INDUSTRIA ELECTRICA Y RESPONSABILIDAD
Por memoria histórica, el concepto "privatización"
no es bien recibido por la población. Fox y su equipo lo saben,
y pretenden esquivar la desconfianza que genera en la sociedad presentar
una iniciativa que contenga este concepto. Así, el fracasado proyecto
de privatización del sector eléctrico que presentó
el presidente Zedillo en febrero de 1999 lo retoma Fox con el giro de un
proyecto de "apertura" a la inversión. La propuesta es exactamente
la misma, lo que cambia es el verbo.
Hablemos claro: el nuevo gobierno pretende privatizar
el sector eléctrico nacional. La "apertura" es matiz. Durante su
reciente gira por Europa, ante empresarios españoles y alemanes
el presidente electo habló de "apertura total", y enfatizó
que no pretende privatizar el sector. La apertura a la inversión
privada en la industria eléctrica existe desde 1992, entonces --por
qué hablar de apertura, cuando el sector ya está abierto.--
No es legítimo pretender desinformar y desorientar
a la opinión pública cambiando el sentido de las palabras;
abrir un sector a la inversión privada es algo diametralmente diferente
a privatizarlo.
Al entregar el sector eléctrico nacional a manos
de empresas privadas, la generación y el abastecimiento de este
bien público pierde su función social, y se convierte en
un producto cuya finalidad es venderse y generar ganancias a particulares.
Las compañías privadas no operan con criterios sociales,
sino de acuerdo con las leyes del mercado. Con la venta del sector, ganamos
un producto, pero perdemos un bien social.
Quienes promueven la propuesta engañan al argumentar
que las tarifas eléctricas van a bajar con "apertura", cuando las
tarifas en México son de las más bajas del mundo, gracias
a que la Comisión Federal de Electricidad, como compañía
estatal, puede fijar los precios por largos periodos.
Los argumentos de Fox son los mismos que utilizaron en
su momento el presidente Zedillo y su secretario de Energía, Luis
Téllez. Todos esos argumentos han sido desmentidos: el servicio
eléctrico nacional es de buena calidad, la situación financiera
de la CFE es sana y el suministro de energía está garantizado,
por lo menos, hasta el año 2004.
Hay en todo este proyecto un claro contenido de pretendida
imposición a México por organismos internacionales. Debe
estar, desde luego, la presión de grandes empresas trasnacionales,
para las que 100 millones de habitantes ?o 120, en un futuro no lejano?
representan un gran mercado.
Es una irresponsabilidad ofrecer un patrimonio nacional
como un simple producto. Es una falta de sensibilidad ante las necesidades
sociales dejar en las manos del mercado una obligación que compete
al Estado, al Estado responsable.
Nadie se opone a una mejora, a un fortalecimiento del
sector que, desde luego, es necesario. Han sido planteadas diversas alternativas,
que deben apreciarse en la serenidad que requiere un servicio que, en varios
países del mundo, ha mostrado ineficacia al quedar en manos privadas.
Y en ese análisis, para evitar una dañina imposición,
que el equipo de transición explique claramente lo que es "privatización". |