SABADO 28 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Sólo venimos a soñar, libro de Boccanera acerca de la lírica del guatemalteco


Cardoza y Aragón fue rotundo al combatir la monotonía de las transgresiones

Ť Se recordó al autor de El río, novelas de caballería en la Casa Refugio Citlaltépetl

Ť Transitó de la poesía al relato y del ensayo al aforismo, sin cambiar de género

Yanireth Israde Ť Imposible poner rótulos a un hombre que rechazó, ferozmente, las etiquetas. Inútil clasificar al poeta que desobedeció consignas y pulverizó géneros. Infructuoso el afán de encasillarlo, porque Luis Cardoza y Aragón fue rotundo en su lucha contra los esquemas. Eso bien lo sabe Jorge Boccanera y por ello inicia con cautela su charla dedicada al escritor guatemalteco, quien falleció en México hace ocho años y cuya obra es prácticamente desconocida fuera del país.

Boccanera es autor de Sólo venimos a soñar (Era), texto dedicado a la poesía de Cardoza y Aragón. Este libro, dice, es uno entre los muchos que habrán de escribirse, pues el guatemalteco ''continúa siendo uno de los secretos mejor guardados de la literatura hispanoamericana".

Durante la plática colectiva, en la Casa Refugio Citlaltépetl, Boccanera evita, en un esfuerzo honesto, encasillar al poeta que concibió la ética como una forma de amor y que entendió la escritura como un ejercicio de ''sacarse las tripas y hacer con ellas una hoguera"

Mientras avanza la noche y la sala se llena de guatemaltecos y mexicanos -muchos de ellos escritores- Boccanera cuenta que el periodismo lo condujo al autor de Quinta estación. Primero fueron algunas notas periodísticas y la figura de Cardoza y Aragón fue reclamando cada vez más tinta, hasta que se convirtió en el libro Sólo venimos a soñar.

Se oye hablar a Boccanera, pero se mira a Cardoza. El vate adquiere relieve, su silueta cuaja y se instala entre las butacas su espíritu transgresor. O es la voz del guatemalteco la que también puede oírse: ''Yo no pienso a partir de mis certezas, antes bien de mis dudas, soy antidogmático, detesto a los seguidores".

Fiel a ese principio, explica Boccanera, se opuso a la monotonía de las transgresiones sistematizadas.

Y gracias al periodista argentino recordamos que Cardoza y Aragón tenía un gato llamado Napoleón y podemos conocer lo que opinaba del enamoramiento. ''Yo no podría describir esa enfermedad inexplicable, ese disparate de gran delicadeza. El enamoramiento pasional, la imagen que inventamos, es grave intoxicación que nos agita con insensatas obnubilaciones hermosas".

O las paradojas que nutrieron sus escritos, como cuando aseveró, en su texto L cardoza ázaro: ''Con un odio profundo amé la vida", o al ofrecer esta reveladora línea: ''Mi piel, de estiércol y luceros".

Bocannera destacó la originalidad de su escritura ''sostenida por una tensión metafórica que derriba la endeble clasificación de los géneros literarios y que funda su propio código". Cardoza, entonces, ''va de la poesía al relato, de la crítica a la autobiografía, del ensayo al aforismo y todo sin cambiar de género".

Ese estilo se refleja en sus libros, desde los primeros hasta los últimos. Su bibliografía es extensa: Luna Park, Maelstrom, El sonámbulo, Poesías completas y algunas prosas, Pequeña sinfonía del Nuevo Mundo, Círculos concéntricos, Dibujos de ciego, Quinta estación, El brujo, Lázaro, Guatemala, las líneas de la mano; Apolo y Coatlicue, André Breton atisbado sin la mesa parlante, Tierra de belleza convulsiva, El río, novelas de caballería y Miguel Angel Asturias. Casi novela.

Los recelos que causaba, de igual manera, fueron rememorados por Boccanera, pues a los artistas les parecía demasiado político y a los políticos demasiado esteta. En la charla, como en el libro, el ensayista argentino se refirió a la ''polémica" relación de Cardoza y Aragón con las vanguardias -de las que desconfiaba- y el diálogo profundo que a lo largo de su vida mantuvo con algunos grandes creadores, como Federico García Lorca, con quien incluso escribió un libro, jamás publicado, de título Adaptación del Génesis para music-hall.