BONO SEXENAL: SIGNO DE LOS TIEMPOS
El griterío emitido ayer en la residencia oficial
de Los Pinos por integrantes de la Federación de Sindicatos de Trabajadores
al Servicio del Estado (FSTSE), en demanda de la entrega del llamado bono
sexenal, así como la amenaza de tales asalariados de llevar a cabo
un paro nacional de labores si no se les concede dicho estipendio, constituyen
uno más de los signos de los tiempos en la actual transición.
La docilidad tradicional de esa central sindical ante las autoridades públicas
y el cuidado de las formas en la sede del poder presidencial parecen tan
difíciles de recuperar como el mencionado bono, y el asunto refleja,
en su ambigüedad, las incertidumbres del primer relevo en el Ejecutivo
federal, que no tendrá como protagonistas a dos miembros del Revolucionario
Institucional.
Sin duda, la postura del presidente Ernesto Zedillo de
no otorgar el bono tiene un sustento legal incuestionable en el Presupuesto
de Egresos para este año, aprobado por el Legislativo. De hecho,
en el acto realizado en Los Pinos, el titular del Ejecutivo remitió
a los peticionarios a la letra del correspondiente decreto aprobatorio.
Pero no por ello la FSTSE carece de razones: la percepción extra
que en los fines de sexenio ha venido otorgándose a los burócratas
podría considerarse un derecho laboral adquirido --y, en consecuencia,
irrenunciable-- por su simple práctica consuetudinaria.
En vísperas del estreno de la alternancia, y cuando
resultan particularmente agudos los temores a quedar sin trabajo --justificados
o no-- de muchos empleados públicos, es lógico que éstos
otorguen al bono sexenal cierto carácter de liquidación o
compensación. Pero la pérdida del control de la Cámara
de Diputados por parte del partido del Presidente, misma que prefiguró
la derrota tricolor en las elecciones presidenciales de este año,
hizo posible la supresión de un emolumento que, derecho laboral
o no, era botón de muestra del sentido patrimonialista, discrecional
e imperial con que se ejerció, por décadas, la titularidad
del Ejecutivo.
Asimismo, el conflicto en torno al bono sexenal es un
ejemplo de los múltiples puntos problemáticos insospechados
que surgen en el marco de la actual sucesión presidencial. Se requiere
de mucha sensibilidad e imaginación política, tanto de la
administración saliente como de la entrante, para que las zonas
inciertas e imprevistas del cambio de gobierno no desemboquen en factores
de desestabilización. |