SABADO 28 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Un voto por el ecologista Ralph Nader favorecería a Bush, advierten


Rebelión de sectores progresistas contra Al Gore

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 26 de octubre Ť "Esto se trata del mal de dos menores", bromea Jay Leno, anfitrión del programa de charla Tonight Show. "Cuando la hacha entró al bosque, todos los árboles comentaron 'bueno, por lo menos el mango es uno de nosotros'", cita el dicho turco Christopher Hitchens, al responder a los que promueven el argumento del "menor de dos males" como la opción para los sectores progresistas en esta anémica elección.

En las últimas semanas ha estallado un feroz debate entre fuerzas liberales y progresistas, que ocupa la atención de los principales medios de comunicación y los más altos circuitos del poder en este país. De cierta manera, es lo único que genera fuertes reacciones e intensos intercambios; es casi el único detalle que ofrece drama y toca temas fundamentales en la contienda por llegar a la Casa Blanca.

En esencia, el debate gira acerca de si la principal prioridad es asegurar la derrota del "peor de dos males" ya que, se alega, un triunfo del republicano George W. Bush cerraría todo tipo de espacios y posibilidades para los sectores progresistas, o si es hora de rechazar la misma opción de siempre entre los dos males y romper ese juego con un voto de principios para Ralph Nader, candidato del Partido Verde, quien critica a los dos principales candidatos como subsidiarias de las grandes empresas.

Este debate se ha vuelto importante porque se realiza en un contexto de la elección presidencial más cerrada en 40 años (desde la de John Kennedy contra Richard Nixon en 1960). Aunque Nader recibe entre 5 y 10 por ciento de apoyo en las encuestas, ese mínimo porcentaje podría determinar el resultado de la competencia entre Gore y Bush en unos siete u ocho estados claves, y con ello influir en el resultado final.

Y por primera vez en muchos años, la posición de la "izquierda" (en su definición más ambigua y amplia) cuenta en la lucha electoral nacional controlada por los dos principales partidos políticos.

El comentarista de radio texano, ex funcionario demócrata y líder de la tendencia popular de la política estadunidense Jim Hightower sostiene que ya basta con el argumento del "voto útil".

Un voto para Nader "es un voto para el futuro. Un voto contra el no ser tomado en cuenta por un duopolio político empapado de dinero que no está abordando las necesidades de la mayoría del pueblo".

Los pequeños granjeros, señala Hightower, están entrando en bancarrota a un ritmo de mil por semana, los trabajadores se encuentran en peores condiciones, los consumidores sufren la manipulación genética de los alimentos, asuntos sobre los cuales los dos partidos no toman una posición.

También señala que el interés de los candidatos es el comercio manejado por empresas que se imponen sobre los pueblos mediante el Tratado de Libre Comercio y la Organización Mundial de Comercio.

"Hay una rebelión contra todo esto. No se trata de Ralph Nader. Se trata de gente ordinaria que está buscando un canal político real que funcione, finalmente, para ellos", declaró al noticiero PBS NewsHour.

El voto a favor de Nader, concluyó, es más bien el comienzo de la construcción de un cambio a nombre de la mayoría del pueblo estadunidense, ese 60 por ciento que no vota o que votará por un tercer partido.

Para el senador federal más liberal, Paul Wellstone, la diferencia entre Gore y Bush es suficiente como para insistir en que la prioridad es la elección del demócrata, a pesar de su conservadurismo, y pidió a los sectores progresistas no votar a favor de Nader en estados donde la competencia es muy cerrada, ya que eso se convierte, en efecto, en un voto para el gobernador Bush.

Aunque indicó que apoya y respeta muchas de las propuestas de Nader, Wellstone sostiene que las consecuencias de un triunfo de Bush son severas precisamente para esos sectores de gente trabajadora, mujeres y minorías que defiende Hightower.

Pero para Molly Ivins, periodista y comentarista (también texana) que se declara a favor de Nader, el problema es más complicado. La reconocida escritora política argumenta que los que viven, como ella, en estados donde ya está determinado el resultado (en su caso de Texas, Bush), los progresistas deben votar por Nader.

Sin embargo, si uno es votante en un estado donde es apretada la contienda entre los candidatos principales, se debe votar por Gore, y sostiene que el gobierno tiene su mayor impacto sobre los más vulnerables y pobres de la sociedad, "cuyas vidas a veces literalmente dependen de la diferencia" aunque ésta sea mínima, en programas sociales, y "cuyas vidas pueden ser dañadas por tu idealismo".

Ivins indica que esto no es fácil de digerir para alguien con principios, y recuerda que en Texas "somos el número uno en el arte del mal menor. He votado por candidatos tan podridos que te provoca dolor de dientes el solo pensar en ellos", sólo porque eran mejores que sus contrincantes.

Barbara Ehrenreich, activista del ala izquierda del Partido Demócrata, autora y comentarista, escribió en el diario The New York Times que aquellos demócratas que denuncian la candidatura de Nader no entienden un punto central.

"El apoyo al señor Nader es sólo una pequeña señal de una enajenación mucho más grande del proceso electoral y de los dos partidos que se benefician de él", dijo.

Acusa que gente como ella y otros demócratas desencantados "no escogimos abandonar el partido en su hora de necesidad; el partido escogió abandonarnos", y acusó a las políticas económicas y sociales conservadoras promovidas durante los últimos ocho años por el gobierno Clinton-Gore.

Para Christopher Hitchens, en su columna para The Nation, promover la idea del voto útil --o sea, por el menor de dos males-- entre los progresistas siempre es lo mismo: votar por el candidato presidencial del Partido Demócrata. Esto, señala, lleva a una lógica de un Estado de un solo partido, y "a este hábito, lo llamo centralismo demócrata", escribe, y argumenta que todo gira en nombre del "realismo".

Y se pregunta: Ƒ"Qué tan realista es, qué tan duro y táctico y adulto es declararle por anticipado a un partido que es dueño de tu voto? Y decirle después que puede usar tu voto para propósitos del mal".

Agrega: "La condición o estipulación de que el mal debería, claro, ser 'menor' es un ejercicio mental sólo de tu parte. Ya has concedido el mal; tú le dejas al partido determinar si es 'menor' o no. Ahora, imagina qué tan interesada estará la máquina (partidaria) por tu casuismo insignificante)", y concluye que un voto para Nader es cuestión de "autorrespeto".

Estos intercambios siempre son fascinantes y profundamente importantes para el circuito cerrado de la izquierda política e intelectual de Estados Unidos. Esta vez, y para sorpresa de muchos, podrían ser claves para el futuro inmediato de la política en Estados Unidos.