Ť El Nobel, Poniatowska y Mailer exploraron las formas de la novela
Se debe describir la parte del hoy que omitirá la historia: Saramago
Ť En México existe un clamor por desmilitarizar Chiapas, enfatizó la narradora
Ť Mis colegas escriben como cristales, llenos de resonancia, dijo el estadunidense
Jim Cason y David Brooks, corre sponsales, Nueva York, 25 de octubre Ť La Gran Manzana, tal vez la ciudad más arrogante del mundo, tuvo el privilegio de contar con la presencia, esta semana, de José Saramago, Eduardo Galeano, Elena Poniatowska y Sandra Cisneros y estuvo representada por su hijo nativo Norman Mailer en dos actos que lograron arrancar la admiración de un público perdido entre rascacielos pero enamorado de las palabras.
La novela fue el tema para ''tres de los más grandes novelistas contemporáneos" ?como calificaron los promotores del acto a Saramago, Poniatowska y Mailer?, quienes exploraron las diversas formas del género adoptadas por cada escritor en el contexto de la esquina del mundo en donde viven y trabajan.
Procurar el cuento no contado, dice el Nobel portugués
El Nobel portugués explicó que el punto de partida de los escritores de su país fueron los 50 años de dictadura ?''el siglo XX empezó en Portugal en 1974"?. Por tanto, la tarea es rescatar la historia, pues la que es conocida por las dos o tres generaciones bajo la dictadura ''es una ficción... la verdad histórica no existe". Así, señaló Saramago, el intento es ''procurar otra historia, el cuento no contado".
''Pienso que el papel de un escritor es traducir, describir esa parte del presente que no estará en la historia", comentó. Sus sonoras palabras en portugués son machacadas, y reciben una incompleta y pésima traducción; su poesía intelectual sobrevive por milagro al intento homicida de su traductora.
Poniatowska, cada día más ''descubierta" por el lector anglo, consideró que escribir en América Latina es diferente que en Europa o Estados Unidos, y citando a García Marquez dice que el ''realismo mágico" es describir la realidad de la región. ''La realidad brinca sobre uno, entra por la ventana mientras uno hace el amor" y es cierto que la gente vuela. Las voces ?''siempre he escuchado a voces, a voces de las mujeres en la cárcel, en las calles"? y toda esa realidad es una ficción.
Al responder a una pregunta, señala: ''En mi país, la historia (oficial) es ficción porque los políticos dicen puras mentiras".
Poniatowska conquista con una frase a las mujeres del público: cuenta que Tina Modotti tuvo muchos amantes, ''pero debería haber tenido más. Todas las mujeres deberían tener más amantes de los que tienen".
Genocidio que empezó en el siglo XVI
Mailer, provocador arrogante ?como su ciudad?, comenta que acaba de leer anoche a Saramago y Poniatowska, dos ''extraordinarios escritores", y ''lamento no haberlo hecho antes", pero mejor, ''porque eso me hubiera quitado tiempo de mi trabajo". La primera vez que vio mencionado el nombre de Saramago, dice Mailer, fue en una reseña de su libro sobre Jesucristo. Allí el escritor John Updike señaló que el libro del portugués sobre el mismo tema era mucho mejor. Con un intento de modestia muy costoso, Mailer admitió que, después de leer a Saramago, el crítico tenía razón.
Mailer consideró que los sudamericanos y otros pueden escribir con un ''realismo mágico" por la profundidad de su cultura. En ''América (como identifica a Estados Unidos) somos un imperio mundial nuevo ?y por ello estamos inmensamente sin preparación para poder describir nuestra sociedad?. Nuestra tarea (de los escritores aquí) es poder lograr que los americanos entiendan el tipo de país en el que vivimos. Todo es ficción... tenemos que capturar eso... Estos dos escritores (se refería a Saramago y Poniatowska, que compartían el podio) escriben como cristales, llenos de resonancias... Aquí, estamos en un país tan nuevo, tan feo, tan inocente, tan libre, tan vergonzoso..."
El acto, auspiciado por el Instituto Cervantes, la Universidad Sarah Lawrence y efectuado en la Biblioteca Donnell (parte del sistema de la Biblioteca Pública de Nueva York) concluyó con un intento de intercambio entre los escritores. Se tocaron temas desde Jesucristo a Marilyn Monroe y los toros, y también los compromisos sociales de los escritores.
Tal vez algo notable fue que Saramago y Poniatowska hablaban de un ''nosotros" en torno de varias preguntas, y Mailer jamás abandonó su ''yo" como punto de partida. La moderadora, académica y supuesta literata ofreció preguntas vestidas de inteligencia que no lograron ocultar su papel de una perfecta caricatura de un intelectual (disculpas a los moneros).
Una pregunta del público acerca del compromiso social de los escritores enfocó a Saramago y Poniatowska sobre el tema de Chiapas. Para el Nobel, lo principal es entender el fondo del conflicto ?''un genocidio que empezó en el siglo XVI"? donde ahora las empresas multinacionales y los caciques locales intentan ocupar el territorio indígena, con el objetivo de explotar esas tierras para el café, el cacao, el petróleo y el agua.
''El objetivo es claro: acabar con los indígenas... y la explotación económica desde el contexto de la globalización y los intereses de las multinacionales", afirmó. Pero dijo que más allá de preguntar si los escritores deben comprometerse en este asunto, el punto son sociedades completas que no se comprometen por tener todos los privilegios.
Para Poniatowska, el compromiso no sólo es un deber, sino una obligación de los escritores, y enfatizó que los mexicanos progresistas insisten en la necesidad de desmilitarizar la zona y cumplir los acuerdos de San Andrés.
Galeano y Cisneros
Por otro lado, el lunes se realizó un foro de lecturas en donde Eduardo Galeano se presentó confesando su condición médica ?un alto recuento sanguíneo no de colesterol, ni de células rojas o blancas, sino de palabras? y burlándose de su inglés, prometió no cometer errores como los famosos tropiezos de lengua de otros. Dio ejemplos, y dejando con ello entender al público que se refiere al candidato republicano George Bush.
Acto seguido, las palabras de Galeano ?en inglés? acarician y golpean a cientos de sus lectores, estadunidenses como latinoamericanos, algunos asiáticos y, en fin, un segmento del universo concentrado en esta torre de Babel neoyorquina. Primero es un coqueteo, pasa a un cortejo y finalmente una conquista de su público. Deja risas, deja lágrimas, deja un momento de reconocimiento mutuo entre seres humanos. Las palabras de sus selecciones de lectura de su más reciente libro, Patas arriba, en su nueva edición en inglés, invitan al baile de esta vida, sea en el norte o en el sur. No tomes nada en serio si no te hace reír primero, advierte. ''Vivir cada noche como si fuera la última, y cada día como si fuera el primero", aconseja.
Documenta un mundo patas arriba ?donde lo absurdo se disfraza de lo vital?. Pon de pie a un mundo al revés, invita.
Antes, Sandra Cisneros lee de su casi concluida próxima novela, recordando los viajes cada año de la familia chicana radicada en Chicago y que regresa a sus orígenes, en la colonia Tepeyac de la ciudad de México. El cambio de mundos al cruzar la frontera ?el asalto a los sentidos al llegar a México, un viaje a Acapulco lleno de las locuras tan conocidas de cada familia, del delirio de la pasión, la ira, y el inútil intento de controlar la expresión publica de la tormenta privada?, todo desde la mirada de una niña. De nuevo, el tema de Cisneros: la identidad mexico-estadunidense, siempre partida y reconciliada por una línea fronteriza absurda. Así, la semana amaneció bien en esta ciudad. Entre español, portugués e inglés las palabras la inundaron por un ratito con el intento de darle expresión y definición al constante concierto de ruido de esta urbe.
Con ello, por un momento, se desvaneció la arrogancia ante la solidaridad humana, esa esencia del acto de un escritor y el secreto constantemente revelado por plumas como las de Saramago, Galeano y Poniatowska.