JUEVES 26 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Averiguación previa iniciada en mayo pasado por la fiscalía desconcentrada
Ex funcionario exigió dinero al Lobohombo
Ť A cambio permitiría a propietarios la remodelación del inmueble, pese a que estaba clausurado
Angel Bolaños Sánchez Ť Los propietarios de la discoteca Lobohombo pagaron al ex jefe de la Unidad de Obras Públicas de la delegación Cuauhtémoc, Saúl Arroyo Bonilla, diversas cantidades de dinero para poder realizar la remodelación del local cuando éste se encontraba clausurado.
Lo anterior consta en una averiguación previa iniciada en mayo pasado por la Fiscalía Desconcentrada en Cuauhtémoc, misma que se integró al expediente de las investigaciones por el incendio del viernes, donde fallecieron 19 personas y 39 más resultaron lesionadas.
Según la denuncia penal, que se inició bajo la indagatoria FDCUAUHTEMOC/07/USTO2/03198/2000-05 Arroyo Bonilla exigió sumas de entre 50 mil y 15 mil pesos a la contadora del establecimiento, Rosa María Beristáin Beristáin, quien fue contratada por Antonio Grezz, socio del propietario Arturo Iglesias Rebollo, para que se hiciera cargo de realizar los trámites ante la delegación Cuauhtémoc para el funcionamiento de lo que sería el centro nocturno Lobohombo.
El entonces titular de la Unidad de Obras Públicas le dijo que se había percatado de que se estaban realizando obras dentro del inmueble, ubicado en el número 95 de la avenida Insurgentes Centro de la colonia San Rafael, mismo que se encontraba clausurado, por lo que le pidió la cantidad de 20 mil pesos para que los dejaran trabajar sin que tuvieran problemas e incluso le advirtió que recomendara a los trabajadores que por ningún motivo se asomaran hacia la calle.
Posteriormente, el mismo funcionario "le dijo que para ayudarla a hacer la comparecencia y retirar los sellos de clausura necesitaba la cantidad de 50 mil pesos".
En la averiguación se asienta que los propietarios del establecimiento pusieron a disposición de Beristáin Beristáin la cantidad de 139 mil pesos para los gastos que tuviera que realizar, de ellos, explicó la misma contadora ante el agente del Ministerio Público de la Unidad Investigadora sin Detenido, entregó 30 mil a un arquitecto y 10 mil para sufragar los gastos del permiso de uso de suelo y el visto bueno de seguridad y operación, tramites que, aseguró, "fue en forma legal ya que le dieron los permisos correspondientes".
Arrollo Bonilla, según la declaración ministerial, aprovechó otras circunstancias más para solicitar dinero a la contadora y así en otra ocasión, "por unas jardineras que habían puesto en la calle le dijo que por ese motivo le tenía que dar más dinero pidiendo la cantidad de 15 mil pesos".
El dinero, refirió en su testimonio, se lo entregaba en las mismas oficinas de la Unidad de Obras Públicas.
Beristain dijo que al ser contratada por comisión, en noviembre de 1999, Antonio Grezz, le dijo que tendría que atender la apertura del negocio destinado, no a discoteca, sino a restaurante-bar, mismo que se encontraba clausurado.
Sin embargo, el 11 de mayo del presente año alrededor de 60 personas con vehículos de la demarcación, grúas hidráulicas tipo periféricas y varias patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública, se presentaron al lugar para desmontar la fachada y clausurar el establecimiento por órdenes del mismo Arroyo Bonilla y el entonces subdelegado Territorial en Juárez. San Rafael, José Alfonso Suárez del Real.
Ante esta situación, los propietarios de la negociación procedieron a presentar dos denuncias penales, la anterior, de hechos, ante la Fiscalía Desconcentrada en Cuauhtémoc, y otra más en la Agencia 50 del Ministerio Público, que se inició bajo la indagatoria 50/00490/00-05 por los delitos de daño en propiedad ajena y abuso de autoridad.
Esta última fue presentada por el encargado de la administración del establecimiento, Oscar Daniel Flores Martínez, quien refirió ante el MP que el personal de la delegación, sin mostrar oficio ni identificación alguna, procedieron a "desmantelar la fachada del inmueble, de varias figuras de fibra de vidrio de considerable tamaño, con estructura metálica, iluminación, simulación de piedras volcánicas y jardines en la banqueta".
Incluso, las chispas del soplete de gas provocaron un incendio en el pasillo de acceso por lo que los trabajadores de la Cuauhtémoc tuvieron que abrir las puertas para permitir que los empleados del Lobohombo apagaran el fuego.