DOMINGO 29 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Francisco Hinojosa, autor de La peor señora...
Hay muchos libros para niños pero poca literatura infantil
Ť "Escribir, única manera de combatir la muerte y la violencia"
Becky Rubinstein F., especial para La Jornada Ť Francisco Hinojosa quiso ser médico; sin embargo, estudió literatura, primero en la Universidad Iberoamericana y luego en la UNAM, mientras daban comienzo las clases en la Facultad de Medicina.
"Tarde o temprano iba a terminar escribiendo. Creo que es en lo que me siento más a gusto". Afirma que, como el Quijote, de tanto leer se soltó a escribir. El resumen: "Todo el tiempo estoy pensando en escribir".
Y lo hace en diferentes áreas de la escritura. No le resultan ajenos la novela, el guionismo, la crónica ni el cuento. Tampoco la ópera, y estrenará una -basada en un cuento de Eliseo Alberto- en 2003.
Mientras, Hinojosa la pasa muy divertido. Piensa de manera constante en imágenes efectivas que habrán de ser cantadas y representadas. Se encuentra satisfecho de la adaptación realizada para Discovery Channel del cuento dominicano El jefe y el carpintero, dentro de una serie de cuentos de todo el mundo.
Le preguntamos por La peor señora del mundo, una de sus obras más conocidas, la cual, nos dice, fue vetada por tres jueces. Pero el voto de confianza del editor Daniel Coldin hizo posible su publicación. Para Francisco, dicha "señora" representa el mal encarnado en una persona. Se trata de una pequeña venganza del autor: "La única manera de combatir la muerte, la violencia, es escribiendo".
Para los menores se trata de una mera ficción: "El niño es más inteligente", en cambio, los adultos no siempre la comprenden. Las "ilustraciones les han parecido fuertes. Incluso, han prohibido que lo lean". No obstante, los pequeños la devoran y gozan cada una de sus líneas.
"La peor señora... fue escrita en una noche, cuando estaba apunto de irme a dormir, de las 12 de la noche a las 5 de la mañana. Cuando lo terminé, pensé: 'Escribí un cuento clásico'. Siempre pensé que nadie lo querría".
Una semana en Lugano es uno de los textos consentidos del autor de Yanka Yanka, publicado también por Alfaguara. Dirigido a niños entre 10 y 12 años, hay quien le ha pedido que escriba una segunda parte.
Para Hinojosa lo que importa es el disfrute por parte del lector. No intenta moralizar ni invitar a la violencia.
Escribe para diferentes edades. "Lo último tiene que ver con mis hijas de 6 y 8 años. Lo primero tiene que ver con mi hijo, que tiene 16 años".
Sus hijas son las primeras en escuchar sus historias, y muchas de éstas parten de los cuentos que les relata. Sus risas o gestos sirven al autor para medir su rating. Sin embargo, existe un relato "privilegiado" -el que cuenta la esposa de Francisco, de vocación poeta y Sherezada nocturna, que tiene enloquecidas a las pequeñas de la familia Hinojosa.
Le satisface mucho escribir para niños, estar en contacto directo con ellos, con sus emociones, lo que no siempre resulta posible con el público adulto.
En cuanto al "leer o no leer" que tiene tan preocupado a los educadores y padres de familia, el escritor sostiene que "no todos tienen que leer. Es importante cuando se tiene necesidad. Cuando se quiere crear un hábito a la fuerza, se fracasa".
Está en contra de utilizar el libro con fines ajenos a la lectura, al gozo, al disfrute. Nada pretende enseñar. El libro para niños no es un manual. Y la lectura de cuentos a los pequeños puede despertar o no el gusto por la lectura; puede resultar una semilla.
Bastante crítico consigo mismo, es obsesivo de la corrección: aspira a alcanzar una perfección de ciento por ciento, aun consciente de que la perfección no existe.
No le molesta corregir lo corregido, aunque se haya publicado, como sucedió con su libro de cuentos -no para niños- Negros, héticos y hüeros.
Asevera que la literatura infantil no es "segundona. Comprendo que no haya una crítica especializada, por lo reciente del género en el país,
o que a veces haya cierto menosprecio por esa literatura y por sus escritores: aún no existe una tradición".
Los volúmenes para menores se encuentran en el segundo lugar de ventas, después de los manuales sobre superación personal, agrega.
Antes, dice, las editoriales de literatura infantil eran pequeñas; ahora, encontramos en el mercado algunas, como SM, Alfaguara, FoCuEC, etcétera.
El autor manifiesta que no es lo mismo literatura infantil que libros para niños. "El problema es que hay muchos libros para niños, pero no necesariamente literatura. Y cuando la hay, no importan las edades". Siruela, una de las editoriales con más prestigio, recomienda sus libros a lectores entre los 8 y los 80 años.