El hombre saltó y llegó hasta nosotros,
nos salpicó el agua y como si fuera
agua de vida, todo en torno revivió:
por todas partes, sentada en las mesas
y en las toallas, la gente discute,
veo caras conocidas, pero son muy jóvenes,
también mis enemigos están rejuvenecidos
y en su aplauso el hombre que salta
podría bañarse...
"¡Por Dios, papi, ayúdale!",
oigo decir a mi hija. Veo al hombre que salta
debajo del agua, trata de salir,
pero la superficie ondulada es ahora un vidrio liso,
lo golpea con los puños, grita,
no se oye, nadie le ayuda,
la gente en torno a nosotros ha desaparecido
o está de repente envejecida
y pone cara de no ver nada,
los que se mojan los pies en la piscina
están sujetos al vidrio,
también mi hija y yo estamos metidos en él,
el hombre que salta, ese señor de nariz larga,
da golpes al vidrio, cada vez más
y más débilmente,
y todo el tiempo nos mira,
no se mueve, pero todo el tiempo
nos mira...
a mí, que envejezco en el crepúsculo
que aumenta,
a mi hija, que pierde años, se hace pequeña
y desaparece...
Y luego, por largo tiempo, nada,
sólo el crepúsculo gris, el vidrio
gris y
en él, cristalizados, cientos de pies
y de cabezas...
Y el trampolín que aún oscila.
¿Por qué las aves cuando cantan
levantan el pico hacia el cielo? ¿Por qué?
¿Quién lo sabe?
Así cantan siempre,
en verano, primavera y otoño.
En el árbol donde se albergan.
¿Acaso adivinaron de quién es su canción?
¿Y para quién es nos dirán
algún día?
Porque este año
acaso hemos dicho demasiadas cosas
sin ton ni son
ya que cayó tanta nieve
Pero el tronar amenazador por encima de nuestras
cabezas
y el retumbar oscuro bajo las ventanas
causó hasta ahora sólo un deshielo
soltando de los techos
pequeños aludes.
Pero ¿qué cielo sería el del
Orava
si tuviera que quedarse sin luna?
Tallaron pues los oraveños otra
de madera de abeto.
Cuatro hombres la pusieron en el cielo,
Allí encontraron a los ángeles de
alas blancas
No descendieron nunca del cielo a la tierra.
Abandonaron a cuatro mujeres en la tierra
y con ellas también a sus treinta y siete
hijos.
Cuando hacen el amor con los ángeles en el
cielo
sus hijos le lanzan bolas de nieve al claro de luna.
En invierno, en verano nieva en Orava
de día, de noche allí brilla la luna
de madera.
Su sombra bebe por motivos políticos.
Ya estuvo en chirona varias veces no enmendarás
con nada a esa sombra .
La última vez fue por ofensa al Jefe del
Estado.
Les gusta denunciarle así se quitan de encima
a un alborotador.
Y Juan Trueno sólo tiene vino en la cabeza.
¿Hay cabezas del Estado? ¿Brujas?
Él no se da cuenta.
Apura su copa. Se desploma bajo la mesa. Oh, ¡qué
gran trueno!
...Un año después las moscas del vino
todavía rondan
sobre su tumba.