ante una movilización nacional que pretende paralizar el funcionamiento del aparato institucional federal, y cuyas demandas implican la erogación de vastos recursos públicos.
Pero Fox, con tales ambigüedades, trata de aparentar que está contra el pago de los citados bonos, y al mismo tiempo se deja la puerta abierta para señalar que, en realidad, en estricto sentido, en interpretación literal de sus palabras, nunca se manifestó contra tal prestación.
Las ideologías en la era Fox
De hecho, puede considerarse este punto, el del bono sexenal, como el primer hecho político de la nueva era, la era Fox, que permite contrastar con amplitud posiciones ideológicas plenamente definidas (hasta ahora sólo había habido escarceos: en lo del aborto, el PAN y el foxismo se batieron más bien en retirada, sin confrontar realmente a sus adversarios, concientes de que la aparición del tema en el escenario no había sido una decisión estratégica nacional, sino un error táctico guanajuatense; otros temas polémicos, como el de las privatizaciones --Pemex, electricidad, sobre todo-- y el de los proyectos de gobierno --visión gerencial, impuestos, zares, nombres de funcionarios-- no han trascendido todavía los importantes e influyentes pero reducidos espacios polémicos de los especialistas y de los ciudadanos muy interesados en los asuntos públicos).
Un referéndum formal
En cambio, el tema del multicitado bono ha tocado la conciencia nacional por la vía muy pragmática del bolsillo: todo mundo opina si es justo o no que se les dé una compensación especial a los burócratas federales por cumplir con sus obligaciones. Tal especie de referéndum informal conlleva al discernimiento con respecto a las políticas sociales del gobierno y en torno al papel del trabajador en la creación o administración de la riqueza.
Izquierda, derecha, Elba, SEP
No es accidental que esa polarización de opiniones respecto a las políticas sociales y, como parte de ellas, las retribuciones al trabajador, coloque en extremos ideológicos a las corrientes de la derecha (PAN, empresarios, clase media conservadora) y la izquierda (PRD y una parte importante del PRI, movimientos sociales).
No debe olvidarse, por ejemplo, que la parte más importante de la FSTSE la constituye el magisterio (más de la mitad de los más de dos millones de burócratas) que es, junto con los gobernadores de esa filiación, la base residual verdadera del PRI, la única fuerza cierta que sigue teniendo identidad con el partido todavía tricolor y que constituye casi el único activo popular movilizable. No se puede dejar de lado el hecho de que la cacique del gremio, la profesora Elba Esther Gordillo, aspira a que Fox ponga la iglesia educativa en sus luteranas manos haciéndola titular de la SEP.
Por lo pronto, hoy, y otros días más, acaso hasta la toma de protesta foxista: la burocracia en acción, rebasando cada vez más a sus líderes formales.
Astillas: Naranjo, en el Proceso de esta semana, ha hecho una caricatura intitulada A sus órdenes, en la que el presidente Zedillo, con su maleta de viaje en la mano, le dice a un Fox de desproporcionadamente enormes botas: "Y si algún día se le ofrece una buena boleada, no dude en llamar"... Esta columna, siempre regida por pensamientos positivos, buena vibra cósmica y selecciones del nuevo catecismo laboral del padre Abascal, convoca a los mexicanos todos (con natural excepción de las reducidas minorías que no leen Astillero) a sentirse plenamente orgullosos y a platicarles a sus hijos (los que tengan, y los que no tengan, no) que hemos ahorrado 12 mil 500 millones de pesos en cinco años de esfuerzos mañaneros (nada que ver con los pecaminosos discursos de un legislador que luego anda en moto; correctores, favor de dejar la frase tal cual: "en moto") gracias al amado, amadísimo horario de verano. Con el simple acto solidario de atrasar o adelantar las manecillas de nuestros relojes, la economía nacional ha dejado de hacer gastos innecesarios y se ha evitado a las instituciones gubernamentales que inviertan más dinero público en mantener o ampliar la capacidad productora de electricidad. Para que el esfuerzo sea mejor premiado en los cielos, tales ahorros no se han reflejado en las cuentas caseras de consumo de energía (qué chiste sería así: recibir el premio de inmediato, en asuntos terrenos) sino que, al contrario, mensualmente se aumentan las tarifas, pero, eso sí, šMexicanos: han triunfado, el horario de verano nuevamente ha sido un éxito (para los grandes industriales)...!
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